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Blog: Tu fuente para temas relacionados con la Colección Frontera

NOTA DEL EDITOR: Uno de los primeros artículos que escribí como crítico de música para Los Angeles Times fue sobre un documental que relataba la historia de cómo el acordeón llegó a ser un instrumento principal en la música México-americana. Titulado Accordion Dreams (Sueños de Acordeón), esta producción de PBS de 2001 detalla la historia del instrumento desde sus raíces alemanas hasta su adopción por los músicos tejano-mexicanos en la frontera entre México y los EEUU y su evolución en las manos de los jóvenes artistas experimentales de hoy. El acordeón es un instrumento importante en dos géneros estrechamente relacionados que son centrales a la Colección Frontera: norteño y conjunto.

Yo he escuchado la música latina toda mi vida, especialmente la música mexicana.  Así que no son todos los días que descubro un nuevo género, con su propia historia especial. Pero es exactamente eso que ocurrió recientemente mientras investigaba las canciones sobre los desastres en la Colección Frontera. El género que descubrí completamente por casualidad se llama La Chilena. Y aunque lleva el nombre del país en Sudamérica, el estilo de canción y de baile viene de la zona costal del sur de México conocida como La Costa Chica, a lo largo de los estados de Guerrero y Oaxaca.

En mi último blog, miré la historia de las canciones de desastre y mencioné unos ejemplos de la Colección Frontera. Pero resulta que una de las canciones más originales y provocativas de este género se trata de un desastre que nunca ocurrió.

La mayoría de la gente sabe que el peor desastre natural en la historia de California fue el terremoto en Los Ángeles en 1906. ¿Pero cuál calamidad sería el número 2? Ésa ocurrió en Los Ángeles en 1932: una rotura de dique catastrófica que mató a 600 personas, aniquiló barrios hasta el mar cerca de Ventura, y terminó la carrera de William Mulholland, el famoso ingeniero que había diseñado el sistema de aguas para la nueva metrópolis que florecía en el desierto del Sur de California.

Las grabaciones son más que entretenimiento. Son ventanas a otra cultura. En las voces de los artistas, las canciones nos permiten percibir lo que los demás piensan y sienten en un momento y lugar particular. Lo escuchamos en los blues de la Mississippi Delta, en el tango argentino, en el rock de San Francisco de la década de 1960, y en una especialidad de este archivo, el corrido México-americano de los principios del siglo XX en el Suroeste de los Estados Unidos.

No es tan común que los llamados milenarios nos lleven de vuelta a la música del siglo pasado, especialmente de la música latina. El mundo de espectáculo de hoy se trata de ser joven, fresco y nuevo.

Pero la cantante Carrie Rodriguez, con 37 de edad y basada en Austin, es una excepción. Al hacer su propia fusión nueva de música chicana y estadounidense, nos recuerda de sus raíces profundas en la cultura tejana. En el momento del lanzamiento de su disco más reciente, Lola, Rodriguez ha invocado la musa en su familia México-americana: cantante y estrella cinematográfica Eva Garza, quien fue su tía abuela. Este disco bilingüe incluye algunas pistas, con arreglos contemporáneos, del repertorio de su tía abuela, tales como “Noche de Ronda” y “Frío en el Alma.”

 

La cantante Eva Garza estrenó su carrera como adolescente en San Antonio, Texas, y surgió como uno de los pocos artistas México-americanos que se han ganado reputación internacional por todas las Américas. Intérprete consumada y seductiva del bolero romántico, durante los años ’40 y ’50 colaboraba con las figuras más importantes del campo, incluso Agustín Lara de México e Isolina Carillo de Cuba.

En todos los géneros de la música, siempre se encuentran personas talentosas “entre bastidores” que son mucho más influyentes que famosas. En el jazz y R&B, piense en Quincy Jones. En el caso de los Beatles, piense en George Martin. Y cuando se trata de la música mexicana, piense en Rubén Fuentes, el compositor, arreglista y productor quien, a lo largo de medio siglo, dejó su huella inconfundible en el estilo de música de pop más emblemático de México, el mariachi.

Valerio Longoria se encuentra entre los músicos de conjunto más innovadores que dieron forma al período clásico de la música en la época después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo denominado “la nueva generación.” El hijo de campesinos migrantes, se le atribuyen varios primeros en el género tejano durante una carrera que duró más de 60 años.

El 22 de febrero pasado marcó el 103º aniversario del asesinato del primer presidente revolucionario de México, Francisco Madero. Y como los otros eventos históricos, la trágica deposición y muerte son documentados por reconstrucciones históricas que se grabaron para darle a un público pre-televisivo un sentido de haber presenciado personalmente los eventos. Hoy, podemos escuchar esas grabaciones en nuestras computadoras, gracias a unas copias digitales de esos discos 78-rpm que se encuentran en la Colección Frontera.

Una de las contribuciones más importantes de la Colección Frontera es la documentación de la música México-americana, un patrimonio cultural que sin esto tal vez se habría perdido o pasado por alto. Tanto como escritor como como coleccionista de álbumes, me siento a menudo consternado por la poca información disponible sobre los artistas y sus grabaciones, no sólo de los México-americanos, sino de músicos latinos en general. 
 

El último Día de las Madres, exploramos canciones en la Colección Frontera que se dedicaban a las madres, especialmente en la música mexicana. El puro número de canciones populares que expresan reverencia y devoción a las madrecitas reveló lo que se podría llamar un culto de la maternidad en la cultura mexicana.

Recién, un fanático de música observador notó un error en este sitio y nos escribió para avisarnos. Su preocupación se relaciona con una de las composiciones más famosas y reconocibles del cancionero latinoamericano, con el título “Malagueña” o “La Malagueña.”

            Roberto García Cepeda, un bloguero cubano-americano, nos dijo que una grabación de RCA Victor de la clásica canción aparecía en el sitio con el compositor equivocado. Nos dijo que “Malagueña,” lanzada por RCA en México en un maxi-single con cuatro otras pistas (EP-MKE-93-A-1), fue escrita por el famoso compositor cubano Ernesto Lecuona. La canción, continuó, “no tiene nada que ver con Elpidio Ramírez,” el compositor mexicano mencionado en el sitio.

            García tiene razón, y no tiene razón.

            Es cierto que Lecuona es compositor de una canción llamada “Malagueña,” pero Ramírez también. Eso es porque hay dos versiones de la canción completamente distintas, una escrita como un instrumental semiclásico para el piano y la otra un son huasteco folklórico con guitarras y vocales. Las dos son igualmente famosas en sus propios géneros, separadas en su creación por dos décadas, y las dos con melodías tan familiares que se han convertido en piedras de toque culturales.

            Una pequeña pero importante distinción: el título del clásico cubano de Lecuona se escribe sin el artículo, simplemente “Malagueña.” La igualmente clásica canción folklórica mexicana de Ramírez lleva el título de “La Malagueña,” con el artículo femenino. Debido a un error en el procesamiento de los datos—que se corregirá—la grabación de Lecuona aparece en el sitio con el artículo, aunque el sello discográfico en sí lo escribe correctamente, sin el artículo.

            En todo caso, “Malagueña” se refiere a una mujer de Málaga, una ciudad y provincia ubicada en la región de Andalucía en el sur de España, conocida como la cuna de la música flamenca y la cultura gitana. La legendaria belleza de las mujeres de esa región también es representada en el arte, particularmente en el retrato “La Malagueña” de 1917 por el pintor Julio Romero de Torres, quien, influenciado por el flamenco, retrata a su sujeto con una guitarra en el regazo.

En la música rock, muchas veces los fanáticos se refieren a los miembros de una banda con su nombre de pila, como John, Paul, George y Ringo. En la salsa, durante el boom de la década de 1970, los fanáticos empezaron a exigir créditos para los músicos en todos los discos porque, como con jazz, a veces seguían tanto a los músicos acompañantes como al principal.

 Al juzgar por sólo el título, se pensaría que “Betty Ford” por Mariachi Continental de Miguel Díaz se trataría de una Primera Dama anterior. La canción es instrumental, así que no hay letras que nos cuenten una historia. El género, sin embargo, nos da una pista sobre su tema. Se encuentra en la lista como un pasodoble, el estilo teátrico pero elegante de las canciones que típicamente se tocan en las corridas de toro, especialmente durante la entrada de los matadores.

Afortunadamente, la grabación vieja y chirriante, producida en la década de 1950, empieza con un anunciador que nos dice por quién exactamente fue escrita la canción. Hablando en inglés con un acento fuerte de español y con una fanfarria de trompeta en el fondo, el locutor declara dramáticamente, “Su atención, por favor. Este pasodoble se dedica a la gran muchacha matadora, Bette Ford.”

Los archivos de las bibliotecas pueden parecer viejos y polvosos, aun en el mundo digital de hoy. Suele tocarles a los historiadores y etnomusicólogos rebuscar entre los artefactos de un tiempo ido, como los muchos discos 78-rpm de la primera mitad del siglo pasado que se encuentran en la Colección Frontera. Los investigadores deben encontrar la manera de ayudarnos a entender esas grabaciones pre-modernas y el contexto social en el cual se hicieron.

Es raro que tengamos la oportunidad, mientras pasan las décadas, de escuchar directamente a los mismísimos artistas. Eso es lo que hace la historia de Eva Quintanar tan especial, porque todavía está aquí para darle vida a su propia música.

Eva Quintanar fue una compositora prolífica, instrumentalista, cantante y directora musical durante los años ’40 y ’50 en Los Ángeles, y fue unas de las pocas mujeres que jugaron papeles de liderazgo en la industria musical de la época, que fue dominada por los varones. Aparecía regularmente con su propia orquestra en locales prestigiosas del centro de la ciudad, en particular el Million Dollar Theatre, y ganó reputación como excelente acompañanta para las superestrellas de México conocidas internacionalmente, como Pedro Infante y Pedro Vargas.

Eva Quintanar es compositora, pianista, arreglista y directora de orquesta que tuvo una carrera activa en Los Ángeles durante las décadas de 1940 y 1950 (lea su biografía de artista aquí[.1] ). Ahora con 100 años de edad, vive en un asilo donde todavía compone música y toca el piano. Se encuentra entre los pocos músicos que sobreviven de una época que produjo un ámbito musical especialmente productivo dentro de la comunidad México-americana de Los Ángeles. 

Hay una canción antigua en la Colección Frontera que captura el fervor patriótico alrededor de la celebración anual del Día de Independencia mexicano, que cae el 16 de septiembre. El primer verso, sin embargo, incluye una línea con que muchos mexicanos hoy en día no estarían de acuerdo, dada la corriente actual de malestar social.
 

Miguel Aceves Mejía (1915–2006) fue uno de los partidarios principales de la música folclórica mexicana, con una voz dotada y versátil que lo convirtió en un artista conocido por todo el mundo hispanohablante. Durante una carrera que atravesó medio siglo, el cantante y actor grabó más de mil canciones en 90 discos y protagonizó más de 60 películas. 

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