del UCLA Chicano Studies Research Center,
el Arhoolie Foundation,
y del UCLA Digital Library
La Historia de Hymie Wolf y Rio Records [i]
Durante la Segunda Guerra Mundial, sellos discográficos nacionales como Victor, Columia y Decca por poco dejaron de grabar y lanzar música regional en los Estados Unidos. En esos años, los sellos más importantes estaban luchando contra una huelga del sindicato de músicos y tenía que enfrentarse con la escasez de la goma laca, el material que se usa para hacer discos. Después de que terminó la guerra, los empresarios locales sentían una gran demanda reprimida del público por las grabaciones por artistas locales, especialmente de los dueños de tabernas que tenían rocolas. Sin experiencia en la industria de música, muchos de estos hombres de negocios locales iniciaron sus propios sellos discográficos desde cero, comprando el equipo esencial para hacer los discos: un cortador de discos, acetatos en blanco, una mezcladora y un par de micrófonos. Manuel Rangel Sr., quien manejaba un negocio de reparaciones eléctricas que reparaba rocolas en el área de San Antonio, fue según la mayoría de los cuentos el pionero de los sellos discográficos tejanos, empezando con el lanzamiento de una canción por el acordeonista Valero Longoria en el sello Corona de Rangel, probablemente a principios de 1948.
Le siguió otro empresario de un pequeño negocio de San Antonio. Hymie Wolf fundó Rio Records en lo que antes había sido su licorería. Remodeló la licorería para hacer una tienda de discos y armó el estudio de grabación en una habitación trasera. El membrete de esta operación de un solo hombre anunciaba orgullosamente, “Wolf Recording Company, Home of the Rio Record” (“Compañía de Grabacion Wolf, Hogar del Rio Record”).
Ubicada en 700 West Commerce Street en el corazón del centro desbordante de San Antonio, la tienda quedaba a solo unas cuadras al este de la Plaza del Zacate, donde los productos agrícolas eran el negocio principal. Aquí, todo tipo de gente se congregaba, y por las tardes escuchaban a los músicos ambulantes o compraban tamales calientes de los vendedores ambulantes. Justo unas cuadras hacia el sur, por South Santa Rosa Street, había una zona ocupada de honky tonks y cantinas donde se juntaban los tejanos y mexicanos para socializar, tomar, bailar, salir de parranda o relajarse al fin de un largo día de trabajos forzosos o trataban de tomar lo suficiente para olvidarse de sus problemas. Escuchaban a conjuntos en vivo o a grabaciones en la rocola, que muchas veces era mejor, y también más barato, y uno podía repetir las canciones preferidas sin parar todo lo que uno quisiera.
Para los fines de la década de 1940, los conjuntos, que típicamente incluían dos voces en armonía, un acordeón, un bajo sexto un bajo de cuerdas, hacían la música que los operarios, camioneros y otros obreros hispanohablantes querían escuchar. Músicos ambulantes de todo tipo, incluso duetos con guitarras, tríos, mariachis y conjuntos, andaban de cantina en cantina en busca de clientes dispuestos a pagar por canciones que se entregaban en ese mismo momento. Los cantantes tenían que saberse los éxitos más recientes y cantarlos bien para poder competir con las rocolas. Para bailar, sin embargo, se contrataba a músicos por la tarde. En ese caso, además de necesitar una entrega vocal atrayente, aguante y vigor, los músicos requerían también destreza instrumental, energía rítmica y cohesión para ser populares con los bailarines. Muchos de los músicos también se dieron cuenta de que si podían inventar sus propias canciones, podían ganar más dinero si sus composiciones llegaban a las manos de estrellas discográficas establecidas.
Algunos de los cantantes y músicos que se encontraban en esa habitación trasera que era el estudio de grabación de Wolf ya eran artistas establecidos que habían estado ganándose la vida con la música por un tiempo ya. Había el corridista excelente de San Antonio, Pedro Rocha, quien había grabado extensamente en la década de 1930 y era bien conocido en la escena de música local. Otros que grababan para Rio eran Juan Gaytan y Frank Cantú (aka Pancho Cantú), cantantes y compositores populares de San Antonio quienes habían estado en la escena de música por muchos años. Las hermanas de Lydia Mendoza, Juanita y María, que trabajaban como el dúo Las Hermanas Mendoza, también eran un nombre conocido en San Antonio después de haber iniciado su carrera allá en el Bohemia Club durante la guerra.
Sin embargo, la mayoría de los artistas que aparecerían en el sello Rio eran jóvenes principiantes resueltos a ser escuchados. Los primeros artistas que aparecerían en un disco 78 rpm de Rio fueron el dueto de Andrés Álvarez y Polo Cruz. Los dos fueron acompañados por el acordeonista Jesús Casiano, quien ya era un artista discográfico de la época preguerra. La etiqueta decía, “Álvarez y Cruz y Los Tejanos” y la primera canción, Rio No. 101, fue “Mujer de las Cantinas”! La música honky tonk había llegado y Rio Records, durante la breve década de su existencia, documentó unos de los más finos ejemplos de este género en español en San Antonio. Por cierto, estas grabaciones constituyen retratos auditivos auténticos de una cultura y tradición dinámica que se reanimó y dejó de lado sus viejas cadenas conservadoras durante el período de prosperidad social y económica de la época después de la Segunda Guerra Mundial.
Fred Zimmerle, junto con sus hermanos, empezó su carrera con Rio y llegó a ser uno de los mejores y más queridos acordeonistas con su Trío San Antonio. Valerio Longoria se trasladó a Rio e introdujo el bolero de tono alto a los clientes de las cantinas. Tony de la Rosa, en camino a hacerse el rey de la polka en el sur de Tejas, hizo unos discos tempranos para Rio (como Conjunto De La Rosa) mientras visitaba San Antonio. Conjunto Alamo, con Leandro Guerrero o Félix Borrayo en acordeón y Frank Corrales en guitarra, llegó a ser muy popular en San Antonio. Pedro Ibarra también llegó a ser un músico muy respetado en la ciudad y seguía activo en la escena musical local hasta la década de 1990. Y Los Pavos Reales vinieron a San Antonio del cercano Seguin para luego ser estrellas importantes de la música de conjunto.
Un joven llamado Leonardo Jiménez, fuertemente influenciado por Pedro Ibarra, hizo sus primeros discos para Rio con . Uno de los hijos de Don Santiago Jiménez, llegó a ser mundialmente famoso 20 años después como Flaco Jiménez. (La Colección Frontera contiene 73 cortes por Los Caminantes en Rio. Esas primeras grabaciones por Flaco Jiménez y Henry Zimmerle con Los Caminantes son disponibles en un CD de compilación, Arhoolie 370, titulado Flaco’s First.)
Muchos de los artistas con Rio Record eran jóvenes rebeldes, de algunas maneras el equivalente de los músicos de blues, rap o punk de hoy: Los Tres Diamantes, Los Chavalitos, Conjunto Topo Chico, Conjunto San Antonio Alegre y del Valle Bajo, Armando Almendarez, el acordeonista quien obviamente había escuchado los discos de rocola del Rey de Luisiana Zydeco, Clifton Chenier. Una orquesta tejana auténtica, Alonzo y Sus Rancheros, junto con la elegante cantante de rancheras Ada García, quien tenía una voz maravillosamente enternecedora, también apareció en el sello.
Tal vez algunos de estos cantantes y músicos habrían encontrado el camino a otros productores discográficos emprendedores, como lo hicieron varios entre ellos, pero pocos productores parecen haber tenido el mismo tipo de entendimiento, entusiasmo y relación agradable con los artistas que tenía Hymie Wolf. Además de la diversión y jovialidad evidentes en estas grabaciones, el entusiasta mercante de música hizo de Rio Records una empresa exitosa, aunque fuera limitada y efímera, con la ayuda de su personalidad, recursos, experiencia con el negocio, y la muy importante cooperación de los cantantes y músicos locales.
Wolf fue el último de cuatro hermanos nacidos en San Antonio a Morris y Rose Wolf, quienes habían nacido en Rusia. Su padre tenía una tienda de ropa en Commerce Street, donde luego estaba el famoso Restaurante Los Apaches. (Hoy el restaurante se ha cerrado.) Wolf estudió en San Antonio, y habla el español con fluidez y algo de alemán. Eventualmente, enseñaba la electrónica en Kelly Air Force Base. Y fue alrededor de 1948 que remodeló su licorería y abrió la Rio Record Shop que contenía el Wolf Recording Company y llegó a ser el “Home of the Rio Record” (“Hogar del Disco Rio”) durante la próxima década.
En 1956, Wolf conoció a Genie Miri, y se casaron el 23 de junio de 1960. Por los próximos tres años, Wolf, quien era un piloto excelente, también operaba un negocio de aviación y su esposa lo acompañó en muchos viajes. La pareja trabajaba en la tienda de discos hasta la muerte de Wolf el 10 de octubre de 1963. Su esposa siguió operando la tienda por muchos años después, pero el sello dejó sus actividades de grabación en 1963, con la excepción de Rio No. 455 por Luis Gonzáles, que fue publicado en julio de 1964 y tuvo su última reimpresión en 1968. En la década de 1970 conocí a Genie Wolf en la vieja ubicación de la tienda. Cuando le pregunté cuál conjunto local más le impresionaba, me sugirió que grabara a Flaco Jiménez, quien le daba la impresión de tener mucho carisma. En 1991, compré todas las copias maestras y contratos de Rio Records de la Sra. Wolf para Arhoolie.
La mayoría de los 78s y 45s de Rio son excepcionalmente raros porque las ventas fueron pocas debido o a una distribución limitada o al hecho de que nadie los escuchó o nadie los quiso. Wolf no creía en la promoción, y ¡hasta cobraba a las estaciones de radio por las copias de sus discos en vez de pagarles para que tocaran sus discos, como era la costumbre general de la época! Y era cuidadoso en la producción, juzgando por las entradas en su libro de contabilidad, que muestra las órdenes y ventas para los lanzamientos de Rio. Por ejemplo, en agosto de 1956, inicialmente pidió 300 copias de No. 374 por Los Caminantes (200 78s y 100 45s). Sin embargo, esa grabación de “Mis Penas,” acompañada por “Borrar Quisiera,” las dos escritas por Henry Zimmerle, llegó a ser popular y las reimpresiones fueron frecuentes, pero en pequeñas cantidades, entre un mínimo de 25 y un máximo de 110, que eventualmente resultó en un total de 2,820 unidades impresas para 1961, combinados los 78s y los 45s. En contraste, la orden de impresión inicial en 1960 para el sencillo 45 rpm Rio No. 441 por Los Navegantes fue para 150 unidades, y el artículo nunca volvió a impresionarse.
Además de ser difíciles de encontrar, estas grabaciones fueron primitivas; y mientras crecía la competición, la mayoría de los artistas acudieron a sellos y productores más profesionales, incluso José Morante en San Antonio y los sellos discográficos Falcon e Ideal en el sur de Tejas. Para la autenticidad, sin embargo, ningún otro sello ni productor capturó la música de cantina pura como lo hizo Hymie Wolf en sus grabaciones con Rio.
̶Chris Strachwitz
[i] Esta historia de sello fue adaptada de notas de disco originalmente escritas por Chris Strachwitz para la compilación de 1994 de Arhoolie Records, Tejano Roots: San Antonio's Conjuntos in the 1950s (Ideal/Arhoolie CD-376).
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