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La Fonda

El Regreso Triunfante de Los Camperos

Cuando yo estaba en la universidad, mi padre hacía viajes ocasionales de San José a Los Ángeles para ver el nuevo mariachi en La Fonda, un restaurante en Wilshire Boulevard. Sus visitas fueron más bien peregrinajes musicales. El Dr. Gurza siempre decía que no había dónde escuchar un buen mariachi en el Área de la Bahía. Así que, cada vez que manejaba hacia el sur, ostensiblemente para visitar a un amigo de nuestro pueblo natal, Torreón, siempre iba directo hacia La Fonda primero. Eso era un viaje de ocho horas en esa época, en la vieja carretera 101. Pero Papá nunca se sentía demasiado cansado para disfrutar una o dos actuaciones por Los Camperos de Nati Cano.

Adelántese casi 40 años. Otra vez estoy parado en La Fonda, esta vez como escritor para Los Angeles Times, entrevistando a Nati Cano en el momento en que estaba a punto de ser echado de su posición de hace mucho tiempo. Se encontraba en medio de una disputa legal con el propietario sobre aumentos en el alquiler, víctima del aburguesamiento que ha desalojado a tantos latinos de sus casa y negocios en muchos barrios de California. Sería una batalla perdida para el músico veterano que había hecho tanto para elevar el estatus de la música mariachi al norte de la frontera. Finalmente, en 2007, fue forzado a abandonar el lugar que había ocupado por casi medio siglo. Siete años más tarde, se murió.

Yo siempre llevaba un toque de resentimiento cultural por ese episodio de la historia de la música México-americana en Los Ángeles. Todo debe pasar, como dijo George Harrison. Pero esta transición dejó un mal sabor. Cano, quien dedicó su carrera a promover la música mariachi en el Sur de California, fue eliminado bruscamente del sitio que él había establecido en 1969, cuando no había nada parecido en nuestra área. Cano es considerado el primero en poner en la vidriera un mariachi local por poner su conjunto en una plataforma elevada, así haciéndolo un foco de atención en su restaurante. Esto era una época en la cual el mariachi típico era más comúnmente una banda de juglares ambulante que tocaba para propinas. Así que el formato de cena teatro fue recibido por los fanáticos como una innovación emocionante y validadora.

Y luego Nati Cano y sus Camperos fueron desechados, no para el progreso, sino para sacer provecho.

Esta triste historia podría haber sido un corrido trágico, si no fuera por el final feliz inesperado. Este año, Los Camperos han regresado a su venerado sitio original, siguiendo con los espectáculos de cena regulares como la banda de la casa en La Fonda. En su nueva encarnación, Mariachi Los Camperos se encuentra bajo la dirección de Jesús “Chuy” Guzmán, un veterano del conjunto que trabajaba con Cano y quien también es profesor de música mexicana en el Departamento de Etnomusicología en UCLA.

El restaurante ha sido algo remodelado, con una plataforma más pequeña insertada en una esquina y un plano abierto que hace que los actos sean visibles desde el bar. Los viejos cuadros de los músicos pasados del conjunto se han quitado, con la excepción de uno. El único retrato que queda colgado, apropiadamente, es una imagen atractiva del sonriente fundador del restaurante, Nati Cano.

El espectáculo en La Fonda sigue atrayendo a una audiencia internacional, incluso muchos turistas. Al mismo tiempo, Los Camperos han continuado con su horario de gira ocupado, llevando el estándar de música de mariachi de calidad de concierto por todo el mundo.

“Sólo puedo testificar el amor que la gente les tiene en cualquier lugar donde hayan difundido su magia,” dice el periodista de música para NPR Félix Contreras, quien recuerda haber visto a Cano y a sus Camperos en un festival de mariachi en Fresno hace años. “Las audiencias de Fresno les daba la bienvenida no sólo por la reputación que había ganado el grupo, sino también principalmente por la habilidad del grupo de tocar mariachi del corazón de conmovía directamente a la gente.”

La Colección Frontera incluye varias grabaciones por Los Camperos, tanto LPs como sencillos de 45-rpm con varios sellos. Una búsqueda produce resultados para el grupo bajo diferentes nombres: Mariachi Los Camperos, Súper Mariachi Los Camperos, y Mariachi Los Camperos de Nati Cano.

Uno de esos sencillos contiene “Somos Novios,” el clásico de Armando Manzanero, acompañado por “Yo Sin Ti.” Las canciones son de un LP que no está en la base de datos que lleva el título “El Súper Mariachi Los Camperos en La Fonda.” El disco no lleva fecha, pero mi copia personal tiene autógrafos de algunos miembros de la banda con una fecha bajo una de las firmas: 5 de agosto de 1972. Eso es sólo tres años después de que Cano abrió La Fonda, y la foto del grupo en la cubierta muestra el líder de la banda como un joven, agarrando su violín y sonriendo, claro.

La grabación fue lanzada por Latin International, un sello local de Pepe García, otra figura pionera en la industria local de la música latina. García, un cubano-americano que se había mudado a L.A. de Miami, había construido un mini-imperio de música, que controlaba con una autoridad real. Sus empresas incluían el sello discográfico y un distribuidor de discos mayorista, todas basadas en su tienda de música de venta al por menor llamada Música Latina, ubicada en Pico Boulevard y sólo diez minutos de La Fonda. El imponente edificio de la esquina era emblemático en la floreciente industria discográfica en Los Ángeles, y sellos mexicanos abrían sucursales para la venta estadounidense por todo el corredor de Pico, justo al oeste del centro. En esa época, el negocio latino todavía era bastante marginado, concentrado en áreas como “La Pico” y por Broadway, en ese entonces un distrito de compras puramente latino, salpicado de tiendas de discos latinos en un centro pre-aburguesado. Expertos en la música latina se reunían para comer en un restaurante cubano llamado El Colmao, adyacente a Música Latina. El restaurante sigue ahí, aunque hace mucho que Música Latina desapareció, junto con el resto de los negocios discográficos que antes prosperaban en el área.

Menciono estos antecedentes para dar el contexto de la importancia de este LP temprano de Los Camperos. Captura este periodo seminal en la industria de música latina en L.A., cuando artistas locales y empresarios se juntaban para dejar su huella. Algunos, como Cano, tendrían más éxito de lo que se podían haber imaginado.

Los Camperos se encontraron como centro de atención internacional en 1964, cuando interpretaron en Carnegie Hall como acompañamiento para Pedro Vargas, uno de los cantantes mexicanos más populares de la época. El concierto fue grabado en vivo y lanzado como recopilatorio por RCA Victor. Mi copia del disco incluye una libreta de programa con una pequeña foto de Los Camperos en escena con Vargas en el famoso sitio neoyorquino. En una reseña algo condescendiente del espectáculo, The New York Times llamó el concierto “sentimental,” comparó la popularidad del cantante con un “serape” [sic] y mencionó que Vargas le dio un “brazo” [sic] al embajador mexicano, evocando una imagen horripilante de dos hombres que intercambiaron los brazos en escena en vez de darse un abrazo. La reseña refleja las actitudes degradantes y estereotípicas hacia la música contra las cuales Cano tuvo que luchar durante toda su carrera.

Casi cuarto siglo después, Cano y sus Camperos participaron en otra contribución emblemática, esta vez con la cantante Linda Ronstadt para su grabación de estándares del mariachi mexicano, Canciones de mi Padre. (El disco entero se encuentra en la Colección Frontera, aunque ni Nati Cano ni Los Camperos son atribuidos como mariachis acompañantes.) Ronstadt recuerda haber ensayado con Los Camperos en un salón de fondo para la despensa en La Fonda. En una entrevista para mi perfil de Cano de 2001 en Los Angeles Times, Ronstadt me dijo que consideraba al líder de la banda de mariachi un mentor que le había ayudado a capturar el sentido auténtico del género.

Ese disco, y una continuación, Más Canciones, donde aparecían Los Camperos de nuevo, provocó un resurgimiento de interés en la música mariachi por todos los Estados Unidos. Cano indicó que esos discos fueron hitos en la campaña de ganar más respeto para la música mariachi como género.

El concepto de cena teatro de Cano ha sido imitado por otros mariachis en el sur de California y en el Suroeste. Hoy, casi se da por hecho. Pero es difícil exagerar lo fascinante que era el programa cuando primero se presentó. Considere el siguiente recuento de Daniel Sheehy, director del Smithsonian Center for Folklife and Cultural Heritage, quien obtuvo su doctorado en la etnomusicología en UCLA en 1979. Sheehy, quien se ingresó en un conjunto de mariachi del campus cuando era estudiante, recuerda la emoción de su primera visita a La Fonda en 1969.

“Para mis compañeros y yo, que éramos entusiastas de la música mariachi, un viaje a La Fonda era parecido a visitar a un templo sagrado de la música mariachi, y Nati Cano era el sumo sacerdote,” escribe Sheehy en las notas de disco para el CD de Los Camperos de 2002, ¡Viva el Mariachi!, en Smithsonian Folkways, el sello que él manejaba en ese momento. “La meta de su vida ha sido la de traer más aceptación, comprensión y respeto a la tradición de mariachi, y de alcanzar una audiencia la más amplia posible con su música. Su postura intransigente ha sido de preservar el ‘sonido mariachi’ esencial, en sus palabras, como la base de la tradición. Sé que hay muchos que concordarán que en esto ha tenido éxito.”

- Agustín Gurza

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