del UCLA Chicano Studies Research Center,
el Arhoolie Foundation,
y del UCLA Digital Library
Las hazañas del beisbolista Yasiel Puig—y la historia dramática de cómo se salió de Cuba—han atraído mucha atención de los medios. Pero ésta no es la primera vez que la historia de un inmigrante que se pasó de mendigo a millonario ha capturado la imaginación de los fanáticos de los Dodgers en Los Ángeles. De hecho, nada nunca se comparará con el furor de cultura pop que rodeaba el fenómeno que llegó a conocerse como “Fernando-manía.” Las dos superestrellas deportivas, separadas por una generación, ahora hasta evocan comparaciones entre los cronistas deportivos.
Fue en 1981 que Fernando Valenzuela, un muchacho de 20 años del pueblo de Navojoa, Sonora, tomó el montículo en el Dodger Stadium y arrasó el mundo de béisbol. Condujo a los Dodgers a la Serie Mundial y se convirtió en héroe popular para los latinos de Los Ángeles. Una historia como ésta sin duda inspirará a los compositores, desde los profesionales hasta los aficionados. Y en efecto, los compositores escribieron innumerables canciones para El Toro Valenzuela.
Varios de estos tributos musicales son incluidos entre los sencillos 45-rpm de la Colección Frontera. Hay, por ejemplo, la humorística parodia de matador, “Ole[.1] ! Fernando,” por el difunto Lalo Guerrero, conocido como el Padre de la Música Chicana, acompañado por el Mariachi Sol de México de José Hernández (basado en Los Ángeles), quien hizo el arreglo. Lalo escribió y cantó las letras en inglés:
.
(Fernando, eres una bocanada de aire fresco para todos nosotros.
Y cuando lanzas la pelota,
Lo haces con estilo y gracia.
Nos devolviste a la carrera.)
El vinilo en esta pieza de colección (Ambiente AMB-001) fue impreso en el azul de los Dodgers. Curiosamente, el lado B contiene la mismísima canción, con la excepción de que falta el “Ole” del título.
Mi preferido es el tributo por el cantautor Cornelio Reyna, anteriormente de Los Relámpagos del Norte. Escribió la canción, “El Niño Fenómeno.” De hecho, hay dos versiones de la canción, con estilos diferentes y con algunas variaciones en los versos. Hay una versión norteña, por Freddie Records (basado en Tejas), con un acordeón pegajosa que se refiere a la herencia yaqui sonorense de Valenzuela. La segunda versión aparece en Musart, un sello mexicano, y es acompañada por el Mariachi Nuevo Tecalitlán. Ésta, sin embargo, parece comercializada y suavizada para que pudiera escucharse por la radio mexicana, con un ritmo acelerado y menos versos, y sin ninguna referencia a los yaquis.
En cualquier de las dos versiones, la canción tiene vigor y espíritu. Se siente surgir la admiración genuina de un fanático a través de la voz ronca de Cornelio. Durante los descansos instrumentales en los dos discos, alienta a su lanzador preferido con una apelación para el orgullo étnico, y cierta venganza vicaria contra la dominación de los EEUU de México, un asunto que se enconaba hace tiempo: “Échale, paisano. Pónchete a los güeros.”
Podría ser coincidencia lingüística que la jerga en español por eliminar a un toletero también se refiere al acto de noquearlo.
También me gusta el video para esta canción por Los Invasores del Norte, hecha en el estilo de un corrido heroico.
-AgustÍn Gurza
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