del UCLA Chicano Studies Research Center,
el Arhoolie Foundation,
y del UCLA Digital Library
“Perfidia” se ha mantenido como una de las canciones más apreciadas y duraderas del cancionero latinoamericano. Compuesta hace más de 80 años por el mexicano Alberto Domínguez, se consagra como uno de esos estándares eternos que sigue inspirando a los artistas y resonando entre los amantes de la música, tanto jóvenes como ancianos.
Recientemente, escuché la memorable melodía de la canción mientras miraba una nueva película en Netflix, la película española Vivir Dos Veces (2019), de la directora barcelonesa María Ripoll. La película se trata de un envejecido profesor de matemáticas llamado Emilio, un viudo solitario que se hunde en las terroríficas etapas iniciales de la demencia. Explora cómo él y su pequeña familia, una hija que se hace cargo de la situación y una nieta precoz, manejan la crisis.
Durante los servicios funerarios para el querido cantante de pop de México José José este mes, se tocaba una canción que seguramente llegaba al corazón de la mayoría de los mexicanos, especialmente los que miraban desde lejos. La canción se llama “La Golondrina,” un auténtico himno que por más de un siglo ha contribuido un toque de nostalgia a los momentos de pérdida, despedida, y exilio.
Entre los mexicoamericanos aculturados, solo un puñado de canciones mexicanas han logrado gozar de una gran popularidad y una significancia cultural especial por este lado de la frontera. Algunas llegan a ser canciones icónicas, con letras y melodías memorizadas por los hijos y nietos de inmigrantes.
Casi todo país tiene una colección de canciones que constituye su ADN musical. Canciones aprendidas por los niños casi antes de que aprendan a hablar, como “Home on the Range,” “Oh, Susana” y “This Land Is Your Land” en los Estados Unidos.
En México, una canción icónica es la ranchera clásica “Allá en el Rancho Grande.” Como las otras canciones que son emblemáticas de una cultura nacional, “Rancho Grande” tiene una melodía que es instantáneamente reconocible y unas letras que parecen surgir de la memoria colectiva de la nación, aunque no entendamos exactamente qué quieren decir.
Recién, un fanático de música observador notó un error en este sitio y nos escribió para avisarnos. Su preocupación se relaciona con una de las composiciones más famosas y reconocibles del cancionero latinoamericano, con el título “Malagueña” o “La Malagueña.”
Roberto García Cepeda, un bloguero cubano-americano, nos dijo que una grabación de RCA Victor de la clásica canción aparecía en el sitio con el compositor equivocado. Nos dijo que “Malagueña,” lanzada por RCA en México en un maxi-single con cuatro otras pistas (EP-MKE-93-A-1), fue escrita por el famoso compositor cubano Ernesto Lecuona. La canción, continuó, “no tiene nada que ver con Elpidio Ramírez,” el compositor mexicano mencionado en el sitio.
García tiene razón, y no tiene razón.
Es cierto que Lecuona es compositor de una canción llamada “Malagueña,” pero Ramírez también. Eso es porque hay dos versiones de la canción completamente distintas, una escrita como un instrumental semiclásico para el piano y la otra un son huasteco folklórico con guitarras y vocales. Las dos son igualmente famosas en sus propios géneros, separadas en su creación por dos décadas, y las dos con melodías tan familiares que se han convertido en piedras de toque culturales.
Una pequeña pero importante distinción: el título del clásico cubano de Lecuona se escribe sin el artículo, simplemente “Malagueña.” La igualmente clásica canción folklórica mexicana de Ramírez lleva el título de “La Malagueña,” con el artículo femenino. Debido a un error en el procesamiento de los datos—que se corregirá—la grabación de Lecuona aparece en el sitio con el artículo, aunque el sello discográfico en sí lo escribe correctamente, sin el artículo.
En todo caso, “Malagueña” se refiere a una mujer de Málaga, una ciudad y provincia ubicada en la región de Andalucía en el sur de España, conocida como la cuna de la música flamenca y la cultura gitana. La legendaria belleza de las mujeres de esa región también es representada en el arte, particularmente en el retrato “La Malagueña” de 1917 por el pintor Julio Romero de Torres, quien, influenciado por el flamenco, retrata a su sujeto con una guitarra en el regazo.
Al juzgar por sólo el título, se pensaría que “Betty Ford” por Mariachi Continental de Miguel Díaz se trataría de una Primera Dama anterior. La canción es instrumental, así que no hay letras que nos cuenten una historia. El género, sin embargo, nos da una pista sobre su tema. Se encuentra en la lista como un pasodoble, el estilo teátrico pero elegante de las canciones que típicamente se tocan en las corridas de toro, especialmente durante la entrada de los matadores.
Afortunadamente, la grabación vieja y chirriante, producida en la década de 1950, empieza con un anunciador que nos dice por quién exactamente fue escrita la canción. Hablando en inglés con un acento fuerte de español y con una fanfarria de trompeta en el fondo, el locutor declara dramáticamente, “Su atención, por favor. Este pasodoble se dedica a la gran muchacha matadora, Bette Ford.”
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