del UCLA Chicano Studies Research Center,
el Arhoolie Foundation,
y del UCLA Digital Library
Los regalos más comunes para el Día de las Madres son flores, chocolates, y quizás joyería. Pero tradicionalmente, mexicanos también dan música como regalo para honrar a sus madrecitas. El álbum de Los Tigres del Norte, “A Ti Madrecita,” contiene 12 canciones expresando devoción a sus madres, amarrado con un moño encima.
Curiosear por los títulos de canciones en la Colección Frontera muestra que importante es la culta de maternidad en la música mexicana. Una búsqueda por la palabra “madre” produce 20 páginas de resultados, y el diminutivo, “madrecita,” otras cinco. (Aunque, para ser exacto, la cuenta no debe de incluir las 15 versiones de “Me Importa Madre,” donde el termino es usado profanamente para decir “I don’t give a hoot,” para ponerlo cortésmente.)
El resto de las canciones son muy respetuosas, incluso reverencial. Hay 53 versiones de “Amor de Madre,” expresando el tema clásico que no hay amor como amor de madre. Madres son aclamadas como santas, angélicas, inmortales e inolvidables. Son adoradas, idealizadas y queridas, pero a veces también abandonadas, aunque hijos pródigos siempre son arrepentidos.
Hayamos canciones sobre el rosario de una madre, su rebozo, su voz, sus lágrimas, sus consejos, sus bendiciones, sus maldiciones y su última morada.
Las canciones ofrecen rosas, cartas, disculpas, oraciones, poemas, y serenatas. Y porque la música lo produce inmigrantes lejos de casa, el dolor de darse cuenta del fallecimiento de una madre en su país natal se refleja en las 27 versiones de esta despedida final, “Adiós Madre Querida.”
Sin embargo, una canción no cabe en este molde. Tiene un título que huele un poco a irreverencia, hasta atrevimiento: “Yo Debi Enamorarme De Tu Madre.”
Pero eso es para discutir un día diferente.
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