del UCLA Chicano Studies Research Center,
el Arhoolie Foundation,
y del UCLA Digital Library
Hace casi cuatro décadas desde el estreno en Los Ángeles de Zoot Suit, el musical pionero sobre la hostilidad racial explícita con la cual se enfrentaban los México-americanos en los Ángeles en los años 1940. La obra de Luis Valdez estrenó en el Mark Taper Forum el 28 de julio de 1978, y un año después estuvo brevemente en Broadway. A menos que lo hayas experimentado en ese momento, es difícil apreciar lo enorme que fue este hito cultural para los México-americanos, quienes luchaban por un lugar más digno en la sociedad estadounidense. La primera obra profesionalmente producida por y sobre México-americanos, Zoot Suit destrozó las barreras culturales y sociales.
Y efectivamente, fue un gran éxito, por lo menos en L.A. Todos estaban hablando de Zoot Suit. Nos hizo sentir que habíamos llegado. El hecho de que Valdez había empezado su carrera en el teatro como fundador de El Teatro Campesino en los 1960, asociado con el movimiento de los trabajadores agrícolas de César Chávez, hizo aun más significativo el éxito de su obra en teatro convencional. Como escribí en Los Angeles Times en 2001, “Zoot Suit sigue siendo una obra sobre las posibilidades, sobre individuos de culturas en confrontación que encuentran un objetivo común. Es sobre hacerse americano, una historia tal vez más importante hoy que nunca.”
Recuerdo haber visto la obra cuando estaba en el Aquarius Theatre en Sunset Boulevard. Qué emoción. He visto centenas de actuaciones artísticas en vivo en mi carrera como crítico y escritor de cultura. Zoot Suit todavía sobresale como una de las más memorables, junto con Los Van Van en Marina Hemingway en La Habana (1988) y el último concierto de los Beatles en Candlestick Park en San Francisco (1966).
Volvemos a recordar Zoot Suit este mes mientras el Center Theatre Center Group prepara la presentación de su primera recuperación del drama chicano. A partir del 31 de enero, vuelve al Mark Taper Forum, con Luis Valdez de nuevo en la silla del director. El papel de El Pachuco, que originalmente lanzó la carrera de un joven y carismático Edward James Olmos, ahora será jugado por el actor Demián Bichir, quien ha sido nominado por un Oscar. Y la actriz Rose Portillo, quien apenas se había graduado de la universidad cuando protagonizó la producción original como Della Barrios, novia del protagonista Henry Reyna, encarcelado por motivos falsos, volverá como la madre de Reyna. (Portillo salió recientemente en la revista de antiguos alumnos de Pomona College, su alma máter, donde ahora enseña el teatro.)
La obra es tanto didáctica como entretenida. Nos enseñó sobre el acoso descarado a la juventud chicana en esa época, perseguida por su etnicidad y su estilo jazzístico de zoot suit, que incluía sacos largos, sombreros de plumas, pantalones holgados y cadenas largas que caían sobre sus piernas. En lo que llegó a conocerse como los Zoot Suit Riots, jóvenes chicanos fueron atacados y desnudados en las calles de L.A. por miliares apostados en el Sur de California. La histeria generalizada contra los llamados “pachucos” fue alimentada por una prensa sensacionalista, con titulares que ventilaban las llamas de animosidad hacia los México-americanos. El drama en sí está basado en otro evento histórico, el caso del asesinato en 1942 en Sleepy Lagoon, en el cual un grupo de jóvenes México-americanos fueron condenados injustamente por asesinato.
Bastante pesado para un musical. Paradójicamente, sin embargo, la obra rebosa de canciones animadas que capturan el espíritu exuberante de la comunidad frente al antagonismo abrumador, tanto del Sistema como de la población blanca, que es la mayoría. La banda sonora refleja la efervescente fusión cultural de los 1940, ya que mezcla principalmente swing y mambo, dos estilos de baile que alimentaron las pasiones biculturales de la juventud México-americana a mediados del siglo.
La Colección Frontera contiene muchos ejemplos de ese estilo musical, y específicamente varias canciones que salen en la obra. Los cortes más famosos son por Lalo Guerrero (1916-2005), el cantautor conocido como el padre de la música chicana. Su canción, “Los Chucos Suaves,” es prototípica del estilo pachuco de la época y llegó a ser la canción característica de la obra.
En la grabación original de 78 rpm en Imperial, donde salen Lalo Guerrero y Sus Cinco Lobos, el compositor habla durante las pausas instrumentales en la jerga de los pachucos conocida como caló, el cual se destaca el en diálogo de la obra. No como la versión moderna y más densamente producida que se encuentra en la banda sonora, la grabación temprana de Guerrero tiene una producción rala que realza el ritmo constante de las maracas y los acentos enérgicos del timbal, junto con una sabrosa trompa de estilo cubano y solos en el piano. La grabación en la banda sonora suena mucho más arreglada en un estilo de salsa de los 1970, como se podría esperar de la superestrella de salsa Tito Puente, quien aparece en los créditos.
Guerrero escribió dos otras canciones que se incluyen en la obra. “Marihuana Boogie” es un bugui-bugui directo que también grabó en Imperial con sus Cinco Lobos. La versión actualizada que aparece en la banda sonora tiene letras por el dramaturgo Valdez. La tercera canción por Guerrero es el swing “Vamos a Bailar,” también en Imperial, pero esta vez acompañado por su orquesta en vez del quinteto. Este arreglo muestra lo suave que es la combinación de los estilos estadounidenses y latinos, tejando intervalos de mambo y danzón al formato jazzístico.
En su larga carrera, Guerrero grabó música en una gran variedad de estilos, incluso los boleros clásicos, rancheras con mariachi y canciones populares con su propio acompañamiento en guitarra. Era conocido también por las canciones novedades, incluso una serie de canciones para niños interpretadas como Las Ardillitas de Lalo Guerrero, una versión en español de Alvin & the Chipmunks. Su canción novedad más famosa es también su más controvertida. “Pancho López,” cantada con la melodía de “The Ballad of Davy Crockett” (“La Balada de Davy Crockett”), fue criticada por activistas chicanos por supuestamente haber fomentado estereotipos, lo que aparentemente hizo que Guerrero dejara de cantarla en público.
La Colección Frontera incluye más de 500 grabaciones individuales por Guerrero, incluso muchos 78s en sellos tanto nacionales como internacionales. Además de las composiciones que Guerrero escribió e interpretó por sí mismo, el archivo contiene varias grabaciones por otros artistas que interpretan sus canciones. La música de Guerrero también aparece en una compilación de 2002 por Arhoolie Records con el título apropiado de Pachuco Boogie, en la cual aparece un bajista, compositor y arreglista México-americano de El Paso llamado Edmundo Martínez Tostado (también conocido como Don Tosti, o Don Ramón). Ese mismo año, entrevisté al músico jubilado, envejeciendo pero todavía irreverente, en su casa de reposo en Palm Springs. El artículo en los LA Times (“For Tosti, the Zoot Suit Still Fits”/”Para Tosti, el Zoot Suit Todavía le Queda”) salió casi exactamente dos años antes del día de su muerte, que ocurrió cuando tenía 81 de edad.
La otra figura musical importante en la obra es el hermano del creador, cantautor Daniel Valdez, quien protagonizó la producción original como Henry Reyna. Los dos hermanos Valdez salieron de la escuela rudimentaria del teatro guerrillera de Teatro Campesino. Pero mientras que Luis pasó a tener un limitado éxito en Hollywood como director de La Bamba, la película biográfica sobre la estrella de rock Ritchie Valens, la carrera del hermanito Daniel se apagaba.
Daniel, quien interpreta en la banda sonora original de Zoot Suit, lanzó un disco más temprano con sus propias canciones llamado “Mestizo,” lanzado en 1974 por A&M Records, el gran sello independiente de Herb Alpert y Jerry Moss. Además de ese disco, la Colección Frontera incluye también un sencillo raro por Daniel Valdez llamado “Richard Campos,” una balada folklórica sobre un soldado chicano que se muere en la Guerra de Vietnam. El disco de 45 rpm fue producido por El Teatro Campesino de Aztlán y lanzado por Cucaracha Records, basado en Fresno.
A través de los años, he entrevistado a Luis Valdez varias veces. Cuando yo todavía era alumno de periodismo en UC Berkeley en los 1970, escribí una noticia de portada para nuestro periódico chicano, La Voz del Pueblo, por el cual visité a Valdez en su recinto del Teatro Campesino en San Juan Bautista. Treinta años más tarde, lo entrevisté para el artículo de LA Times ya mencionado con motivo de la primera revitalización de Zoot Suit en Los Ángeles, aunque ésta fue una lectura para una emisión por la radio que fue interpretada en el Skirball Cultural Center en Brentwood.
Eso fue en julio de 2001, y Valdez dijo que los temas de la obra seguían siendo relevantes. Mencionó publicidades para campañas que “criminalizaban” el antiguo alcalde Antonio Villaraigosa al relacionarlo con pandillas, un eco de la injusticia de Sleepy Lagoon.
“El daño físico que se hizo [durante la rebelión Zoot Suit], la humillación que sintió la comunidad mexicana, persistía en 1978 cuando estrenamos la obra,” dijo. “Contribuyó a nuestro éxito. Y continúa hoy. La justicia sigue abatiéndose sobre nuestra mera apariencia. Además, se han consolidado los estereotipos étnicos.”
Hoy, tristemente, siendo el atacar a México un pasatiempo oficial en nuestra política nacional, esos temas son más relevantes que nunca.
--Agustín Gurza
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