Esto es la historia de un inmigrante alemán alto y aventurero que recorrió los pueblos fronterizos entre los EEUU y México, armado con un magnetófono y una pasión para la música pueblerina. Sin hablar la lengua, navegaba las cantinas y botaba de bar en bar, buscando los mejores grupos locales. Su nombre es Chris Strachwitz, fundador de Arhoolie Records y la fuerza detrás de la masiva colección de música que lleva su nombre. Hace más de 40 años, fue seducido por el elemento conmovedor de la música que descubrió durante sus viajes en el Suroeste.
La historia de cómo Strachwitz grabó su primer álbum mexicano podría haber sido un buen corrido. Se sentía cómodo al frecuentar los antros de Tejas y Luisiana solo, como lo había hecho por años durante su búsqueda por cantadores de blues y cajún que merecían ser grabados. Pero en México, necesitaría una guía. Así que, por radio macuto, llegó a colaborar con el músico/activista chicano Rommel Fuentes, del pequeño pueblo fronterizo de Eagle Pass, Texas.
Era a los principios de los años 70, y Rommel sabía exactamente a dónde ir. “Venga acá,” dijo él. “Tienes que oír a Los Pingüinos. Son nuestro conjuntito preferido en Piedras Negras.”

Los Pingüinos del Norte fueron nombrados, algo humorosamente, por un lugar donde la temperatura llega a 100 grados en el verano. No fue difícil localizarlos donde tocaban en uno de los bares locales en Piedras Negras, justo al otro lado de la línea de Eagle Pass. Strachwitz había llegado equipado con un dispositivo de grabación móvil, un magnetófono de cinta doble hecho por Magnacord que pesaba 60 libras. Era “una máquina bastante buena en ese entonces,” el recordó. Y todavía lo tiene. El problema era que el dueño del bar no apreciaba las obsesiones con la música étnica de “este gringo que quería meterse con estos malditos conjuntos,” los poco valorados trovadores que pasaban la gorra pidiendo un dólar por canción y luego seguían su camino. El dueño no los quería entretenidos por una sesión de grabación en vivo que podría perturbar a sus clientes.
Expulsado pero no desanimado, Strachwitz deambuló al bar al lado, “El Patio.” Él estuvo determinado a capturar a Los Pingüinos tocando en su hábitat natural. “Si iba a grabar a alguien, lo quería hacer en una cantina,” recordó.
Dispusieron su estudio ambulante y prendieron el casete. Era el 7 de mayo de 1970.
“De hecho, nunca lo olvidaré,” dice Stratchwitz. “Había dos muchachas que por lo visto habían oído que alguien estaba haciendo grabaciones y nos hicieron entender que querían cantar.”
Rommel, su guía, se opuso. Le dijo a Strachwitz que las únicas mujeres que entraban a estas cantinas eran las de mala reputación, aunque el lenguaje de Rommel no era tan respetuoso. Strachwitz no se lo creía.
“Vamos,” dijo el, “¡estas muchachas sólo quieren cantar! Escucha, fueron suficientemente valientes de entrar aquí; yo las quiero escuchar.”
La sesión vocal improvisada no progresó como esperado, aunque Strachwitz ha guardado el casete de esa sesión. Después, Rommel tendría su oportunidad para redimirse por lo que Strachwitz condenó como su actitud “típica de un machista mexicano” hacia las mujeres.
Durante el mismo viaje, Strachwitz y su guía visitaron a una feria local donde fueron testigos de una pelea entre unas mujeres. Dos de ellas fueron arrestadas y Rommel quería ir al tambo para defenderlas porque no eran culpables. “¡Tenemos que ir a la cárcel para liberarlas!” le dijo a su nuevo amigo americano.
Pero esta vez, era Strachwitz que no se quería involucrar. Quizás había oído demasiadas canciones que se trataban de ser atrapados en una cárcel de un pueblo fronterizo. Si las cosas resultaban trágicas, se imaginaba que alguien escribiría su obituario musical: “La Muerte de Chris Strachwitz.”
“No quiero ningún corrido escrito sobre mí o ti,” dijo él, mientras fue arrastrado por su guía para buscar las prisioneras que ni conocían. “Entonces me acuerdo de haber ido a la cárcel y de haberles dicho, ‘Oigan, sólo soy un gringo raro. No tengo nada que ver con esto.’”
Strachwitz no recuerda si su testimonio les ayudó ni qué les pasó a las mujeres. Y no se ha oído mucho de Los Pingüinos desde ese entonces, tampoco.

Esa grabación se estrenó como Arhoolie 3002, el segundo LP en la serie de música étnica de la discográfica. (El primero presentó música austríaca regional.) La foto de portada para Los Pingüinos,
irónicamente, se sacó en la primera cantina, donde el dueño no les había dado permiso de grabar.
“Ese disco no se vendió mucho, pero me enseñó bastante,” dice Strachwitz. “A algunas personas no les gustaba su canto nasal, pero para mí esto era perfecto. Y además me encantaba cómo reaccionaba la gente, con los gritos (de entusiasmo). Tampoco había experimentado eso antes.”
-AgustÍn Gurza
The focus of the Frontera Collection
de Chris Strachwitz (not verified), 04/25/2015 - 14:08Although the Frontera Collection includes examples of all kinds of Latin music, the focus of my collecting has been primarily on the music of the Frontera! Musica Norteña, as recorded on both sides of the border. I have generally avoided pop music not based on regional traditions. That applies especially to records from the 1960s on - both on 45 and 33 rpm formats.
Los Pinguinos el Norte
de Chris Strachwitz (not verified), 04/24/2015 - 15:39As of 2015, Los Pinguinos are still there - but not very active. I recorded more songs by them about 15 years ago and you will find them in our Arhoolie CD catalog. You can also see them in the film "Chulas Fronteras" which I made with the late film maker, Les Blank. The DVD of that film is a classic and also includes the 1/2 hour film "Del Mero Corazon".