Canción Destacada: Romance y Revolución en “Sabor a Mí”
Entre los mexicoamericanos aculturados, solo un puñado de canciones mexicanas han logrado gozar de una gran popularidad y una significancia cultural especial por este lado de la frontera. Algunas llegan a ser canciones icónicas, con letras y melodías memorizadas por los hijos y nietos de inmigrantes.
Una de ellas, claro, es “La Bamba,” el jarocho tradicional que se convirtió en un éxito de rock en la década de 1950 por Ritchie Valens, y luego fue repetido por Los Lobos en la película biográfica de 1987 sobre el adolescente chicano de Pacoima, California. Otra es “El Rey,” el clásico de mariachi por José Alfredo Jiménez, sobre un vagabundo pobre que se aferra a su orgullo exagerado y sus caprichos, un monarca en su propia mente.
Solo hay una canción, sin embargo, que se ha enraizado tanto en la comunidad bicultural que la han llamado el Himno Nacional Chicano. Sorprendentemente, no es una canción enardecedora que estimule algún sentido del orgullo étnico. Es una hermosa pero afligida canción romántica sobre los rastros persistentes de un amor perdido: “Sabor a Mí.”
La canción fue escrita en 1959 por Álvaro Carrillo, uno de los mejores compositores de México durante la época dorada del bolero romántico. Desde entonces, ha sido grabada veintenas de veces por una gama de estrellas en múltiples lenguas y una variedad de estilos.
Una búsqueda en YouTube rinde interpretaciones increíblemente diversas: un instrumental por el dúo cubano de padre e hijo que son pianistas, Bebo y Chucho Valdés; una versión con voces alternantes, en un español excelente, por la banda juvenil de Corea del Sur Exo-K; una versión pop con muchas ventas por la superestrella mexicana Luis Miguel; una versión sobria y tenue por el joven cantante Colombia-americano nacido en Virginia Kali Uchis; una adaptación jazzística/folclórica por la banda de Bogotá Monsieur Periné; una entrega de música ligera por el saxofonista de jazz suave Kenny G; una versión Tex-Mex, acentuada por el acordeón, por la banda roots americana The Mavericks; una versión moderada bilingüe por la cantante y estrella cinemática de la década de 1950 Doris Day; una versión clásica por el cantante melódico chileno Lucho Gatica con un sonido de big band latino; y una versión instrumental sensiblera por la Baja Marimba Band, de la época de la charanga de Tijuana de la década de 1960.
Créase o no, aun hay una interpretación sorprendentemente tierna de la canción en inglés (“Close to Me” [“Cerca de Mí”]) por el asesino en serie Charles Manson, en un estilo vocálico con sabor a Willie Nelson.
La Colección Frontera contiene 25 grabaciones de la canción, incluida una entrega particularmente notable por el mexicano Javier Solís en Columbia (descrita más adelante).
“Sabor a Mí” ha sido grabado en francés, japonés, alemán, mandarín, portugués, ruso, italiano, y el zapoteco de Oaxaca, el estado natal del compositor. Sin embargo, en inglés, las letras pierden su lirismo en una traducción directa.
El título, “Sabor a Mí,” implica más que su significado literal. La palabra “sabor” implica mucho más que “degustación,” como uno de los cinco sentidos. Connota gusto, estilo, ánimo, placer, y una esencia intangible de algo o de alguien. La música hecha con “sabor” tiene ritmo. Los que bailan con “sabor” tienen don y sentimiento. Y claro, un chef con “sabor” tiene un toque apasionado para lo sabroso.
El uso del artículo “a” en el título también cambia la situación. Normalmente, la palabra “of” se traduce como “de” en español. La canción “A Taste of Honey,” por ejemplo, se podría traducir como “Sabor de Miel,” como saborear literalmente la dulce sustancia. Pero “sabor a miel” sería menos específico, indicando algo que deja un rastro de miel o cuyo sabor evoca la miel.
Así que “Sabor a Mí” no quiere decir que te comas una mordida de tu novio. No es tanto un “sabor de mí” como un rastro sensual de la memoria etérea de un ser querido, como perfume que perdura en el aire, o el aroma de una persona extraviada que se ha tejido en los hilos de su ropa. El sabor es el aire de una persona, una esencia indefinible que provoca un anhelo físico, un hambre por su amor perdido.
El compositor, sin embargo, no se preocupaba por la etimología cuando ideó el famoso título. Las palabras se le ocurrieron por casualidad en una cena de gala. En su blog, Con Sabor a Mi Padre, el hijo de Carrillo, Mario Carrillo Incháustegui, cuenta lo siguiente sobre cómo nació la canción, como le contaba su tía, Guadalupe Incháustegui Guzmán, la hermana de su madre.
En la primavera de 1957, Alvaro Carrillo conoció a su futura esposa, Ana María Incháustegui a través del primo de ella, quien estaba secretamente enamorado de ella. El primo pensaba traerle una serenata a Anita para su 24º cumpleaños, pero sin revelar sus sentimientos amorosos. Así que, como él sabía que ella admiraba las canciones románticas de Carrillo, invitó a su amigo, el compositor, para ayudar con la serenata. Lo que no se imaginaba era el resultado: Fue amor a primera vista para el compositor. Para el final de ese año, Álvaro y Ana María estaban comprometidos.
En diciembre, la pareja asistió una cena navideña donde Carrillo empezó a tomar tragos de güisqui. En un momento, su comprometida se quejó de que se estaba dejando llevar, pero el compositor siguió tomando obstinadamente, y se inclinó hacia ella para un beso. Seguía alternando tragos y besos toda la noche.
Finalmente, Ana María dijo que ella se estaba emborrachando de tantos besos borrachos, aunque ella no estaba tomando. Le dijo a su comprometido que le estaba dejando el “sabor a güisqui” en la boca. El músico pausó y le dijo, “Lo que tienes en la boca no es sabor a güisqui, sino sabor a mí.”
Como lo cuenta Carrillo el menor, una bombilla se les prendió simultáneamente a sus padres.
“Los dos, cómplices en la composición, entendieron en ese momento que la frase que había surgido de la queja era una expresión poética que debería convertirse en canción,” recordó Mario Carrillo. “Mi madre lo anotó como una tarea para mi padre. Y, rompiendo su sobriedad, tomó un trago del vaso de su marido, y brindaron lo que sería el éxito más grande que Álvaro Carrillo jamás compondría.”
Tanto tiempo disfrutamos de este amor,
nuestras almas se acercaron, tanto así,
que yo guardo tu sabor
pero tú llevas también... sabor a mí
Si negaras mi presencia en tu vivir
bastaría con abrazarte y conversar
tanta vida yo te di
que por fuerza llevas ya... sabor a mí
No pretendo ser tu dueño
no soy nada, yo no tengo vanidad
de mi vida, doy lo bueno
soy tan pobre, qué otra cosa puedo dar
Pasarán más de mil años, muchos más
yo no sé si tenga amor la eternidad
pero allá tal como aquí
en la boca llevarás... sabor a mí
Carrillo, miembro de la Sociedad de Autores y Compositores de México, registró la canción el 11 de julio de 1958 con el editorial Promotora Hispano Americana de Música (PHAM). El contrato de edición indica que el plan de grabar la canción por Los Tres Ases para RCA ya estaba hecho. En su blog, Carrillo dice que la composición de su padre se grabó por primera vez en 1959, pero no dice quién fue el artista.
El año siguiente, el joven cantante mexicano Javier Solís tuvo el primer gran éxito con la canción. Unos 40 años después, la entrega de 1960 de Solís en Columbia fue entre las primeras grabaciones incorporadas a la Sala de Fama del Grammy Latino de 2001, junto con otros sencillos eternos, como “Bésame Mucho” por Pedro Vargas (RCA 1941), “El Día Que Me Quieras” por Carlos Gardel (RCA/Victor 1935), “El Reloj” por Lucho Gatica (Odeón Chilena 1959), “The Girl From Ipanema” por Antonio Carlos Jobim (Verve 1963), “Mambo #5” por Pérez Prado (RCA Victor 1950), y “Oye Cómo Va” por Santana (Columbia 1970).
Álvaro y Ana María se casaron el 21 de julio de ese mismo año. Y se quedaron juntos por casi una década, hasta que un trágico choque de carro les quitó la vida el 3 de abril de 1969. El compositor, quien tenía 47 años, dejó un legado de más de 300 composiciones, incluidas otras joyas duraderas como “La Mentira (Se Te Olvida),” “El Andariego,” “Luz de Luna,” y “Sabrá Dios.”
Hoy, más de medio siglo después de su estreno en la Ciudad de México, “Sabor a Mí” sigue popular entre los jóvenes mexicoamericanos, y se toca a menudo en bodas, quinceañeras, aniversarios, y fiestas de patio. Está entre un puñado de canciones en español que aparecen regularmente en las colecciones de canciones clásicas en inglés, rock de los años cincuenta, doo wop, lowrider, y R&B que son tan populares entre los jóvenes chicanos.
En una encuesta de 2009 de los lectores del blog cultural LA Eastside, “Sabor a Mí” fue nominado como una de las canciones que mejor “consagran la gran riqueza y sabor histórico” del Este de Los Ángeles. Casualmente, la encuesta fue publicada el año en que la composición marcó su 50º aniversario. El blog era nuevo en esa época, lanzado el año anterior por Al Guerrero (también conocido como AlDesmadre), un artista y anterior estudiante de UCLA que nació en la Ciudad Juárez y que creció en el Este de L.A. desde los dos años.
La versión escogida por los lectores de Eastside fue grabada en Nueva York por el Trío Los Panchos and Eydie Gormé. Fue incluida en el disco Amor, el primero de una serie de LPs de Columbia muy exitosa que emparejaba al trío de guitarra mexicano con el cantante de pop nacido en los Bronx, quienes interpretaban clásicos de pop latinoamericano.
El encanto duradero de su versión entre los mexicoamericanos de segunda y tercera generación puede ser debido a la naturaleza binacional y bicultural de la interpretación en sí. Los Panchos representaban la fuerte identidad mexicana de la generación que alcanzó su madurez en México durante las décadas de 1940 y 1950. Y Eydie Gormé, hija de judíos sefardíes que vinieron de la Italia y la Turquía y que hablaban ladino en casa, representaba al inmigrante aculturado que todavía estaba tentativamente conectado a sus raíces ancestrales. Tal vez los chicanos percibieron el ligero rastro de un acento anglo en su pronunciación de las letras en español, haciéndolas tanto solidarias como simpáticas. La cantante llegó a identificarse tanto con los latinos que le dieron el apodo cariñoso de “La Gormé.”
Durante la década de 1970, “Sabor a Mí” ganó nuevos aficionados mientras una generación joven de bandas grababa versiones frescas con inflexiones modernas. Esto vino durante una época turbulenta del Movimiento Chicano, cuando los mexicoamericanos estaban exigiendo sus derechos y reclamando sus raíces culturales. Este bolero en particular fue abrazado como parte de ese resurgimiento cultural, que también produjo el estilo de rock latino de Santana y la explosión de música soul de ojos negros (“brown-eyed soul”), encabezado por bandas como Tierra y Thee Midniters.
Los Lobos, la banda chicana más valorada de esa época, grabó “Sabor a Mí” para su álbum de estreno de 1978, Just Another Band from East L.A. (Solo Otra Banda del Este de L.A.). Con la excepción de un solo de guitarra con algunos toques jazzísticos, y algunas armonías de fondo, ofrecieron un trato mayormente tradicional de estilo trío, cantado competentemente por César Rosas. Esta era la fase temprana de Los Lobos, orientada hacia lo folclórico; la banda luego experimentaría con el rock, blues, y fusiones latinas en la década de 1980.
Pero la versión más emblemática con diferencia para los mexicoamericanos era la de una banda del Este de L.A. cuyo nombre representaba tanto a la gente como al movimiento—El Chicano. El bolero apareció en el segundo álbum del grupo, Revolución, lanzado en 1971. Otra vez, la vocalista principal era una mujer: Ersi Arvizu, una exboxeadora y conductora de FedEx que también había crecido en el Este de L.A.
En su libro, Barrio Rhythm: Mexican American Music in Los Angeles (Ritmo de Barrio: La Música Mexicoamericana en Los Ángeles), el musicólogo de UCLA Steven Loza escribe que esta grabación por El Chicano “todavía se recuerda como uno de los legados musicales más importantes de su época en el Este de Los Ángeles.”
La evidencia de ese legado duradero aparece en el internet, donde la versión del grupo ha recibido más de 6 millones de vistas en YouTube y más de 1,600 comentarios. El vídeo fue publicado en 2007 en un canal de clásicos chicanos que ha obtenido casi medio billón de vistas en 12 años.
Entre los comentaristas es la mismísima Arvizu.
“Cuando aprendí esta canción por Eydie Gormé y la grabe con El Chicano, jamás me imaginé que esto llegaría a ser mi ‘canción insignia,’” escribió la cantante, cuando el vídeo tenía la mitad de sus vistas actuales. “Ahora tiene más de 3 millones de vistas, ¡¡GUAU!! Me siento verdaderamente honrada por su amor y apoyo de esta canción. Ya no estoy con El Chicano, pero me doy cuenta de que todos los del grupo contribuyeron en hacer esta canción lo que es hoy. Paz, amor y música.”
Permanece la interrogativa: ¿Por qué fue esta canción específicamente, más que todos los otros boleros, que resonó con los chicanos?
Dionne Espinoza, profesora de los Estudios de Mujer, Género y Sexualidad en Cal State Los Ángeles, argumenta que la versión de El Chicano con Ersi Arvizu no es simplemente una canción romántica. La llama “una representación de la política y estética del Movimiento Chicano en el Este de Los Ángeles,” como escribió en un ensayo que toma prestada la frase de abertura de la canción, “‘Tanto Tiempo Disfrutamos…’ Revisiting the Gender and Sexual Politics of Chicana/o Youth Culture in East Los Angeles in the 1960s” (“‘Tanto Tiempo Disfrutamos…’ Volver a Visitar a la Política de Género y Sexualidad de la Cultura Juvenil Chicana en el Este de Los Ángeles en la Década de 1960”).
“En el caso de ‘Sabor a Mí,’ reclamar el bolero conectó su audiencia históricamente a la música que había sido el fondo de la vida cotidiana de sus padres y sus abuelos. Sin embargo, la interpretación de la canción por El Chicano como una música híbrida reflejaba la complejidad cultural de la comunidad,” escribe Espinoza en su ensayo publicado en 2003 en la colección Velvet Barrios: Popular Culture and Chicana/o Sexualities (Barrios Aterciopelados: La Cultura Popular y las Sexualidades Chicanas), editada por Alicia Gaspar de Alba y Tomas Ybarra-Frausto.
Casi cuatro décadas más tarde, como cuento en mi artículo para Los Angeles Times, Arvizu fue convencida a salirse del retiro por el músico de roots Ray Cooder, conocido por su trabajo con la Buenavista Social Club de Cuba en 2008. Cooder produjo el primer álbum solista de la cantante, Friend for Life, que incluía mayormente canciones que ella había compuesto. Arvizu tenía 59 años.
Cooder fue impresionado tanto por la cualidad eterna del estilo de Arvizu como por la naturaleza duradera de la canción que primero le había dado su fama.
“Nunca se olvidan de esa canción, ese ‘Sabor a Mí,’” dijo en una entrevista de 2008 con el San Francisco Chronicle. “Vendió un millón de copias, por Dios. En el Este de L.A., no se olvidan. Para ellos, la canción sigue ahí.”
– Agustín Gurza