Biografía de Artista: Pedro Ayala, El Monarca del Acordeón
El panteón de pioneros en la música de conjunto incluye artistas cuyos nombres son conocidos entre los aficionados y estudiantes del género. Entre los nombres más reconocidos son Santiago Jiménez y especialmente Narciso Martínez, aclamado como el padre del estilo del conjunto. Aunque no tan conocido como sus contemporáneos célebres, el acordeonista Pedro Ayala merece reconocimiento por sus contribuciones al temprano desarrollo de este estilo comunitario durante las décadas de 1930 y 1940.
Conocido como “El Monarca del Acordeón,” Ayala es considerado una figura fundamental en la evolución de la música de conjunto, que surgió de las comunidades de clase obrera en el sur de Texas en la frontera mexicana. Ayala desarrolló un estilo único de tocar el acordeón diatónico, un estilo que tomaba prestado del pasado y también presagiaba el futuro, contribuyendo a un género que el autor Manuel Peña llamó “un fenómeno popular colectivo.”
“Una discusión adecuada de la primera generación de los músicos del conjunto moderno debería incluir el nombre de Pedro Ayala,” escribe Peña en su estudio de 1985, The Texas-Mexican Conjunto: History of a Working-class Music (El Conjunto Tejano-Mexicano: Historia de una Música de la Clase Obrera). “Pero tal vez más importante, para 1947, el estilo de Ayala, más que el de cualquier otra persona de su generación, claramente presagiaba los cambios que impulsarían la música de conjunto a su última etapa. Ayala, entonces, puede considerarse un artista transicional que compartía mucho con sus contemporáneos mayores, pero quien también señalaba nuevas tendencias estilísticas que se cristalizaron a los fines de la década de 1940.”
Además, se puede decir que Alaya contribuyó directamente a la próxima generación de músicos de conjunto. Sus tres hijos—Ramón, Emilio, y Pedro Jr.—fundaron un conjunto que llevaba el apellido de la familia, Los Hermanos Ayala, que era popular por todo el Suroeste desde la década de 1960. Pedro Ayala Jr., quien falleció en 2007, está siendo incorporado este mes a la Texas Conjunto Music Hall of Fame (Sala de Fama de la Música de Conjunto de Texas) durante la 17ª ceremonia anual de la organización en San Benito, Texas.
Pedro Ayala el mayor nació el 29 de junio de 1911 en General Terán, Nuevo León, un pueblo inmortalizado en la música norteña, el primo mexicano de la música de conjunto, como la sede principal del famoso Los Alegres de Terán. El talento de Ayala fue cultivado desde su infancia en un hogar pobre pero extraordinariamente musical. Su padre, Emilio Ayala, fue un multi-instrumentalista (acordeón, guitarra, y clarinete), quien una vez tocó con Los Montañeses del Álamo, otro grupo norteño importante del estado norteño de Nuevo León, México. Los hermanos de Ayala también eran músicos, incluidos sus hermanos Ramiro (guitarra, banyo), Santiago (batería), Francisco (acordeón, guitarra, clarinete), como también su hermana Felipa (violín).
“Intentó tocar todos los instrumentos disponibles, y aparentemente, llegó a ser bastante adepto en todos,” escribe Peña, “aunque, claro, sin el beneficio de la instrucción formal.”
Ayala también aprendió a tocar la tambora, un tambor rústico hecho de piel de cabra, que su padre hizo para él cuando él tenía seis años. Fue el primer instrumento que tocó en público, según Peña, quien entrevistó al músico para su libro. Ayala estrenó en la tambora con 10 años, acompañando a su padre en clarinete en un llamado “baile de regalo,” un baile tradicional en el cual los hombres ofrecían regalitos de dulces, pasteles, y frutas a sus parejas. Ayala recuerda que el tambor era tan fuerte que “se podía escuchar por millas en una noche tranquila,” y luego fue eliminado de la alineación estándar del conjunto porque acallaba los otros instrumentos.
Para entonces, la familia se había mudado los Estados Unidos, y se estableció en Donna, Texas, un pueblito fronterizo ubicado entre McAllen y Brownsville, con una población de solo 1,500 residentes en esa época. Ayala tenía ocho años cuando llegaron en 1919, estableciéndose en una ciudad con escuelas segregadas para los mexicanos y que incluso tenía una escuela completamente separada para los hijos de los campesinos migrantes, que incluía a los Ayala.
La mudanza de la familia colocó al muchacho en el mero corazón de la región del conjunto, el Valle de Río Grande.
Para 1925, el año en que Ayala cumplió 14 años, él había aprendido a tocar el acordeón diatónico de dos filas, el instrumento fundamental del género. Además, obtuvo experiencia con la interpretación con tocar la guitarra con Chon Alaniz, uno de sus acordeonistas preferidos.
Pero justo cuando Ayala estaba surgiendo como intérprete por su propio mérito, una tragedia familiar suspendió su desarrollo musical. Su hermano Francisco murió inesperadamente en 1928, y la pérdida devastó a su madre afligida, quien por una época prohibió toda música en la casa familiar.
Pasarían tres o cuatro años antes de que Ayala podría volver a su carrera musical donde la había dejado, según Peña. Para entonces, era un joven de 25 años, y la escena de música de conjunto de la década de 1930 estaba ganando impulso como una fuerza regional.
Mientras Ayala empezaba a hacerse un nombre como acordeonista popular, también decidió empezar una familia. El 3 de febrero de 1935, se casó con Esperanza Benítez en St. Joseph’s Catholic Church en su pueblo natal. Sería su esposa por el resto de su vida. Los huéspedes en la recepción de la boda bailaron a la música de Midnight Serenade, una banda que incluía al cuñado del novio, Jesús Herrera, según un perfil de 2012 por el periodista y bloguero Eduardo Martínez, publicado en The Monitor, un periódico basado en McAllen, Texas.
La pareja tuvo siete hijos, según el artículo, que citaba entrevistas con la viuda de Ayala y con un hijo. Los hijos son Anita, Elia, Emilio, María Magdalena, María Olga, Pedro Jr., y Ramón. Wikipedia dice que los Ayala tuvieron nueve hijos, pero no cita ninguna fuente.
Después de casarse, Ayala seguía trabajando de campesino mientras cultivaba su carrera musical, un doble deber que era común entre los artistas de la época. Durante los mediados y los fines de la década de 1930, se enfocaba en el acordeón como su instrumento primario, pero también se unía con Midnight Serenade, su banda de boda, como guitarrista, para obtener experiencia con una orquesta. Durante esta época, también empezaba a componer sus propias canciones.
El joven músico todavía no había cumplido 30 años cuando tuvo su primera oportunidad de grabar para una discográfica americana, pero nunca resultó. De hecho, el cazatalentos de la discográfica había pensado grabar a otro artista, Arnulfo Olivo, el compadre de Ayala. Cuando Olivo declinó la oferta, recomendó Ayala como sustituto, pero la discográfica se negó y no grabó a ninguno de los dos.
Pasaría otra década antes de que Ayala haría sus primeras grabaciones.
Así que mientras los contemporáneos de Ayala seguían construyendo sus discografías durante las décadas de 1930 y 1940, Ayala seguía interpretando en vivo por todas partes del Valle del Río Grande. Según Peña, aparecía mayormente en los llamados “bailes de negocio,” donde los hombres pagaban a las mujeres para que bailaran con ellos en plataformas improvisadas armadas fuera de las cantinas, una práctica popular en las comunidades rurales.
Mientras llegaría a influenciar a la próxima generación de músicos de conjunto, Ayala admite haber sido fuertemente influenciado al principio por sus pares, ya que imitaba a los otros músicos, como Martínez, libremente.
“Todos empezamos a copiar a Narciso,” dijo Ayala, citado en el libro de Peña de 1999, Música Tejana: The Cultural Economy of Artistic Transformation (Música Tejana: La Economía Cultural de la Transformación Artística). “Él empezó a grabar primero, y yo tocaba las canciones que él grababa, justo como él las había grabado.”
Ayala hizo sus primeras grabaciones en 1947 para Mira Records, una discográfica incipiente basada en McAllen que pronto se transformaría en una sede del sector. La discográfica fue fundada por el empresario local Arnaldo Ramírez, quien pronto cambió el nombre a Discos Falcon, creando una marca que llegó a ser sinónimo de la música de conjunto y la cultura Tex-Mex.
Las primeras grabaciones de Ayala para Mira fueron dos polcas, “La Burrita” y “La Pajarera.” El ejecutivo de la discográfica llamó al grupo Pedro Ayala y Su Conjunto del Río. Antes del final de la década, Ayala había grabado varias otras canciones notables, incluida “El Naranjal,” inspirada por una gran congelación que destruyó la cosecha del naranjo en Texas en el invierno de 1948. Ayala hizo el disco con la orquesta de un primo, Eugenio Gutiérrez, que fue la primera vez que el acordeón de botones había aparecido en una configuración de orquesta, según el artículo en The Monitor.
“En ese entonces, el acordeón no se apreciaba mucho. Se consideraba más o menos un instrumento de nivel bajo,” le dijo el hijo de Ayala Emilio al periódico. “Eso le preocupaba mucho, así que, poco a poco, empezaba a subir el valor del acordeón.”
Fue el fundador de Falcon quien le daría a Ayala el apodo que le duraría toda la carrera: “El Monarca del Acordeón.” Ramírez también contrató a Ayala como el acordeonista de la discográfica y grababa sesiones en el estudio con varias estrellas regionales, incluidos Lydia Mendoza, Luis Pérez Meza, Luis Aguilar, y muchos más.
En sus propias grabaciones, Ayala añadió el tololoche, o contrabajo, al conjunto instrumental. No fue el primero en hacerlo, explica Peña; Santiago Jiménez había añadido el instrumento años antes, pero la novedad no pegó en esa época porque los otros músicos no le habían seguido. Después de que Ayala reintrodujo el instrumento en sus grabaciones más tempranas, Peña dijo, “arraigó rápidamente,” creando lo que llegaría a ser el núcleo del conjunto moderno: acordeón, bajo sexto, y tololoche.
Peña describe la técnica de Ayala en el acordeón como “enérgico,” y dice que “sus polcas tienen digitaciones rápidas de semicorcheas,” en el estilo de Martínez. Pero Ayala exhibió un estilo más marcato, enfatizando forzosamente ciertas notas, una técnica que influiría a los músicos más jóvenes, como Tony de la Rosa y Valerio Longoria, quien pronto ganarían fama en el sector.
“Las grabaciones de Pedro Ayala de los fines de la década de 1940 bajaron la cortina en la primera escena del desarrollo estilístico del conjunto,” escribe Peña. “Siguiendo rígidamente el ejemplo de los músicos mayores, especialmente Martínez y Ayala, los intérpretes más jóvenes pronto empiezan a forjar su propia concepción de lo que el conjunto debería aspirar a ser musicalmente.”
Durante las décadas de 1950 y 1960, Ayala grabó docenas de canciones para discográficas regionales, incluidos Bego, Falcón, Ideal, Bernal, Discolando, RyN, Pato, y Oro. Además, seguía haciendo giras extensivamente, interpretando en bailes de maratón que duraban desde el atardecer hasta el amanecer. Y compuso muchas canciones populares en una variedad de estilos, incluidos valses, polcas, y redovas.
Ayala empezó su carrera en la grabación comparativamente tarde, al final de la época del 78 rpm, pero llegó a hacer varios discos en el nuevo formato Long Play, introducido en la década de 1950. Sus LPs incluyeron “Viva Mi Desgracia” (1968) y “Adiós Mamá Carlota” (1973).
En 1959, Ayala y su familia volvieron a migrar, recogiendo cerezas en Míchigan y uvas en California. A donde fueran, Ayala tocaba en los bailes locales. Y no estaba solo. Su viuda recuerda haber trabajado en los campos cerca de Shelby, Míchigan, junto con otras estrellas de conjunto de la altura de Valerio Longoria y Tony de la Rosa.
Los hijos de Ayala siguieron los pasos de su padre como músicos de conjunto durante la década de 1950, empezando con Pedro Jr. en acordeón y Ramón en el bajo sexto, acompañados más tarde por su hermano menor Emilio en el bajo eléctrico, el cual había reemplazado mayormente al tololoche en los conjuntos modernos. Llamándose Los Hermanos Ayala, los hermanos hicieron su primera grabación en 1959 para Bronco Records, un subsidiario de Falcon. Grababan y hacían gira con su padre, como también como grupo independiente, tocando juntos por medio siglo hasta la muerte de Pedro Jr. con 62 años.
Al nivel personal, Ayala, el mayor, fue admirado por su forma franca y su honradez, según The Monitor. Una vez, compensó a un promotor por haber llegado tarde a un espectáculo, debido a problemas con su carro, con devolverle parte de su pago, recordó su hijo Emilio. Y era conocido por ayudar a los otros músicos a reparar sus acordeones, una habilidad que había aprendido de su padre.
Pedro Ayala, el mayor, falleció el 1 de diciembre de 1990. Tenía 79 años.
Su viuda recordó las cualidades de su marido fallecido cuando fue entrevistada para The Monitor en 2012.
“Vivió una vida tan feliz. Siempre tenía una sonrisa en la cara y siempre trataba a todo el mundo con respeto y les ayudaba como podía,” dijo Esperanza, quien tenía 90 años. “Esos fueron tiempos tan bonitos.”
Ayala fue honrado frecuentemente en sus últimos años por sus contribuciones a la música de conjunto y a la cultura popular americana. En 1982, formó parte del grupo inicial de ingresados a la Sala de Fama del Conjunto Tejano en San Antonio. Fue ingresado a la Sala de Fama la Música de Conjunto de Texas (2003) en San Benito, Texas; y la Sala de Fama R.O.O.T.S. Tejano (2004) en Alice, Texas.
En 1988, Ayala recibió una National Heritage Fellowship (Beca de la Herencia Nacional) del National Endowment for the Arts, uno de los honores más altos de los EE. UU. en las artes tradicionales. En esa ocasión, interpretó en un concierto en la capital de la nación.
Arhoolie Records lanzó una compilación de sus grabaciones en 2001, titulado El Monarca del Acordeón, ahora disponible a través de Smithsonian Folkways Recordings.
– Agustín Gurza