Skip to main content

mambo

Publicación Acompañante: “La Colección Strachwitz Frontera de Grabaciones Mexicanas y México-americanas de la Fundación Arhoolie” por Agustín Gurza

La Colección Strachwitz Frontera de Grabaciones Mexicanas y México-americanas de la Fundación Arhoolie (The Arhoolie Foundation’s Strachwitz Frontera Collection of Mexican and Mexican American Recordings), por Agustín Gurza, volumen 6 en la serie de libros de Chicano Archives (Archivos Chicanos) de la prensa de UCLA Chicano Studies Research Center Press, fue lanzado en 2012. El libro, ganador de premios, es basado en un proyecto de archivo iniciado por el entonces director de CSRC, Guillermo E Hernández. En octubre de 2001, Hernández empezó el proceso de preservar en formato digital la Colección Strachwitz Frontera de la Fundación Arhoolie, el mayor repositorio de grabaciones populares y vernáculas de la música mexicana y México-americana que existe. Contiene más de 100,000 grabaciones individuales. Muchas son escasas, y algunas son únicas. Aunque la música fronteriza es el enfoque de la colección, también incluye grabaciones notables de otras formas latinas, incluso la salsa, el mambo, sones y rancheras. Las grabaciones han sido digitalizadas con la ayuda del UCLA Chicano Studies Research Center y son disponibles en línea a través del Programa Bibliotecario Digitalizado (Digital Library Program) de la Universidad de California.

En este libro, Gurza explora la Colección Frontera desde múltiples perspectivas, y escribe sobre el género musical, los temas y unos de los miles de compositores e intérpretes cuya obra se encuentra en el archivo. A lo largo del libro, explica el valor cultural de las grabaciones y relata las historias de los que han jugado un papel determinante en su producción y preservación. Completan el volumen capítulos por Jonathan Clark, quien analiza las grabaciones de los conjuntos de mariachi, y Chris Strachwitz, el fundador de la Fundación Arhoolie, quien contempla sus seis décadas de coleccionar la música que constituye la Colección Frontera.

El Archivo en Línea de la Colección Frontera fue lanzado el 26 de marzo de 2009. El material fue digitalizado con la ayuda del Chicano Studies Research Center, y el archivo digital es albergado por la Biblioteca de Música de UCLA en asociación con el Programa Bibliotecario Digitalizado (Digital Library Program) de UCLA.

Distribuido por

University of Washington Press

$19.95 en rústica

PREMIOS

2013 Premios Internacionales del Libro Latino (International Latino Book Awards)

1º Lugar, Mejor Libro de Historia; 1º Lugar, Mejor Libro de Referencia; 2º Lugar, Mejor Libro No Ficcional con Múltiples Autores

2013 Premios de la Asociación para Colecciones de Sonido Grabado (ARSC) para la Excelencia en la Investigación Histórica sobre el Sonido Grabado

Ganador, Mejor Investigación en la Grabación de Música Folk, Étnica o Country – Discografía

RESEÑAS

“La Colección Frontera ofrece un recurso casi sin límites para el estudio de la sociología e historia México-americana; y, claro, mucho del archivo es también maravilloso para escuchar…. Este libro es una digna celebración de los logros de [Chris Strachwitz].” – Chris Smith, Blues & Rhythm

“Agustín Gurza es el autor principal, y su abordaje personal refleja un profundo aprecio por la música y sus intérpretes. Un ex redactor para Los Angeles Times, Gurza es bien informado y demuestra un gran conocimiento de la literatura académica.” – Donald Henriques, Latin American Music Review

“El libro de Gurza resultará indispensable para los eruditos y los aficionados, y cualquier persona que quisiera utilizar de manera seria este recurso en línea.” – Walter Aaron Clark, Journal of the Society for American Music

ISBN (papel):
978-0-89551-148-5
En rústica

 

Tags

Images

Historia del Género: Todos Bailan el Chachachá

Es uno de los ritmos más reconocibles en la historia de la música popular bailable: Uno, dos, chachachá.

Durante una época en los 1950, este ritmo afrocubano se convirtió también en una moda en el baile en el mundo occidental, desde París a Caracas, desde Nueva York a la Cuidad de México. El chachachá llegó a ser esencial en el baile de salón, junto con el mambo y la rumba. Al mismo tiempo, el ritmo ligero y alegre de este nuevo ritmo bailable se impregnó en el ADN del rock ‘n’ roll temprano.

Muchos norteamericanos no se darán cuenta de que el chachachá y otros ritmos cubanos tuvieron una gran influencia en el rock. Si se escucha a “Louie Louie,” el himno clásico de la banda de garaje popularizado por The Kingsmen en 1963, puede que la conexión latina no sea obvia. Pero no hay duda cuando se escucha el riff de apertura icónico de “Louie Louie” en la introducción a “El Loco Cha Cha,” grabada seis años antes por el pianista cubano basado en L.A., Rene Touzet. La tonada de Touzet fue grabada en 1957 para el sello GNP del productor Gene Norman.

El origen de la conexión entre el Sur de California y el chachachá data de hasta más temprano. El compositor de “Louie Louie” fue Richard Berry, un cantante de R&B nacido en Luisiana que interpretaba con un grupo multicultural del Condado de Orange llamado The Rhythm Rockers. Esa banda fue fundada en Santa Ana en 1955 por Barry y Rick Rillera, dos hermanos filipinos que también eran grandes fanáticos de la música latina. Adquirieron los sonidos del jazz latino y la música bailable afrocubana del legendario programa de radio de Chico Sesma, que salía derecho del Este de L.A. Luego Berry los adquirió de sus compañeros en la banda.

Sin embargo, con el chachachá, eventualmente todos los caminos conducen a Cuba. La grabación de “El Loco” de Touzet fue de hecho una versión de una canción que era popular en Cuba, donde llevaba el título “Amarren al Loco.” Touzet cambió el título y el arreglo, y añadió ese lick de “Louie Louie.” La canción cubana, la original, sin ese riff pegajoso de apertura—fue escrita alrededor de 1955 por Rosendo Ruiz Jr., uno de los compositores más importantes de la isla en la nueva moda en el baile.

La Colección Frontera contiene tres versiones de otra composición popular de Ruiz, “Rico Vacilón,” considerada un pilar del género. Estas grabaciones son por Orquesta Cha, Cha, Cha Continental, el Trío Avileño y Los Tres Ases. La última, grabada en México y lanzada en los Estados Unidos por RCA Victor, traduce el título como “Lots of Fun” (“Mucha Diversión”), aunque eso no captura bien el espíritu del chachachá, que se difundió rápidamente por sus melodías pegajosas, ritmos ligeramente sincopados, y temas fantasiosos y a menudo frívolos.

Tanto el mambo como el chachachá surgieron de esa rica fuente de la música bailable cubana, el danzón, un estilo de salón elegante que incluye secciones estructuradas que cambian el ritmo y exigen de los bailarines movimientos precisos y pasos coordinados. Según los músicos y musicólogos, fueron los bailarines que inspiraron a los músicos en la creación de ritmos más libres y alegres que complementaban sus impulsos en el baile.

El chachachá es ampliamente atribuido a Enrique Jorrín, un flautista y compositor con el famoso Orquesta América, fundada por el director de banda Ninón Mandéjar en 1945. Sin embargo, según el musicólogo cubano Leonardo Acosta, los dos señores tuvieron una pelea sobre quién merecía el crédito por haber inventado este nuevo estilo de baile. De todas formas, el chachachá es definitivamente un hijo de la Orquesta América. El baile evolucionó a fines de los 1940, después de que Jorrín dejó otra banda importante, Arcaño y Sus Maravillas, para juntarse con el grupo de Mondéjar.

Varias fuentes mencionan que el nuevo género fue creado específicamente como una alternativa fácil al complicado mambo, que había precedido al chachachá en su popularidad. Un bloguero, El Pregonero, aun añade un elemento racial al análisis, declarando que el último estilo, fácil de aprender, fue desarrollado para los blancos que batallaban para bailar el mambo (“pa’ los cubanos que no saben mambear”). Sea como sea, el baile pegó rápidamente, tanto nacional como internacionalmente.

Los que conocen el Buena Vista Social Club sabrán que la banda popular tomó su nombre prestado de uno de los muchos clubes sociales que eran tan esenciales en la sociedad cubana en los 1940. Ese sistema de clubes sociales también jugó un papel en el desarrollo del chachachá.

En esa época, Mondéjar fue el fundador de la Federación de Sociedades Juveniles, que consistía en clubes sociales para jóvenes ubicados en vecindarios en Habana. La banda tocaba en eventos patrocinados por los clubes, interpretando danzones que fueron escritos específicamente para cada grupo, añadiendo letras a un estilo que había sido estrictamente instrumental. El director de la banda les pidió a sus músicos de cantar las estrofas al unísono, una estrategia colectiva que llegaría a ser característica de los vocales en el chachachá.

A menudo se dice que el chachachá adquirió su nombre del sonido de los pies de los bailarines arrastrándose en el piso mientras hacían la rápida sección de tres pasos, que para los músicos tenía el sonido de “cha-cha-chá.” Sin embargo, Acosta, el musicólogo cubano que toca el saxófono, dice que eso es un mito. Dice que el nombre es sin duda una onomatopeya, pero derivada probablemente del sonido del güiro, el instrumento en forma de calabaza que hace su sonido rítmico distintivo cuando se le raspa con un palo.

Como con cualquier nuevo estilo de música, incluso rock ‘n’ roll, es casi imposible precisar una fecha de nacimiento porque la música pop es un proceso, siempre en flujo. No queda duda, sin embargo, que la primera canción en el género que ganó amplia popularidad fue “La Engañadora” de Jorrín, que llegó a ser un gran éxito en 1953. La Colección Frontera tiene una excepcional versión pulida de la canción por nadie menos que el Rey del Mambo, Pérez Prado. Además, hay una versión animada más reciente que tiene voces femeninas por la Orquesta Falcón de Texas.

Originalmente, el chachachá fue tocado principalmente por charangas cubanas, un tipo de banda que tenía un sonido gentil de salón, en contraste con los conjuntos y orquestas afrocubanos, con su batería pesada de la parte baja y metales alegres. Típicamente, la charanga consistía en piano, bajo, violines, flauta y batería, incluso timbales, maracas y güiro. De hecho, el nuevo baile restableció la popularidad de las viejas charangas, que habían sido asociadas principalmente con el danzón instrumental. En Cuba, históricamente, este tipo de orquesta se llamaba la Charanga Francesca, traída a la isla a principios del siglo XIX por los refugiados de la guerra de independencia de Haití.

Además de Orquesta América, había otras charangas que ayudaron a popularizar el género, incluso Fajardo y Sus Estrellas, la Orquesta Melodías del 40, y especialmente la charanga chachachá por excelencia, la Orquesta Aragón. La Aragón, que aún existe hoy, incluía a dos compositores prodigiosos, el director Rafael Lay y el flautista Richard Egües, los dos de los cuales compusieron clásicos del chachachá. La Colección Frontera tiene una copia rara de “El Bodeguero” de Egües, grabada por Fajardo en el sello cubano Panart, con la línea característica que la distingue como un original: “Hecho en Cuba por la Cuban Plastics & Record Corp.” Luego, en los EEUU después de la Revolución Cubana de 1959, se hicieron lanzamientos subsiguientes de Panart cuya legitimidad era dudosa.

En la historia entera del chachachá, es tal vez “El Bodeguero” que tiene el estribillo más famoso: “Toma chocolate, paga lo que debes.” La frase es usada simplemente por el sonido sincopado de las palabras, pero no tiene nada que ver con los versos que vinieron antes.

La canción se trata de un bodeguero que hace a la gente preguntarse por qué siempre es tan alegre. La respuesta: el chachachá, claro. El bodeguero baila el nuevo ritmo en los pasillos “Entre frijoles, papa y ají / El nuevo ritmo del chachachá.” Aun Nat King Cole hizo una versión de la canción en Cole Español, el primero de tres discos de cover que hizo en español y que fueron grandes éxitos en los 1950 y 60. El sello de Capitol Records LP usado por Cole traduce el título como “Grocer’s Cha Cha” (“El Cha Cha del Bodeguero”), usando el nombre abreviado del baile que se usa en los EEUU, pero nunca en Cuba, donde siempre es el chachachá y nunca se elide el último paso.

A través de los años, el adaptable chachachá ha sido interpretado por muchas clases de grupo musical, desde las grandes bandas de metales (Tito Puente), hasta bulliciosos grupos tropicales mexicanos (La Sonora Santanera), cantantes melódicos entrenados en la música clásica (Pedro Vargas), tríos de guitarra románticos (Trío Los Panchos) y aun grupos vivaces de música tejana-mexicana (Sunny and the Sunliners).

Eso nos regresa a la música rock norteamericana con su infusión de chachachá. No como “Louie Louie,” muchas canciones tempranas de rock no requerían ser descifradas para descubrir su elemento cubano. Estaba ahí mismo, en el título. Aquí hay sólo tres ejemplos: “Rock ‘n’ Roll Cha Cha” (1959), una fusión de doo-wop y chachachá por The Eternals; “Willie Did the Cha Cha” (1958), por Johnny Otis del famoso “Hand Jive”; y “Everybody Loves to Cha Cha” (1959), por el genial Sam Cooke. En el último corte, note la reacción entusiasta de la audiencia cuando Dave Clark de American Bandstand presenta a Cooke y pregunta, “Anybody here do the cha cha?” (“¿Hay alguien por aquí que haga el chachachá?”). La audiencia grita toda junta: “Yeah!” (“¡Sí!”).  

Claro, el chachachá sigue siendo importante en la cultura pop norteamericana. Hay muchos ejemplos contemporáneos: Pink Martini de Portland, que hizo una versión fiel del éxito de La Sonora Santanera, “¿Dónde Estás, Yolanda?” (1997); “Come a Little Bit Closer” (2004), por el difunto Willy Deville de Mink Deville; “Save the Last Dance” (2005), una versión moderna del éxito de Ben E. King por Michael Bublé, con un video que muestra la vida cotidiana, en el cual el cantante toma clases de baile de chachachá.

Por último, si bien no menos importante, no nos olvidemos de Carlos Santana. El roquero chicano ha incorporado la forma del chachachá desde el principio con “Oye, Cómo Va” por Tito Puente, del disco Abraxas de Santana. El género reapareció en el gran éxito de retorno de Santana en 1999, “Smooth,” que tenía vocales por Rob Thomas. (Note que el percusionista raspa el güiro en el video para “Smooth.”)

Medio siglo después de la invención del chachachá, Santana acedó a lo que lo hizo tan popular al comienzo: El ritmo es irresistible.

           --Agustín Gurza

Blog Category

Tags

Images