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Historia del Género: Todos Bailan el Chachachá

Es uno de los ritmos más reconocibles en la historia de la música popular bailable: Uno, dos, chachachá.

Durante una época en los 1950, este ritmo afrocubano se convirtió también en una moda en el baile en el mundo occidental, desde París a Caracas, desde Nueva York a la Cuidad de México. El chachachá llegó a ser esencial en el baile de salón, junto con el mambo y la rumba. Al mismo tiempo, el ritmo ligero y alegre de este nuevo ritmo bailable se impregnó en el ADN del rock ‘n’ roll temprano.

Muchos norteamericanos no se darán cuenta de que el chachachá y otros ritmos cubanos tuvieron una gran influencia en el rock. Si se escucha a “Louie Louie,” el himno clásico de la banda de garaje popularizado por The Kingsmen en 1963, puede que la conexión latina no sea obvia. Pero no hay duda cuando se escucha el riff de apertura icónico de “Louie Louie” en la introducción a “El Loco Cha Cha,” grabada seis años antes por el pianista cubano basado en L.A., Rene Touzet. La tonada de Touzet fue grabada en 1957 para el sello GNP del productor Gene Norman.

El origen de la conexión entre el Sur de California y el chachachá data de hasta más temprano. El compositor de “Louie Louie” fue Richard Berry, un cantante de R&B nacido en Luisiana que interpretaba con un grupo multicultural del Condado de Orange llamado The Rhythm Rockers. Esa banda fue fundada en Santa Ana en 1955 por Barry y Rick Rillera, dos hermanos filipinos que también eran grandes fanáticos de la música latina. Adquirieron los sonidos del jazz latino y la música bailable afrocubana del legendario programa de radio de Chico Sesma, que salía derecho del Este de L.A. Luego Berry los adquirió de sus compañeros en la banda.

Sin embargo, con el chachachá, eventualmente todos los caminos conducen a Cuba. La grabación de “El Loco” de Touzet fue de hecho una versión de una canción que era popular en Cuba, donde llevaba el título “Amarren al Loco.” Touzet cambió el título y el arreglo, y añadió ese lick de “Louie Louie.” La canción cubana, la original, sin ese riff pegajoso de apertura—fue escrita alrededor de 1955 por Rosendo Ruiz Jr., uno de los compositores más importantes de la isla en la nueva moda en el baile.

La Colección Frontera contiene tres versiones de otra composición popular de Ruiz, “Rico Vacilón,” considerada un pilar del género. Estas grabaciones son por Orquesta Cha, Cha, Cha Continental, el Trío Avileño y Los Tres Ases. La última, grabada en México y lanzada en los Estados Unidos por RCA Victor, traduce el título como “Lots of Fun” (“Mucha Diversión”), aunque eso no captura bien el espíritu del chachachá, que se difundió rápidamente por sus melodías pegajosas, ritmos ligeramente sincopados, y temas fantasiosos y a menudo frívolos.

Tanto el mambo como el chachachá surgieron de esa rica fuente de la música bailable cubana, el danzón, un estilo de salón elegante que incluye secciones estructuradas que cambian el ritmo y exigen de los bailarines movimientos precisos y pasos coordinados. Según los músicos y musicólogos, fueron los bailarines que inspiraron a los músicos en la creación de ritmos más libres y alegres que complementaban sus impulsos en el baile.

El chachachá es ampliamente atribuido a Enrique Jorrín, un flautista y compositor con el famoso Orquesta América, fundada por el director de banda Ninón Mandéjar en 1945. Sin embargo, según el musicólogo cubano Leonardo Acosta, los dos señores tuvieron una pelea sobre quién merecía el crédito por haber inventado este nuevo estilo de baile. De todas formas, el chachachá es definitivamente un hijo de la Orquesta América. El baile evolucionó a fines de los 1940, después de que Jorrín dejó otra banda importante, Arcaño y Sus Maravillas, para juntarse con el grupo de Mondéjar.

Varias fuentes mencionan que el nuevo género fue creado específicamente como una alternativa fácil al complicado mambo, que había precedido al chachachá en su popularidad. Un bloguero, El Pregonero, aun añade un elemento racial al análisis, declarando que el último estilo, fácil de aprender, fue desarrollado para los blancos que batallaban para bailar el mambo (“pa’ los cubanos que no saben mambear”). Sea como sea, el baile pegó rápidamente, tanto nacional como internacionalmente.

Los que conocen el Buena Vista Social Club sabrán que la banda popular tomó su nombre prestado de uno de los muchos clubes sociales que eran tan esenciales en la sociedad cubana en los 1940. Ese sistema de clubes sociales también jugó un papel en el desarrollo del chachachá.

En esa época, Mondéjar fue el fundador de la Federación de Sociedades Juveniles, que consistía en clubes sociales para jóvenes ubicados en vecindarios en Habana. La banda tocaba en eventos patrocinados por los clubes, interpretando danzones que fueron escritos específicamente para cada grupo, añadiendo letras a un estilo que había sido estrictamente instrumental. El director de la banda les pidió a sus músicos de cantar las estrofas al unísono, una estrategia colectiva que llegaría a ser característica de los vocales en el chachachá.

A menudo se dice que el chachachá adquirió su nombre del sonido de los pies de los bailarines arrastrándose en el piso mientras hacían la rápida sección de tres pasos, que para los músicos tenía el sonido de “cha-cha-chá.” Sin embargo, Acosta, el musicólogo cubano que toca el saxófono, dice que eso es un mito. Dice que el nombre es sin duda una onomatopeya, pero derivada probablemente del sonido del güiro, el instrumento en forma de calabaza que hace su sonido rítmico distintivo cuando se le raspa con un palo.

Como con cualquier nuevo estilo de música, incluso rock ‘n’ roll, es casi imposible precisar una fecha de nacimiento porque la música pop es un proceso, siempre en flujo. No queda duda, sin embargo, que la primera canción en el género que ganó amplia popularidad fue “La Engañadora” de Jorrín, que llegó a ser un gran éxito en 1953. La Colección Frontera tiene una excepcional versión pulida de la canción por nadie menos que el Rey del Mambo, Pérez Prado. Además, hay una versión animada más reciente que tiene voces femeninas por la Orquesta Falcón de Texas.

Originalmente, el chachachá fue tocado principalmente por charangas cubanas, un tipo de banda que tenía un sonido gentil de salón, en contraste con los conjuntos y orquestas afrocubanos, con su batería pesada de la parte baja y metales alegres. Típicamente, la charanga consistía en piano, bajo, violines, flauta y batería, incluso timbales, maracas y güiro. De hecho, el nuevo baile restableció la popularidad de las viejas charangas, que habían sido asociadas principalmente con el danzón instrumental. En Cuba, históricamente, este tipo de orquesta se llamaba la Charanga Francesca, traída a la isla a principios del siglo XIX por los refugiados de la guerra de independencia de Haití.

Además de Orquesta América, había otras charangas que ayudaron a popularizar el género, incluso Fajardo y Sus Estrellas, la Orquesta Melodías del 40, y especialmente la charanga chachachá por excelencia, la Orquesta Aragón. La Aragón, que aún existe hoy, incluía a dos compositores prodigiosos, el director Rafael Lay y el flautista Richard Egües, los dos de los cuales compusieron clásicos del chachachá. La Colección Frontera tiene una copia rara de “El Bodeguero” de Egües, grabada por Fajardo en el sello cubano Panart, con la línea característica que la distingue como un original: “Hecho en Cuba por la Cuban Plastics & Record Corp.” Luego, en los EEUU después de la Revolución Cubana de 1959, se hicieron lanzamientos subsiguientes de Panart cuya legitimidad era dudosa.

En la historia entera del chachachá, es tal vez “El Bodeguero” que tiene el estribillo más famoso: “Toma chocolate, paga lo que debes.” La frase es usada simplemente por el sonido sincopado de las palabras, pero no tiene nada que ver con los versos que vinieron antes.

La canción se trata de un bodeguero que hace a la gente preguntarse por qué siempre es tan alegre. La respuesta: el chachachá, claro. El bodeguero baila el nuevo ritmo en los pasillos “Entre frijoles, papa y ají / El nuevo ritmo del chachachá.” Aun Nat King Cole hizo una versión de la canción en Cole Español, el primero de tres discos de cover que hizo en español y que fueron grandes éxitos en los 1950 y 60. El sello de Capitol Records LP usado por Cole traduce el título como “Grocer’s Cha Cha” (“El Cha Cha del Bodeguero”), usando el nombre abreviado del baile que se usa en los EEUU, pero nunca en Cuba, donde siempre es el chachachá y nunca se elide el último paso.

A través de los años, el adaptable chachachá ha sido interpretado por muchas clases de grupo musical, desde las grandes bandas de metales (Tito Puente), hasta bulliciosos grupos tropicales mexicanos (La Sonora Santanera), cantantes melódicos entrenados en la música clásica (Pedro Vargas), tríos de guitarra románticos (Trío Los Panchos) y aun grupos vivaces de música tejana-mexicana (Sunny and the Sunliners).

Eso nos regresa a la música rock norteamericana con su infusión de chachachá. No como “Louie Louie,” muchas canciones tempranas de rock no requerían ser descifradas para descubrir su elemento cubano. Estaba ahí mismo, en el título. Aquí hay sólo tres ejemplos: “Rock ‘n’ Roll Cha Cha” (1959), una fusión de doo-wop y chachachá por The Eternals; “Willie Did the Cha Cha” (1958), por Johnny Otis del famoso “Hand Jive”; y “Everybody Loves to Cha Cha” (1959), por el genial Sam Cooke. En el último corte, note la reacción entusiasta de la audiencia cuando Dave Clark de American Bandstand presenta a Cooke y pregunta, “Anybody here do the cha cha?” (“¿Hay alguien por aquí que haga el chachachá?”). La audiencia grita toda junta: “Yeah!” (“¡Sí!”).  

Claro, el chachachá sigue siendo importante en la cultura pop norteamericana. Hay muchos ejemplos contemporáneos: Pink Martini de Portland, que hizo una versión fiel del éxito de La Sonora Santanera, “¿Dónde Estás, Yolanda?” (1997); “Come a Little Bit Closer” (2004), por el difunto Willy Deville de Mink Deville; “Save the Last Dance” (2005), una versión moderna del éxito de Ben E. King por Michael Bublé, con un video que muestra la vida cotidiana, en el cual el cantante toma clases de baile de chachachá.

Por último, si bien no menos importante, no nos olvidemos de Carlos Santana. El roquero chicano ha incorporado la forma del chachachá desde el principio con “Oye, Cómo Va” por Tito Puente, del disco Abraxas de Santana. El género reapareció en el gran éxito de retorno de Santana en 1999, “Smooth,” que tenía vocales por Rob Thomas. (Note que el percusionista raspa el güiro en el video para “Smooth.”)

Medio siglo después de la invención del chachachá, Santana acedó a lo que lo hizo tan popular al comienzo: El ritmo es irresistible.

           --Agustín Gurza

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El Sello Discográfico Panart Cuban

Uno de los tesoros secretos de la Colección Frontera es la cantidad de música cubana antigua que contiene. Entre las bandas más populares y más perdurables es La Sonora Matancera, que celebra su aniversario de 90 años este año. Hay unos 140 discos en los archivos, mayormente viejos 78s, por el icónico conjunto afro-cubano, fundado en 1924 en la provincia de Matanzas. Sin embargo, no todos los títulos son acreditados a la banda en sí. Esto es porque el grupo presentaba tantos vocalistas famosos que se hicieron solistas populares y que son enumerados separadamente.

Sin duda, la mejor conocida de estos cantadores destacados es la recién fallecida Celia Cruz, quien lanzó su carrera en Cuba en los años 1950 como la cantante principal de La Matancera, antes de convertirse una superestrella de la salsa en Nueva York dos décadas después.

Otros grandes vocalistas de Matancera cuyas grabaciones son presentadas en el archivo Frontera incluyen a Miguelito Valdez y un par de cantadores puertorriqueños famosos, Daniel Santos y Bobby Capó. La mayoría de los cortes fueron grabados en Cuba y algunos pocos fueron publicados por sellos discográficos multinacionales como RCA Victor. La mayoría de los 78s matanceras, sin embargo, aparecieron en el sello discográfico Seeco, basado en Nueva York, uno de los sellos discográficos latinos independientes más grandes de la época, fundado por el ex-joyero Sydney Siegel. Según una biografía de la banda, La Sonora Matancera firmó un contrato de grabación con Seeco en 1949, más de una década antes de que dejaron su país, junto con Celia Cruz, como resultado de la Revolución Cubana. La banda continúo a grabar para el sello discográfico en los años 1960, cuando el sello cedió el paso a los sellos discográficos emergentes de salsa de Nueva York, como Fania Records.

Colectores veteranos, sin embargo, se van a interesar más por los discos Matancera en Panart, la discográfica clásica independiente que operaba en Habana antes de la Revolución. En los discos figuran dos diferentes diseños de etiqueta, con caligrafía y colores diferentes. Pero ambos tienen el identificador bilingüe distintivo que los hace especialmente valorables: “Hecho en Cuba Por La Cuban Plastics and Record Corp.” Después de la Revolución, copias del catálogo Panart fueron estrenados por exiliados cubanos en Miami, pero los originales siguen siendo los artículos más buscados.

Como varias de las grandes bandas de música latina, La Sonora Matancera se convirtió en institución. Sobrevivió incluso después de la muerte de Rogelio Martínez en 2001, quien se había unido a la banda en los años 1920 y había sido su director por más de cinco décadas. La última encarnación del venerable acto está basada en Las Vegas y está dirigida por el pianista Javier Vázquez, otra figura legendaria de la música salsa, quien ha sido el arreglista principal de la banda desde 1957.

-AgustÍn Gurza

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