Skip to main content

Buena Vista Social Club

El eterno bolero, parte 3: Sigue vivo

Puede que el bolero ya no sea lo que era, pero como dicen en el mundo del espectáculo, tuvo una gran carrera. Además, ha tenido algún que otro renacimiento.

Como la mayoría de los estilos musicales populares, el bolero tuvo su apogeo antes de desvanecerse de la corriente comercial. Disfrutó de un período de éxito sostenido que abarcó un tercio del siglo XX, desde los años treinta hasta los sesenta. Sin embargo, su popularidad disminuyó a raíz de las nuevas corrientes musicales.

El bolero sufrió un notable bajón en los años 80, una década de grandes cambios en la música latina. El rock en español estaba en auge en España y América Latina. La música tradicional mexicana, que a menudo incluía boleros rancheros, empezaba a perder terreno frente al controvertido narcocorrido y el estilo de banda ruidoso y estridente de la costa del Pacífico mexicano. Mientras tanto, en la costa atlántica de los Estados Unidos, los sonidos picantes del reggaetón de Puerto Rico y Panamá atraían a una nueva generación con letras profanas y bailes indecentes que dejaban poco espacio para la ternura poética y el romanticismo anticuado de las canciones de amor tradicionales y gentiles.

A medida que se acercaba el final del milenio, el bolero lírico parecía cosa del pasado.

Sin embargo, el bolero no es una moda pasajera, como la música disco o La Macarena, ni un estilo anclado en la historia, como el ragtime o la contredanse francesa. Es un estilo de canción muy vivo y en evolución, refrescado por nuevos compositores y jóvenes generaciones de aficionados.

Como estilo de canción, el bolero es más comparable a la música del cancionero americano clásico, con canciones estrechamente vinculadas a compositores verdaderamente icónicos como Cole Porter, Irving Berlin y equipos de compositores estelares como George e Ira Gershwin y Rodgers y Hammerstein. Por mucho que los crooners famosos interpretaran sus melodías (Sinatra, Bennett, Fitzgerald), las canciones siempre llevaban la marca de los compositores.

Del mismo modo, los boleros están menos vinculados a sus distintos intérpretes que a sus afamados compositores, considerados piedras angulares de la cultura latinoamericana, no solo creadores de un estilo de canción. Decir los nombres de Agustín Lara o César Portillo de la Luz es evocar una época, una visión del mundo, una forma de vida. Estos queridos cantautores y su música nunca caerán en desgracia, ni desaparecerán de la memoria colectiva.

La longevidad del género se confirmó con el renacimiento del bolero que surgió inesperadamente durante la década de 1990. Este renacimiento se vio impulsado por dos tendencias nostálgicas independientes que abrieron y cerraron la década como si fueran sujetas. Estos dos resurgimientos se produjeron en los dos países que habían servido de fuentes gemelas del género: México y Cuba.

En 1991, como ya he mencionado, Luis Miguel desató la moda del bolero en México con el primer álbum de su trilogía Romances, una serie de grabaciones que ofrecían su visión moderna de canciones clásicas del género, adornadas con nuevos arreglos orquestales. En su conjunto, la serie del cantante sirvió para hacer un repaso de las canciones de amor más duraderas del mundo hispanohablante. (Casualmente, sus grabaciones incluyen muchas de las canciones que destaqué como mis preferidas en Parte 1 y Parte 2. Tal vez sea de esperar; los aficionados al bolero comparten la afinidad por las mismas melodías queridas del repertorio).

Seis años más tarde, en 1997, el guitarrista estadounidense Ry Cooder visitó Cuba y ayudó a lanzar Buena Vista Social Club, el conjunto de artistas de la vieja guardia de renombre internacional, que incitó una locura propia de nostalgia por la música tradicional cubana en todo el mundo. Los discos de Buena Vista y sus estrellas solistas – Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer, Compay Segundo – no se concentraron en los boleros. Pero como se centraban en la música de la época dorada del género en Cuba, las grabaciones incluían varios boleros salpicados, presentando al público no latino estas viejas canciones clásicas por primera vez.

En esta última entrega de mi serie de blogs sobre el bolero, presento boleros que resurgieron durante el renacimiento de la década de los 90. Estas canciones podrían haber figurado fácilmente en las dos primeras entregas, ya que también son canciones que aprendí durante mi infancia y juventud. Pero los blogs tienen límites, mientras que la lista de buenos boleros parece interminable.

Sin embargo, sería negligente terminar una revisión extensa del género sin mencionar a Armando Manzanero, uno de los mejores compositores mexicanos de la última mitad del siglo XX. Con sus cautivadoras composiciones de las décadas de 1970 y 1980, el yucateco tendió un puente entre la época del bolero histórico y el renacimiento de finales de siglo. No es casualidad que acabara coproduciendo los exitosos LPs de renovación de Luis Miguel.

En nuestra boda de 2002, mi mujer y yo tocamos uno de los mayores éxitos de Manzanero, "Somos Novios", que Manzanero había compuesto y grabado en 1968. El propio compositor toca el piano en este concierto de Luis Miguel.

La mayoría de los aficionados estadounidenses reconocerán la canción en su traducción al inglés, "It's Impossible", con una nueva letra escrita en 1970 por Sid Wayne. Ese mismo año, la melodía traducida fue grabada por primera vez por Perry Como, quien la convirtió en su primer éxito en el Top 10 en más de 12 años.

"It's Impossible" sigue siendo una de las canciones en español más versionadas de todos los tiempos, con versiones de artistas tan variados como Johnny Mathis (1971), Elvis Presley (1973), Vic Damone (1997), Julio Iglesias (2006), Andrea Bocelli (2006) y Engelbert Humperdinck a dúo con Manzanero (2014), por no hablar de casi cuatro docenas de interpretaciones instrumentales de artistas como Mantovani (1971), Los Indios Tabajaras (1971) y The Ventures (1979).

A lo largo de su carrera, Manzanero escribió más de 400 canciones, entre las que destacan los éxitos "Esta Tarde Vi Llover", "Contigo Aprendí" y "Adoro", que también figuran entre mis preferidas.

El célebre cantautor falleció el 28 de diciembre de 2020 a los 83 años. Casi un año después, el 12 de diciembre de 2021, México perdió a otra gran figura musical, Vicente Fernández, que definió de forma indeleble la música ranchera en la última mitad del siglo XX.  Apodado "El Rey" y "El Ídolo de México", Fernández fue un maestro del bolero ranchero, con una voz que podía fluctuar entre la potencia operística y la vulnerabilidad susurrada.

Los obituarios en inglés suelen mencionar los éxitos característicos de Fernández, como "El Rey" y "Volver, Volver". Pero grabó muchos boleros memorables que captaban las profundidades agónicas del anhelo y la pérdida, así como las tiernas pasiones, intrínsecas al género. Como aficionado desde hace 50 años, algunos de mis boleros favoritos de Chente son "Acá Entre Nos", "A Pesar de Todo", "Por Tu Maldito Amor", "Que de Raro Tiene", "Mujeres Divinas", "De Qué Manera Te Olvido", "Hermoso Cariño" y muchísimos más. 

A estas alturas de mi vida de melómano empedernido, no hay muchos boleros famosos que no conozca. Sin embargo, el Nostalgic Nineties me ha recordado unos cuantos que me encantan y que son dignos de mención en esta última entrega. Siguiendo con el concepto de recapitulación, he creado también una lista de reproducción en Spotify con mi lista de los 40 mejores boleros, incluyendo los que he presentado en esta serie y algunas joyas más de mi biblioteca de canciones de amor más queridas.

“Bésame Mucho” por Consuelo Velasquez & Daniel Riolobos

El reportero Morley Safer, de 60 Minutes, dijo una vez en el aire que esta era la peor canción jamás escrita. Supongo que ninguna mujer ha deseado tanto sus besos, que es mucho. Tal vez Safer se perdió el significado, y el sentimiento, en la traducción. "Kiss Me a Lot" ("Bésame muchas veces") no sirve, porque lo importante no es el número de besos, sino la pasión sostenida e intensa de besos que se funden en uno solo. La canción es un clásico, escrita por una de las pocas mujeres en el panteón de los compositores de boleros, la mexicana Consuelo Velázquez. Consigue mezclar en sus letras el deseo apasionado y el temor a la separación.

Tras su muerte, en 2005, a los 88 años, The New York Times destacó su canción más famosa. "Bésame Mucho" no es tanto un estándar perdurable como un fenómeno global", decía el obituario. "Traducida a docenas de idiomas e interpretada por cientos de artistas, la canción ha sido un emblema de la identidad latina, un himno de los amantes separados por la Segunda Guerra Mundial y una fuente perenne para los cantantes de salón del mundo entero". 

Velázquez también compuso la seductora melodía de la canción, que realza eficazmente la emoción, como demuestran las numerosas versiones instrumentales de la melodía, incluida esta versión jazzística de Dave Brubeck. Es una de las canciones más versionadas de la música latina, con versiones de Josephine Baker, Charro, los Coasters, Nat King Cole, Xavier Cugat, Plácido Domingo, Bill Evans, Connie Francis, Harry James, Diana Krall, Trini Lopez, Dean Martin, Art Pepper, los Platters, Tito Puente y (famosamente) los Beatles. En la insólita actuación enlazada arriba, el compositor toca el piano para acompañar al cantante argentino Daniel Riolobos, que entra en el escenario y, sorprendentemente, empieza a cantar la canción por la mitad, con el puente que presagia la separación de la pareja.

Quiero tenerte muy cerca,
Mirarme en tus ojos,
Verte junto a mí.
Piensa que tal vez mañana
Yo ya estaré lejos,
Muy lejos de aquí

“Historia de Un Amor” por Luis Miguel

El joven cantante hace maravillas con este bolero de desamor y pérdida, que tanto se ha grabado. Es uno de esos estándares que se dan por hecho, con letras que pueden aplicarse a cualquier relación que sufra una separación. Sin embargo, la mayoría de los aficionados desconocen el desamor real que hay detrás de la canción.

Fue escrita en 1955 por Carlos Eleta Almarán, tal vez el único cantautor panameño que llegó a la cima de los boleristas con esta melodía. La escribió como una dolorosa despedida tras la prematura muerte de su cuñada, Mercedes, esposa de su hermano Fernando. Ella murió de poliomielitis en 1954, tras solo cuatro años de matrimonio, dejando atrás a tres hijos.

Las letras de Almarán adquieren un significado más profundo a la luz de las trágicas circunstancias de sus orígenes. La permanencia de la pérdida es subrayada por la melodía que llega a un crescendo, y luego a un desenlace, cuando las palabras lamentan que la luz del amor se haya extinguido para siempre por una ausencia eterna.

Es la historia de un amor,

como no hay otro igual.

Que me hizo comprender

todo el bien, todo el mal.

 

Que le dio luz a mi vida,

apagándola después.

Ay, qué vida tan oscura

Sin tu amor no viviré.

Almarán (en los créditos de sus canciones, se utiliza su apellido materno en lugar de Eleta, el apellido de su padre) fue también un empresario de éxito. En 1960, fundó, junto con su hermano, la primera y ahora más antigua cadena de televisión de Panamá, RPC TV. Fernando, con títulos de Stanford y el MIT, se volvió a casar y ocupó altos cargos en el gobierno.

Mientras tanto, la canción que los unió en el trauma alcanzó el éxito mundial. Fue grabada por primera vez en 1955 por Libertatd Lamarque, y apareció en la película mexicana del mismo nombre. Al año siguiente, el argentino Héctor Varela, compañero de Lamarque, y su orquesta típica la transformaron en un tango.

A lo largo de los 66 años que han transcurrido, la canción ha sido versionada por una constelación de estrellas: Guadalupe Pineda, Marco Antonio Solís, David Bisbal, Lola Flores, Marco Antonio Muñiz, Pedro Infante, Ana Gabriel, Eydie Gormé & Trio Los Panchos, Julio Iglesias, Pérez Prado, Pedro Infante, Cesaria Evora, Eartha Kitt, Il Divo y Diego El Cigala.

Además, ha sido traducida a varios idiomas, entre ellos el chino, el inglés, el húngaro, el rumano, el finlandés y el francés.

La Mentira (Se Te Olvida) por Luis Miguel

Este bolero, "La Mentira", fue escrito por Álvaro Carrillo (1921-1969), uno de los compositores más prolíficos de México. El compositor ha escrito más de 300 canciones, incluyendo la que quizá sea el bolero más popular de todos los tiempos, "Sabor a Mí", que presenté en mi entrada "Romance y Revolución en 'Sabor a Mí'".          

“Veinte Años” por Buena Vista Social Club

Esta triste canción entró en el canon de los boleros cubanos casi desde el momento de su estreno en 1935, con su triste letra de Guillermina Aramburu y la melancólica melodía de la compositora María Teresa Vera (1895-1965). Sin embargo, la canción se atribuye casi siempre exclusivamente a Vera, por razones que la mayoría de la gente, incluido yo mismo, desconocía hasta hace poco. Al parecer, Aramburu escribió los versos tras el fracaso de su matrimonio de 20 años, de ahí el título. Según el sitio web musical madrileño Radio Gladys Palmera, la letrista le dio la letra a Vera, su amiga desde la infancia, con la condición de que no revelara quién la había escrito.

Clasificada técnicamente como habanera, la canción se interpretaba originalmente con un sencillo acompañamiento de guitarra, al estilo de la trova tradicional cubana. Vera hizo una primera grabación de la melodía con su compañero de entonces, Lorenzo Hierrezuelo, un dúo formado a mediados de la década de 1930, más o menos al mismo tiempo que se escribió la canción. Su colaboración duró un cuarto de siglo. Durante ese tiempo, Hierrezuelo también formó la mitad de otro famoso dúo, Los Compadres; en este último cantaba la voz principal y se le apodaba Compay Primo, mientras que su compañero, Francisco Repilado, se encargaba de las armonías, o segunda voz, y por ello se le conocía como Compay Segundo, quien surgió décadas después como miembro destacado del Buena Vista Social Club.

 "Veinte Años" aparece en decenas de grabaciones, especialmente de Cuba. Tengo casi tres docenas de versiones en mi colección privada. Entre mis preferidas está la excepcional interpretación de Bebo & Cigala, el dúo hispano-cubano compuesto por Bebo Valdés y el cantaor Diego El Cigala. Otra versión, más tradicional, fue grabada en 1964 por la cantante cubana Celeste Mendoza. Está respaldada por el popular grupo de renacimiento del son de La Habana, Sierra Maestra, dirigido por Juan de Marcos González, una fuerza creativa clave en la creación del grupo Buena Vista que amplió y mejoró su misión de preservar la música tradicional del son de la Sierra Maestra.

Y la historia cierra el círculo.

La canción tenía 60 años cuando se grabó para el álbum inaugural de Buena Vista (1997), y más tarde se incluyó en el álbum auto titulado en solitario (2000) de la querida cantante del conjunto, Omara Portuondo.

Pero nada iguala el encanto desgarrador de una versión reciente de un dúo de hermanos conocido como Isaac et Nora, una pareja de jóvenes surcoreanos que viven en Bretaña, en el noroeste de Francia. En su clip informal de YouTube de 2019, los niños cantan tímidamente las letras en español, mientras Isaac toca un solo de trompeta y su padre con lentes toca la guitarra en el fondo, mostrando ocasionalmente sonrisas de aprobación.

En un asombroso desarrollo que nunca podría haberse previsto por la generación bolerista, este vídeo de "Veinte Años" ha acumulado más de 7 millones de visitas. El dúo de hermanos se ha disparado en popularidad mundial. Tienen un nuevo álbum de estándares latinos, Latin & Love Studies, una página de Facebook pulida y profesional con 1,4 millones de seguidores, y un canal de YouTube que ha atraído casi 57 millones de visitas.

Y el bolero sigue vivo.

                                                                                                                        – Agustín Gurza

 

Also in this series:

The Eternal Bolero, Part 1: Love Songs That Endure for Decades

The Eternal Bolero, Part 2: Songs I Learned in College

 

 

           

             

 

 

Blog Category

Tags

Images

Historia del Género: Todos Bailan el Chachachá

Es uno de los ritmos más reconocibles en la historia de la música popular bailable: Uno, dos, chachachá.

Durante una época en los 1950, este ritmo afrocubano se convirtió también en una moda en el baile en el mundo occidental, desde París a Caracas, desde Nueva York a la Cuidad de México. El chachachá llegó a ser esencial en el baile de salón, junto con el mambo y la rumba. Al mismo tiempo, el ritmo ligero y alegre de este nuevo ritmo bailable se impregnó en el ADN del rock ‘n’ roll temprano.

Muchos norteamericanos no se darán cuenta de que el chachachá y otros ritmos cubanos tuvieron una gran influencia en el rock. Si se escucha a “Louie Louie,” el himno clásico de la banda de garaje popularizado por The Kingsmen en 1963, puede que la conexión latina no sea obvia. Pero no hay duda cuando se escucha el riff de apertura icónico de “Louie Louie” en la introducción a “El Loco Cha Cha,” grabada seis años antes por el pianista cubano basado en L.A., Rene Touzet. La tonada de Touzet fue grabada en 1957 para el sello GNP del productor Gene Norman.

El origen de la conexión entre el Sur de California y el chachachá data de hasta más temprano. El compositor de “Louie Louie” fue Richard Berry, un cantante de R&B nacido en Luisiana que interpretaba con un grupo multicultural del Condado de Orange llamado The Rhythm Rockers. Esa banda fue fundada en Santa Ana en 1955 por Barry y Rick Rillera, dos hermanos filipinos que también eran grandes fanáticos de la música latina. Adquirieron los sonidos del jazz latino y la música bailable afrocubana del legendario programa de radio de Chico Sesma, que salía derecho del Este de L.A. Luego Berry los adquirió de sus compañeros en la banda.

Sin embargo, con el chachachá, eventualmente todos los caminos conducen a Cuba. La grabación de “El Loco” de Touzet fue de hecho una versión de una canción que era popular en Cuba, donde llevaba el título “Amarren al Loco.” Touzet cambió el título y el arreglo, y añadió ese lick de “Louie Louie.” La canción cubana, la original, sin ese riff pegajoso de apertura—fue escrita alrededor de 1955 por Rosendo Ruiz Jr., uno de los compositores más importantes de la isla en la nueva moda en el baile.

La Colección Frontera contiene tres versiones de otra composición popular de Ruiz, “Rico Vacilón,” considerada un pilar del género. Estas grabaciones son por Orquesta Cha, Cha, Cha Continental, el Trío Avileño y Los Tres Ases. La última, grabada en México y lanzada en los Estados Unidos por RCA Victor, traduce el título como “Lots of Fun” (“Mucha Diversión”), aunque eso no captura bien el espíritu del chachachá, que se difundió rápidamente por sus melodías pegajosas, ritmos ligeramente sincopados, y temas fantasiosos y a menudo frívolos.

Tanto el mambo como el chachachá surgieron de esa rica fuente de la música bailable cubana, el danzón, un estilo de salón elegante que incluye secciones estructuradas que cambian el ritmo y exigen de los bailarines movimientos precisos y pasos coordinados. Según los músicos y musicólogos, fueron los bailarines que inspiraron a los músicos en la creación de ritmos más libres y alegres que complementaban sus impulsos en el baile.

El chachachá es ampliamente atribuido a Enrique Jorrín, un flautista y compositor con el famoso Orquesta América, fundada por el director de banda Ninón Mandéjar en 1945. Sin embargo, según el musicólogo cubano Leonardo Acosta, los dos señores tuvieron una pelea sobre quién merecía el crédito por haber inventado este nuevo estilo de baile. De todas formas, el chachachá es definitivamente un hijo de la Orquesta América. El baile evolucionó a fines de los 1940, después de que Jorrín dejó otra banda importante, Arcaño y Sus Maravillas, para juntarse con el grupo de Mondéjar.

Varias fuentes mencionan que el nuevo género fue creado específicamente como una alternativa fácil al complicado mambo, que había precedido al chachachá en su popularidad. Un bloguero, El Pregonero, aun añade un elemento racial al análisis, declarando que el último estilo, fácil de aprender, fue desarrollado para los blancos que batallaban para bailar el mambo (“pa’ los cubanos que no saben mambear”). Sea como sea, el baile pegó rápidamente, tanto nacional como internacionalmente.

Los que conocen el Buena Vista Social Club sabrán que la banda popular tomó su nombre prestado de uno de los muchos clubes sociales que eran tan esenciales en la sociedad cubana en los 1940. Ese sistema de clubes sociales también jugó un papel en el desarrollo del chachachá.

En esa época, Mondéjar fue el fundador de la Federación de Sociedades Juveniles, que consistía en clubes sociales para jóvenes ubicados en vecindarios en Habana. La banda tocaba en eventos patrocinados por los clubes, interpretando danzones que fueron escritos específicamente para cada grupo, añadiendo letras a un estilo que había sido estrictamente instrumental. El director de la banda les pidió a sus músicos de cantar las estrofas al unísono, una estrategia colectiva que llegaría a ser característica de los vocales en el chachachá.

A menudo se dice que el chachachá adquirió su nombre del sonido de los pies de los bailarines arrastrándose en el piso mientras hacían la rápida sección de tres pasos, que para los músicos tenía el sonido de “cha-cha-chá.” Sin embargo, Acosta, el musicólogo cubano que toca el saxófono, dice que eso es un mito. Dice que el nombre es sin duda una onomatopeya, pero derivada probablemente del sonido del güiro, el instrumento en forma de calabaza que hace su sonido rítmico distintivo cuando se le raspa con un palo.

Como con cualquier nuevo estilo de música, incluso rock ‘n’ roll, es casi imposible precisar una fecha de nacimiento porque la música pop es un proceso, siempre en flujo. No queda duda, sin embargo, que la primera canción en el género que ganó amplia popularidad fue “La Engañadora” de Jorrín, que llegó a ser un gran éxito en 1953. La Colección Frontera tiene una excepcional versión pulida de la canción por nadie menos que el Rey del Mambo, Pérez Prado. Además, hay una versión animada más reciente que tiene voces femeninas por la Orquesta Falcón de Texas.

Originalmente, el chachachá fue tocado principalmente por charangas cubanas, un tipo de banda que tenía un sonido gentil de salón, en contraste con los conjuntos y orquestas afrocubanos, con su batería pesada de la parte baja y metales alegres. Típicamente, la charanga consistía en piano, bajo, violines, flauta y batería, incluso timbales, maracas y güiro. De hecho, el nuevo baile restableció la popularidad de las viejas charangas, que habían sido asociadas principalmente con el danzón instrumental. En Cuba, históricamente, este tipo de orquesta se llamaba la Charanga Francesca, traída a la isla a principios del siglo XIX por los refugiados de la guerra de independencia de Haití.

Además de Orquesta América, había otras charangas que ayudaron a popularizar el género, incluso Fajardo y Sus Estrellas, la Orquesta Melodías del 40, y especialmente la charanga chachachá por excelencia, la Orquesta Aragón. La Aragón, que aún existe hoy, incluía a dos compositores prodigiosos, el director Rafael Lay y el flautista Richard Egües, los dos de los cuales compusieron clásicos del chachachá. La Colección Frontera tiene una copia rara de “El Bodeguero” de Egües, grabada por Fajardo en el sello cubano Panart, con la línea característica que la distingue como un original: “Hecho en Cuba por la Cuban Plastics & Record Corp.” Luego, en los EEUU después de la Revolución Cubana de 1959, se hicieron lanzamientos subsiguientes de Panart cuya legitimidad era dudosa.

En la historia entera del chachachá, es tal vez “El Bodeguero” que tiene el estribillo más famoso: “Toma chocolate, paga lo que debes.” La frase es usada simplemente por el sonido sincopado de las palabras, pero no tiene nada que ver con los versos que vinieron antes.

La canción se trata de un bodeguero que hace a la gente preguntarse por qué siempre es tan alegre. La respuesta: el chachachá, claro. El bodeguero baila el nuevo ritmo en los pasillos “Entre frijoles, papa y ají / El nuevo ritmo del chachachá.” Aun Nat King Cole hizo una versión de la canción en Cole Español, el primero de tres discos de cover que hizo en español y que fueron grandes éxitos en los 1950 y 60. El sello de Capitol Records LP usado por Cole traduce el título como “Grocer’s Cha Cha” (“El Cha Cha del Bodeguero”), usando el nombre abreviado del baile que se usa en los EEUU, pero nunca en Cuba, donde siempre es el chachachá y nunca se elide el último paso.

A través de los años, el adaptable chachachá ha sido interpretado por muchas clases de grupo musical, desde las grandes bandas de metales (Tito Puente), hasta bulliciosos grupos tropicales mexicanos (La Sonora Santanera), cantantes melódicos entrenados en la música clásica (Pedro Vargas), tríos de guitarra románticos (Trío Los Panchos) y aun grupos vivaces de música tejana-mexicana (Sunny and the Sunliners).

Eso nos regresa a la música rock norteamericana con su infusión de chachachá. No como “Louie Louie,” muchas canciones tempranas de rock no requerían ser descifradas para descubrir su elemento cubano. Estaba ahí mismo, en el título. Aquí hay sólo tres ejemplos: “Rock ‘n’ Roll Cha Cha” (1959), una fusión de doo-wop y chachachá por The Eternals; “Willie Did the Cha Cha” (1958), por Johnny Otis del famoso “Hand Jive”; y “Everybody Loves to Cha Cha” (1959), por el genial Sam Cooke. En el último corte, note la reacción entusiasta de la audiencia cuando Dave Clark de American Bandstand presenta a Cooke y pregunta, “Anybody here do the cha cha?” (“¿Hay alguien por aquí que haga el chachachá?”). La audiencia grita toda junta: “Yeah!” (“¡Sí!”).  

Claro, el chachachá sigue siendo importante en la cultura pop norteamericana. Hay muchos ejemplos contemporáneos: Pink Martini de Portland, que hizo una versión fiel del éxito de La Sonora Santanera, “¿Dónde Estás, Yolanda?” (1997); “Come a Little Bit Closer” (2004), por el difunto Willy Deville de Mink Deville; “Save the Last Dance” (2005), una versión moderna del éxito de Ben E. King por Michael Bublé, con un video que muestra la vida cotidiana, en el cual el cantante toma clases de baile de chachachá.

Por último, si bien no menos importante, no nos olvidemos de Carlos Santana. El roquero chicano ha incorporado la forma del chachachá desde el principio con “Oye, Cómo Va” por Tito Puente, del disco Abraxas de Santana. El género reapareció en el gran éxito de retorno de Santana en 1999, “Smooth,” que tenía vocales por Rob Thomas. (Note que el percusionista raspa el güiro en el video para “Smooth.”)

Medio siglo después de la invención del chachachá, Santana acedó a lo que lo hizo tan popular al comienzo: El ritmo es irresistible.

           --Agustín Gurza

Blog Category

Tags

Images