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Pete Rodriguez

El eterno bolero, parte 2: Canciones que aprendí en la universidad

           En la primera entrega de mi serie de tres partes sobre el bolero, ofrecí una visión general del género romántico y destaqué las canciones que había aprendido de mis padres cuando era niño. En la segunda parte, he seleccionado otros ocho clásicos que descubrí durante mis años universitarios, a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970.

            Fueron años de agitación cultural y creatividad explosiva, especialmente en la música pop. Para las minorías étnicas que luchaban por los derechos civiles y el respeto racial, fue una época emocionante de descubrimiento cultural. Muchos jóvenes mexicoamericanos, inmersos en el Movimiento Chicano, se propusieron explorar y afirmar sus raíces culturales en la comida, la literatura, el arte y la música.

            Este despertar provocó una ola de arte comunitario entre los latinos, produciendo influyentes grupos de música nueva que situaron a los latinos en el mapa nacional de la música pop.

            En Texas, Little Joe y otros tejanos fueron pioneros del sonido Tex-Mex. En San Francisco, Carlos Santana, hijo de un músico mariachi de Tijuana, dio el pistoletazo de salida a la moda del rock latino al incorporar “Oye como va” de Tito Puente a una nueva y descarada fusión de rock y música tropical. Y en Los Ángeles, Los Lobos fueron la punta de lanza del rock chicano, y Tierra forjó el sonido del Este de Los Ángeles.

            Mientras tanto, en la Costa Este, los hijos de inmigrantes puertorriqueños y cubanos impulsaron una nueva y excitante era de música bailable caribeña denominada salsa, con un estilo de moda, elementos de jazz y técnicas de grabación modernas.

            Yo era un gran entusiasta de la música de salsa que salía de Nueva York en aquella época. Se sentía un poco como la llamada Invasión Británica de la década anterior, con los fans estadounidenses hambrientos de los últimos lanzamientos de Londres. La moda de la salsa nos llevó a una búsqueda similar de la música de los mejores artistas neoyorquinos que grababan para un grupo de discográficas independientes, principalmente Fania, Coco, Tico, Alegre y Salsoul.

            La nueva música era difícil de encontrar en California. Incluso en Berkeley, que contaba con un par de tiendas de discos de vanguardia, las secciones de música latina eran pequeñas y estaban mal surtidas, si es que se podían encontrar. Así que, cuando mi novia (y futura esposa) anunció que iba a hacer un viaje de verano a Manhattan, le pedí con ilusión que me trajera algunos discos de salsa, cualquier disco de salsa. Volvió con el Santo Grial de la nueva música afrocaribeña: los mejores discos de Willie Colon, Larry Harlow, Ismael Rivera, Santos Colon y Johnny Pacheco con el vocalista Pete “El Conde” Rodríguez. Los escuché a solas en mi acogedor apartamento, en el piso superior de una casa de Oakland, con vistas a las copas de los árboles, absorbido por los sonidos de una cultura diferente.

            En aquellos días, los álbumes de salsa se ceñían generalmente a una fórmula poco precisa, una mezcla de canciones bailables (mambo, son, chachachá, guaracha, merengue), junto con un par de boleros, a menudo uno por cada lado. Para mantener la llama viva 50 años después, el podcast Radio Alimaña publicó recientemente una recopilación de una hora de boleros de varios artistas en Fania Records, entre ellos el admirado Héctor Lavoe y el infravalorado Justo Betancourt.

            Con el tiempo, mi colección de discos me expuso al canon de los boleros cubanos y puertorriqueños, ampliando la selección de canciones de influencia mexicana de mis padres que se presentó en la primera parte. A continuación, se presentan algunos de los boleros que descubrí durante esa época de apertura de oídos. Estas canciones me tocaron desde el principio y han permanecido conmigo desde entonces.

“Convergencia” por Johnny Pacheco & Pete “Conde” Rodríguez

             Me cautivó inmediatamente la mística lírica y melódica de este viejo bolero, con letra de Bienvenido Julián Gutiérrez y música de Marcelino Guerra. Fue compuesto en 1938 y grabado por primera vez al año siguiente en Nueva York por el Cuarteto Caney, con el famoso director de orquesta cubano Machito y el cantante puertorriqueño Johnny López.  Lo escuché por primera vez en un álbum recopilatorio de 1972, Ten Great Years (Diez grandes años), de Johnny Pacheco, el director de orquesta dominicano que cofundó Fania Records, la discográfica que encabezó el boom de la salsa en la década de 1970. La canción apareció originalmente en el álbum de Pacheco de 1967, Sabor típico, con la sublime voz del cantante afro-puertorriqueño Pete “Conde” Rodríguez. Como equipo hasta principios de la década de 1970, Pacheco y “El Conde” producirían una serie de álbumes populares con un sonido “típico” con una formación de conjunto, más ajustada y compacta que las grandes bandas de salsa de la década de 1950. Esos álbumes tradicionales fueron como libros de texto primarios en mi temprana educación salsera.

           Esta canción sigue guardando misterio para mí. Está claro que se trata de la angustia y el amor perdido que hace perder el sueño (“novelesco insomnio do' vivió el amor”), pero la conclusión todavía se me escapa. El título de una sola palabra (“convergencia”) nunca aparece en la canción como sustantivo. El único uso de la palabra es como verbo en la última frase, donde el cantante dice que es como “la línea recta que convergió”. ¿Pero convergió con qué? No queda claro, al menos para mí. Para empeorar las cosas, hay pequeñas incoherencias en varias versiones de la letra, en línea y en las notas de acompañamiento, que marcan grandes diferencias. ¿Es “de playas y olas”? ¿O “de playas solas”? ¿Es “porque la tuya final vivió” o “al final vivió”?

          Al final, las palabras precisas y las frases ambiguas no importan. Solo hay que dejarse llevar por el sentimiento. En la sección central, la melodía desciende en cascada por la escala musical en frases cortas, creando una sensación de flujo suave, como si arrastrara al oyente río abajo hacia un final inevitable. Las frases tristes de cinco sílabas son como escalones en la cascada emocional:

Madero de nave que naufragó,
            piedra rodando,

                        sobre sí misma,

                                    alma doliente

                                                vagando a solas

                                                            de playas, olas,

                                                                        así soy yo:

La línea recta que convergió
porque la tuya final vivió.

             El brillante arreglo de la grabación de Pacheco/Conde utiliza trompas superpuestas para hacer eco de la melodía que cae en cascada. Lamentablemente, en el álbum no se acredita a ningún arreglista (Fania LP 339). Irónicamente, Fania acabaría siendo conocida como la discográfica que acreditaba meticulosamente a los músicos, compositores y arreglistas en sus lanzamientos, invirtiendo el anonimato que prevalecía en la industria de la música latina durante las décadas anteriores.

            La Colección Frontera tiene una versión de 78 rpm de esa primera grabación del Cuarteto Caney (Decca 21047B). Identificado como un bolero-son, se abre con una trompeta solista que toca la melodía entera antes de que comience el canto, un procedimiento inusual. Una versión completa está disponible en YouTube.   

            Esta es la única copia de la canción en la base de datos, pero se ha grabado muchas veces a lo largo de las décadas. En Cuba, los aficionados atesoran el dueto de los años 80 del venerado sonero Miguelito Cuní con el cantautor Pablo Milanés, el icono de la Nueva Canción que también grabó un solo vocal en 1978 con el pianista de jazz cubano Emiliano Salvador. Otra grabación notable, a pesar de las armonías extrañamente desincronizadas, es el dueto entre la cantante cubana Omara Portuondo (de Buena Vista) y el co-compositor de la canción, Marcelino Guerra, apodado Rapindey.  El vocalista de Buena Vista, compañero de Omara, grabó una tierna y conmovedora interpretación en su álbum de 2007, Mi Sueño, con el sensible acompañamiento de piano de Roberto Fonseca.

            Medio siglo después de aquella grabación de Pacheco, los músicos contemporáneos siguen encontrando nuevas formas de interpretar el bolero. En 2014, se grabó una versión que rompe géneros y altera la mente, nada menos que por el hijo de El Conde, el trompetista Pete Rodríguez Jr., quien tiene un doctorado en artes musicales de la Universidad de Texas en Austin. La nueva versión, lanzada al año siguiente por Destiny Records en el álbum El conde negro, demuestra que la canción no tiene fronteras estilísticas. Ya no es el bolero de tu padre.

“Usted” por Santos Colon

En su título de una sola palabra, esta triste canción da una pista críptica de su significado, aunque al final sigue siendo algo misterioso.

El título es la variante formal del pronombre de segunda persona singular en español. Como ya se sabrá, el pronombre “usted” se utiliza para dirigirse a una figura de respeto: un anciano, un padre, un profesor o simplemente un desconocido. Connota tanto la distancia como la desigualdad de estatus en una relación. En este caso, el uso es completamente incongruente, ya que el hablante se dirige supuestamente a una persona de gran intimidad, tal vez un antiguo amante que presumiblemente se ha ido y ha dejado atrás un corazón partido.

         “Usted” está incluida en el álbum de Colon de 1972, Fiel (Fania Records SLP 430), un conjunto de 10 canciones de amor arregladas con esmero por el argentino Jorge Calandrelli. La canción fue compuesta por dos destacados cantautores mexicanos, con música de Gabriel Ruiz y letra de José Antonio Zorrilla. Se combinan tan bien que la canción parece haber surgido de una sola mente creativa.

          Encontré 30 grabaciones de la canción en la Colección Frontera, con dos de especial interés, ambas grabadas en México. En primer lugar, el popular trío Los Tres Diamantes aporta sus armonías agudas y su enfoque hiperromántico a la canción, lanzada por RCA en las tres velocidades de reproducción: 78, 33 y 45. En otra grabación de RCA Victor, el compositor y pianista Ruiz acompaña a la emotiva vocalista mexicana Amalia Mendoza, conocida principalmente por sus rancheras. En esta interpretación, el prominente arreglista y director de orquesta Chucho Ferrer proporciona una orquestación moderada que resalta a la cantante mientras añade encantadores adornos musicales.

          La primera vez que escuché la canción fue en la suave y melosa voz de Santos Colon, un artista puertorriqueño que había liderado la potente banda de baile de Tito Puente y que, en el momento de este lanzamiento, seguía cantando con los explosivos Fania All Stars. Como solista, cariñosamente apodado Santitos, era conocido por sus discretas pero convincentes interpretaciones de boleros.

           En el caso de "Usted", el tema típico del bolero parece obvio al principio. Se trata de un hombre al que se le ha roto el corazón por una mujer que es “la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos”, que llenó su corazón de “dulces inquietudes y amargos desencantos”.

Usted es la culpable
De todas mis angustias y todos mis quebrantos
Usted llenó mi vida
De dulces inquietudes y amargos desencantos

Solo al final nos damos cuenta de que este tipo ha estado sufriendo desde lejos. Utiliza el “usted” porque, de hecho, son desconocidos y ha estado esperando a armarse de valor para besarla.

Usted me desespera
Me mata, me enloquece
Y hasta la vida diera por vencer el miedo
De besarla a usted

            Con esa revelación de lo que resulta ser un admirador obsesionado pero tímido (¿acosador?), el uso del formal “usted” tiene un poderoso golpe de sorpresa, quizás más inquietante que romántico. Pero no te equivoques, los fans del bolero lo interpretan como una historia de amor, como demuestra el siguiente comentario de un fan en un clip de YouTube de la canción de Los Panchos.

            Cecilia Posadas escribe: “Le debo mi existencia a esta canción, mi abuelo estaba a nada de perder a mi abuelita pero una noche le llevó serenata con esta canción, regresaron ese día, se casaron y tuvieron a mi papá ❤”.

“Dos gardenias” por Angel Canales

            Esta es tal vez la versión más extraña del bolero, que se graba con frecuencia, y no me canso de escucharla. La inusual interpretación no es inesperada por parte de un advenedizo intérprete conocido por su estilo vocal poco convencional como “El Diferente”.

             Los fans adoraban a Canales por su imagen de pirata, con su cabeza calva, sus largos collares y sus trajes de lamé dorado. Los arreglos de su banda son jazzísticos y modernos, aunque sus temas líricos son bastante tradicionales: guiños a Puerto Rico, a la cultura neoyorquina, reflexiones sociales y, por supuesto, canciones de antorcha de corta venas, como “La hiedra” y “Nostalgia”, un tango bolero.

            La voz de Canales es decidida y deliberadamente no tradicional. Sus tonos nasales y su fraseo extrañamente modulado le hacen sonar como un Bob Dylan latino. En una canción dolorosa y desesperada como “Dos gardenias”, escrita en 1945 por la pianista y compositora cubana Isolina Carrillo, el estilo afilado del cantante añade una dosis adicional de angustia a los celos que bullen, como si estuviera perdiendo la cabeza además del corazón.

            Las dos gardenias del título son un regalo simbólico de un amante a otro, representando explícitamente sus dos corazones. Es una buena elección de imágenes, ya que se dice que la flor blanca representa la pureza, la confianza y la esperanza. Sin embargo, en la última línea surge una sensación de sospecha y posible traición:

Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha traicionado
Porque existe otro querer

¿De dónde salió esa venenosa posibilidad? De repente se refiere al espectro de una posible infidelidad, que se revelará con la muerte de las gardenias. Hace que uno se pregunte si, a pesar de toda la letra romántica anterior, el regalador de flores ya sospecha que está perdiendo el amor de la mujer.

            De ser así, esa sospecha se alinearía con otro rasgo que simbolizan las gardenias: la claridad. Pero eso no es necesariamente algo bueno, explica Florgeous.com, un sitio web dedicado a las flores:

            “De hecho, podrías usar una flor de gardenia para mostrar que sabes más de lo que necesitas saber”.

“Sin Fe” por José Feliciano

             La mayoría de la gente conoce a este cantante y guitarrista puertorriqueño por sus dos mayores éxitos: “Light My Fire” y “Feliz Navidad”. La portada de The Doors se lanzó en junio de 1968 en el primer álbum de gran éxito del cantante para RCA Victor, titulado ¡Feliciano! Pero para entonces, Feliciano había grabado una serie de álbumes en español que solo contenían boleros: Sombra, una guitarra y boleros (1966, en directo en Mar de Plata, Argentina), Más éxitos de José Feliciano (1967), y El sentimiento, La voz y la guitarra de José Feliciano (1968).

             Como fan acérrimo de The Doors, me acobardé con la ligera “Light My Fire” de Feliciano. Pero me encantaban sus álbumes de boleros, que precedieron en 20 años a la serie “Romance” de Luis Miguel. Por alguna extraña razón, estos son los únicos LPs que llevé conmigo en un viaje navideño a Juárez en 1973, con toda la familia metida en una casa móvil alquilada para compartir las fiestas con los Gurzas del sur de la frontera. Estaba poniendo los discos en la consola de mi Tía Laura cuando un primo incrédulo me preguntó: “¿De verdad es tan popular allí?”.

             Por aquel entonces, sí, lo era. No por estas grabaciones de boleros, sino por la canción que se convertiría en un estándar navideño omnipresente, "Feliz Navidad", lanzada el 24 de noviembre de 1970 en el álbum del mismo nombre. Ambos álbumes de éxito (la colección navideña y el álbum de versiones de rock) fueron dirigidos por Rick Jarrard, un productor de la RCA que también trabajó con Jefferson Airplane, Harry Nilsson y otros.

            Mientras la carrera pop de Feliciano despegaba, yo seguía enganchado a sus colecciones de boleros. Su Más Éxitos contiene un montón de clásicos, como "Noche de Ronda", "Piel Canela" y "El Reloj". También contiene mi canción destacada, "Sin Fe", escrita por el cantautor puertorriqueño Bobby Capó, quien también escribió "Piel Canela".

            “Sin Fe” se llama a veces "Poquita Fe", una variante utilizada en las 24 grabaciones de la Colección Frontera. Eso incluye la primera grabación de la canción acreditada a Jorge Valente, un bolero ranchero lanzado en 1960 por Discos Columbia en una versión extendida de 45 rpm (Columbia EPC-244-A-1), con el respaldo del Mariachi México de Pepe Villa. El tema procede del primer LP de Valente en Columbia, Love in Mexico (Amor en México), aunque los destacados mariachis no están acreditados en la edición estadounidense (Columbia EX 5132). Otras versiones notables en la base de datos incluyen la grabación del Trío Los Panchos con armonías a tres voces, y una interpretación instrumental del Flaco Jiménez al acordeón y Ry Cooder a la guitarra slide. (Las 13 grabaciones tituladas "Sin Fe" en nuestra base de datos son canciones completamente diferentes).

            Sea cual sea el título, me siento embelesado por la doliente melodía de esta canción, con tonos casi desesperados que reflejan el título, "Sin Fe". En realidad, es un corazón roto que le canta a otro, a través de la brecha de dolor, decepción y traición. El cantante reconoce sus propios fallos destructivos en la relación, no culpa a su desilusionada compañera por dudar de él y, finalmente, le pide ayuda para recuperar su capacidad de amar y perdonar. Su actitud es discreta y suave. Pero al final, hay una floritura musical que embellece el llamado emocional del cantante para restaurar la confianza y el amor.

             La voz natural y terrenal de Feliciano ayuda a transmitir el anhelo y la desesperación de carne y hueso del estilo bolero, que es más profundo y maduro que la canción de amor pop común. En estos álbumes, los sentimientos se ven reforzados por los arreglos tradicionales, en su mayoría guitarras y percusión ligera. En 1998, tal vez en un intento de aprovechar el éxito de los boleros de Luis Miguel, Feliciano lanzó un nuevo álbum llamado Señor Bolero, con un sonido orquestal más grande que ahogaba las canciones. 

             Ese disco no me conmovió como lo hicieron sus primeras obras. Se nota la diferencia, y falta el sentimiento.

“Lo mismo que usted” por Fania All Stars

             Tito Rodríguez es otro trovador puertorriqueño conocido por su estilo fresco y su voz suave. Fue muy importante en la década de 1950 durante la moda del mambo en Nueva York, formando parte de una tríada de directores de orquesta que dominaban la pista de baile del salón Palladium de Nueva York, junto con Tito Puente y Machito. Durante esa época, yo era un niño que compraba en mi tienda de discos local los sencillos de Elvis Presley, Fabián y The Four Seasons. Veinte años después, descubrí toda una nueva mezcla de música de salsa a través de un álbum popular de los Fania All Stars titulado Tribute to Tito Rodríguez. Fue lanzado por Fania Records en 1976, cuando yo empezaba a labrarme una carrera en el periodismo musical, trabajando como periodista independiente para Los Angeles Times y la revista Billboard. En octubre de ese año, escribí una reseña para el Times sobre el estreno local de los Fania All Stars en el Palladium de Hollywood.

              Los All Stars habían sido concebidos como una exhibición para el sello, pues representaban a los principales cantantes y directores de banda de la lista en un solo supergrupo. Desde el principio, en 1968, el conjunto transmitió la emoción y la espontaneidad de la música a través de grabaciones en directo de espectáculos organizados especialmente para ello. Esto dio lugar a una serie de álbumes en directo que impulsaron a este modesto grupo al estrellato: Live at the Red Garter (1968), Live at The Cheetah (1972), Latin-Soul-Rock (1974) y Live at Yankee Stadium (1975).

              El homenaje a Tito Rodríguez fue su primer disco de estudio, con canciones popularizadas por el cantante nuyorquino que, al igual que Santos Colón, saltó del formato de gran banda de baile al estilo más suave del bolero, que se adaptaba perfectamente a su estilo romántico. El álbum se abre con un intrincado popurrí de diez minutos de tres boleros cantados por tres cantantes diferentes: “Inolvidable” de Cheo Feliciano, “Lo mismo que usted” de Chivirico Dávila y “Tiemblas” de Bobby Cruz. Compuesto por tres melodías distintas escritas por tres compositores diferentes y con arreglos de tres arreglistas distintos, el popurrí consigue sonar como una única composición en tres movimientos. Es una apertura teatral y romántica para un álbum que luego presenta números bailables de ritmo acelerado.  

             “Lo mismo que usted” fue escrita en 1965 por una pareja de cantautores argentinos, Palito Ortega y Dino Ramos, cada uno famoso por derecho propio. Ortega, un popular cantante pop, realizó la primera grabación de su composición el 12 de abril de 1965, más como balada que como bolero. Aunque no es tan conocida como otros estándares del género, ha sido grabada por multitud de artistas. Puedes escuchar una muestra de ellos en esta lista en Amazon Music.

             La Colección Frontera contiene seis versiones, incluida una grabación en directo de Tito Rodríguez durante el que sería su último concierto en 1972 en El Tumi, un club nocturno de Lima, Perú. El querido cantante moriría de leucemia a principios del año siguiente, a la temprana edad de 50 años. El álbum en directo de su último concierto, acompañado por la Sonora de Lucho Macedo, fue lanzado póstumamente en 1973 por su propio sello, TR Records, bajo el título 25th Anniversary Performance, un hito que había marcado la ocasión del espectáculo en Perú.

             Frontera también contiene grabaciones de la canción realizadas por el director de orquesta neoyorquino Ray Barretto, el vocalista argentino Roberto Yanes y el grupo tropical mexicano La Sonora Santanera.

             Una vez más, la letra de la canción utiliza el formal y respetuoso “usted” para dirigirse al interlocutor en el diálogo. Una vez más, la gramática de la canción genera dudas sobre la relación entre ambos. La letra de la canción es expositiva y ofrece detalles de la condición de soledad y de corazón partido del cantante. La letanía de los problemas se intercala con la frase “lo mismo que usted”, que se repite siete veces. Así pues, tenemos un club de corazones solitarios de dos personas, tal vez desconocidas, sumidas en la miseria, y tal vez buscando alguna conexión en su aislamiento compartido.

A mí me pasa lo mismo que a usted.

Me siento solo, lo mismo que usted.

Paso la noche llorando,

La noche esperando, lo mismo que usted.

 

A mí me pasa lo mismo que a usted.

Nadie me espera, lo mismo que usted.

Porque se sigue negando el amor

Que voy buscando, lo mismo que usted.

 

Cuando llego a mi casa y abro la puerta,

Me espera el silencio.

Silencio de besos, silencio de todo,

Me siento tan solo, lo mismo que usted.

 

               Hasta la fecha, Tito Rodríguez es el mejor intérprete de la canción. Su voz melancólica y lúgubre encaja con la tristeza interior y la resignación de la canción.

“Plazos traicioneros” por Celia Cruz & Willie Colon

               La nuez del tema de esta canción es el anhelo de amor colgado justo al alcance, siempre tentador, nunca cumplido. “Plazos traicioneros” fue escrita en 1953 por el cantautor cubano Luis Marquetti (1901-1991), que también fue profesor, poeta y novelista inédito. Apodado El Gigante del Bolero, Marquetti escribió más de cinco docenas de canciones, entre ellas “Deuda”, la que lanzó su carrera en 1945.

               La escuché por primera vez en uno de esos discos de boleros de José Feliciano, y la inquietante melodía se convirtió en una de mis preferidas. “Plazos traicioneros” fue escrita en 1953 por el cantautor cubano Luis Marquetti (1901-1991), que también fue profesor, poeta y novelista inédito. Apodado El Gigante del Bolero, Marquetti escribió más de cinco docenas de canciones, entre ellas “Deuda”, la que lanzó su carrera en 1945.

              Escuché la canción por primera vez en uno de esos discos de boleros de José Feliciano, y la inquietante melodía se convirtió en una de mis preferidas. Mi versión destacada arriba es la de las estrellas de la salsa Celia Cruz y Willie Colon, de su primera colaboración de estudio, Only They Could Have Made This Album (Solo ellos podrían haber hecho este álbum).

En tres versos y un puente, el cantante cuestiona los motivos de las constantes evasivas de la víctima de sus afectos. Cada vez que él le declara su amor, ella responde: “A ver si mañana puede ser lo que tú quieres”. En la encantadora sección del puente, antes del verso final, él revela la inseguridad que le llena de desesperación. Le pregunta si ella lo está postergando porque “otro me robó tu corazón”.

 

Cada vez que te digo lo que siento,

tu siempre me respondes de este modo,

“Deja ver, deja ver,

si mañana puede ser lo que tú quieres.”

 

Pero así van pasando las semanas,

pasando sin lograr lo que yo quiero.

Yo no sé, para que,

para que son esos plazos traicioneros.

 

Traicioneros porque me condenan

y me llenan de desesperación.

Yo no sé si me dices que mañana

porque otro me robó tu corazón.

 

Cada vez que te digo lo que siento,

no sabes como yo me desespero.

Si tu Dios es mi Dios,

para que son esos plazos traicioneros.

                La canción resplandece en esta versión producida por Willie Colon y arreglada por el veterano productor, arreglista y director de orquesta Louie Ramírez. La guitarra de estilo español de Yomo Toro añade hermosos acentos, mientras que la banda proporciona un acompañamiento sutil y discreto. La rica y modulada voz principal de Celia se complementa con armonías breves y perfectamente situadas, presumiblemente entre ella y Colon, que también lleva la voz principal en sus propios álbumes solistas.

                Su interpretación es una joya más en uno de los discos más vendidos de Celia. También incluye el éxito de origen brasileño “Usted abusó”. Con su firmeza ante el rechazo, la canción es un contrapunto a “Plazos traicioneros”, porque en este caso, el pretendiente no está dispuesto a esperar y soportar más abusos.

“Sombras” y “Amanecí en tus brazos” por Javier Solís

               No puedo escribir sobre mis años universitarios sin mencionar estas dos canciones. Son los apoya libros incondicionales, los temas que abren y cierran un álbum del cantante cosmopolita mexicano Javier Solís, lanzado en 1966 por la CBS en México como “Sombras” y en los Estados Unidos como “Romance in the Night” (“Romance por la noche”). Al año siguiente, después de graduarme de la preparatoria, me mudé a la Ciudad de México para asistir a la Universidad Nacional, y estas canciones estaban en el aire, en todas partes. Eran éxitos que trascendían las fronteras de clase, raza y barrio. Parecía que todo el país se había quedado prendado de la voz de Javier Solís.

               Para mí, esta música desencadena una cálida nostalgia que me transporta a esa época y lugar concretos, como suele hacer la música. Como adolescente criado desde la infancia en los Estados Unidos, recuerdo las canciones como parte de la banda sonora de mi inducción a la sociedad mexicana, parte de mi propio programa de inmersión cultural. Y al igual que esta experiencia que cambió mi vida dejó una marca indeleble en mi mente, estas melodías siempre resonarán en mi cabeza.

               Temáticamente, las dos canciones no podrían ser más diferentes.

              “Sombras” fue escrita originalmente como tango en 1943 por Francisco Lomuto y José María Contursi. Fue adaptada para mariachi por Solís, conocido como El Rey del Bolero Ranchero. En cualquiera de los dos formatos, la canción es un grito oscuro y desesperado de un hombre a punto de suicidarse por el amor perdido que lo dejó en las “sombras” de su vida. En las impactantes líneas iniciales, dice que quiere cortarse las venas y dejar que su sangre fluya a sus pies, demostrando su amor sin límites con su muerte. ¡Vaya corta-venas!

               En cambio, “Amanecí en tus brazos” rebosa de la alegría del amor verdadero. Escrita por el prolífico compositor mexicano José Alfredo Jiménez, la canción expresa cómo los amantes pueden perderse el uno en el otro, perder la noción del tiempo, deleitarse en la intimidad desde la mañana hasta la noche, con la luna y el amanecer como únicos testigos. La primera línea establece el estado de ánimo: “Amanecí otra vez entre tus brazos / Y desperté llorando de alegría”.

               Estas canciones expresan los extremos polares de las relaciones, desde el amor dichoso hasta la pérdida suicida. Y dentro de esa gama de experiencias románticas, vive el bolero.

                                                                                                                                                                                                                                                                      – Agustín Gurza

Also in this series:

The Eternal Bolero, Part 1: Love Songs That Endure for Decades

The Eternal Bolero, Part 3: Staying Alive

           

 

 

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