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Biografía de Artista: Lucho Gatica, Rey del Bolero, Parte 2
repstein | Friday, December 21, 2018 | 0 comments

México a mediados del siglo era la sede del entretenimiento latinoamericano, un líder en la música y la producción cinemática para todo el continente. Pero penetrar esa institución no era fácil, especialmente para un forastero.

            “Escucha, México en la época era un búnker extremo del nacionalismo,” dijo el director artístico de Odeon Chile, Rubén Nouzeilles, en una entrevista en un sitio web de la música chilena. “Nadie podía ir allá a cantar boleros porque eso era el patrimonio de los mexicanos, igual como nadie se atrevería a ponerse un sombrero charro e ir a competirse (con una estrella de mariachi). Lucho Gatica, aparte de ser un gran artista, era también un conquistador.”

            Y la conquista fue veloz. El cantante se incorporó rápidamente a la nobleza del bolero en México. Pronto producía éxito tras éxito, presentando su propio programa de televisión y haciendo una serie de películas con las estrellas más importantes de México.

            Gatica podía escoger cualquier canción que él quería de los mejores compositores del país: “Solamente una Vez” y “María Bonita” por Agustín Lara; “Un Poco Más” por Álvaro Carrillo; “La Puerta” por Luis Demetrio; “Nunca” por Guty Cárdenas; y el clásico que también tuvo éxito en el mercado general, “Perfidia” por Alberto Domínguez. Pero fue con “No Me Platiques Más” por el compositor mexicano Vicente Garrido que consiguió un éxito temprano que llegaría a ser su canción insignia. En 1956, interpretó la canción en la película del mismo nombre, casi susurrando la canción en el oído de su hermosa coprotagonista, una previa Miss México.

            Gatica tenía un oído para los éxitos.

Esto lo comprobó cuando escuchó por primera vez una canción que sería uno de los boleros más queridos de todos los tiempos, especialmente entre los mexicoamericanos. El cantante estaba en Barcelona cuando, como recordó en una entrevista reciente, recibió una llamada de un socio en México que estaba proponiendo la venta de una nueva canción. El socio le cantó un pedacito por teléfono, y eso fue suficiente para Gatica. Dejó todo ahí y volvió a México para grabar el inolvidable “Sabor a Mí” de Álvaro Carrillo.

Además, sabía reconocer a los compositores nuevos con talento.

En 1959, Gatica colaboró con un compositor prometedor de Veracruz llamado Armando Manzanero. Grabó “Voy a Apagar la Luz” con el compositor de 24 años, quien llegaría a ser uno de los compositores de pop más celebrados en México durante las décadas de 1960 y 1970. Los dos artistas también iniciaron una gira de los Estados Unidos, en la cual Manzanero acompañaba a Gatica en el piano.

Cerca del final de la década, Gatica grabó dos canciones inmortales por el mexicano Roberto Cantoral, “El Reloj” y “La Barca.” Desde entonces, las dos canciones han sido grabadas centenas de veces por artistas tan variados como Plácido Domingo, Joan Báez, y Linda Ronstadt. Cuarenta años después, sin embargo, fueron las versiones de Gatica de esos dos clásicos que fueron introducidos a la Sala de Fama del Grammy Latino inaugural (2001), juntas con “Oye Cómo Va” de Santana (1970) y “La Muchacha de Ipanema” (1963) de Antonio Carlos Jobim.

Durante esos años pico, Gatica mantuvo un itinerario de gira que era tan caótico como glamoroso.

En 1957, volvió a Cuba para un concierto conmovedor ante 30,000 personas en el Gran Estadio de La Habana. Lloró cuando lo sorprendieron en escena con su madre, a quien no había visto en años y quien había volado a Cuba de Santiago secretamente para la ocasión. Gatica también interpretó en un local más íntimo, en el Cabaret Parisién del Hotel Nacional, acompañado en piano por el famoso compositor de filin Frank Domínguez, quien compuso el inmortal bolero “Tú Me Acostumbraste.”

Al cierre de la década, Gatica hizo su primer viaje a España, donde lo recibieron como si fuera un jefe de estado. Miles de aficionados estaban en las calles de Madrid, llevando banderas y letreros de bienvenida hechos en casa mientras pasaba la estrella en su cabriolé, saludándoles. Sus interpretaciones en la capital española durante 1959 fueron, como escribió Omar Martínez en un ensayo de 2007, “eventos sociales que atrajeron a la realeza, los políticos, las estrellas de cine, y los viajeros de toda Europa.”

La Luchomanía se había vuelto global. Gatica compartió la escena en París con Edith Piaf. Interpretó en Monte Carlo como invitado de la Princesa Grace. Y apareció ante una masiva muchedumbre en las Filipinas en el mismo estadio donde, años después, los boxeadores Mohamed Alí y Joe Frazier tendrían el “Thrilla in Manila.”

De vuelta en los EE. UU., Gatica también levantaba olas en la industria del espectáculo.

El guapo chileno se codeaba con famosos de Hollywood mientras asistía a reuniones organizadas por el estudio cinematográfico Metro-Goldwyn-Mayer. Notoriamente, conoció a Elvis Presley en MGM, durante un descanso en la filmación de Jailhouse Rock (Rock de Cárcel). Una fotografía de ese encuentro viajó vertiginosamente por el mundo y se mencionaba frecuentemente en los obituarios de Gatica seis décadas más tarde. Como recordó el periódico mexicano Vanguardia: “Aquí estaban el Rey del Rock y el Rey del Bolero, cara a cara, monarcas absolutas en sus géneros respectivos.”

Gatica se convirtió también en un invitado deseado famoso en la televisión americana durante la década de 1950, y apareció en los programas de variedades de Dinah Shore, Perry Como, Patti Page, y el escaparate definitivo del entretenimiento de la época, “The Ed Sullivan Show.” Además, grabó por la primera vez en inglés con la orquesta de Nelson Riddle, el director musical de Frank Sinatra, quien tuvo una amistad de por vida con su contraparte chilena. Aunque no fueron éxitos, las grabaciones de esas sesiones en Capitol Records, incluidas “Blue Moon” y “Mexicali Rose,” ahora son valoradas por los coleccionistas de grabaciones.

Capitol tuvo más éxito con las reediciones del repertorio latinoamericano de Gatica, que introdujeron un archivo dorado de boleros románticos al público americano. Como parte de la serie “Capital del Mundo” de la discográfica, la compañía lanzó varios discos de Gatica en rápida sucesión, empezando en 1956 con South American Songs (Canciones Sudamericanas), una colección folclórica grabada en Chile. En 1960, Capitol lanzó Lara by Lucho (Lara por Lucho), con canciones por Agustín Lara, grabadas en México con la orquesta del colaborador habitual José Sabre Marroquín.

Durante esta misma época, Capítol estaba triunfando también con una serie de discos en español por el trovador popular Nat “King” Cole, quien era amigo de Gatica. Los dos cantantes se habían conocido antes en La Habana, donde Gatica presentó a Cole en la legendaria discoteca Tropicana. Cole tendría la oportunidad de devolverle el gesto en su propia tierra en Los Ángeles cuando presentó a Gatica en el Hollywood Bowl por la noche del miércoles, 22 de julio de 1959.

El concierto en el Bowl sería seguido cuatro años después por otro hito, la apariencia de Gatica en Carnegie Hall el 5 de abril de 1963. En lo que The New York Times llamó “una interpretación de bravura,” Gatica fue acompañado por una orquesta sinfónica dirigida por Lalo Schifrin de Argentina. La noche de apertura del programa fue emitida en vivo por radio a su país nativo.

Sin importar dónde viajaba o vivía, Gatica siempre recordaba a México como el lugar que había iniciado su carrera y la realización de un sueño de infancia.

“Llegué al país que era el templo del bolero,” le dijo a la reportera Marisol García en una entrevista de 2007 para La Nación Domingo. “Todos los cantantes a quienes yo admiraba estaban en México durante los días de gloria. ¡La competición era tremenda! ¿Quién se imaginaría que, después de haber escuchado su música en Chile a través de la radio de larga onda en ‘La Voz de América Latina’ (emitida por XEW de México), yo terminaría trabajando con todos estos artistas?”

Gatica encontró más que el éxito profesional en México. Encontró el amor también.

En 1960, se casó con su primera esposa, María del Pilar Mercado Cordero, una previa Miss Puerto Rico (1957) y actriz cinemática popular conocida como Mapita Cortés. La pareja tuvo cinco hijos, incluido el primogénito Luis, que se hizo un actor famoso, y el menor, Alfredo, un productor de música.

Después de 18 años de matrimonio, la famosa pareja glamorosa se divorció.

Era 1978, y Gatica iba a cumplir 50 años. La moda del bolero había desvanecido. El esplendor de su tenor seductivo había desaparecido. Y sus posibilidades de grabación se habían disipado.

Era el momento de hacer otro cambio.

El cantante de mediana edad se mudó a Los Ángeles. La Luchomanía era una cosa del pasado, pero la estrella envejecida no sería olvidada. La última mitad de su vida traería tributos tardíos y el reconocimiento de una nueva generación de cantantes románticos.

El Retorno

            Para mediados de la década de 1980, un grupo de superestrellas completamente nuevo dominaba el campo lucrativo de la música pop latina: Julio Iglesias de España, José Luis Rodríguez de Venezuela, José José de México, y Vikki Carr y Gloria Estefan de los Estados Unidos.

Estos y varios otros artistas importantes se reunieron en los Estudios de A&M en Los Ángeles en la primavera de 1985 para grabar la versión Latina de “We Are the World,” la famosa canción benéfica para alivio de hambrunas escrito por Michael Jackson y Lionel Richie. La versión en español, “Cantaré, Cantarás,” también se convirtió en un fenómeno de la música pop, cubierto prominentemente en Los Angeles Times. Gatica fue también parte del conjunto estelar, pero durante la grabación, estuvo colocado en la última fila, atrás, solo otro miembro del coro.

Desde su remota percha, Gatica observaba mientras otros baladistas menores recibían la atención. El cantante chileno, cuya mera presencia una vez casi causaba disturbios, apenas fue notado en el evento ese día. La jerarquía en el estudio simbolizaba cuánto había caído esta estrella. Y planteaba un interrogante: ¿Lo habrían invitado si el disco no hubiera sido coproducido por su sobrino, Humberto Gatica, quien para entonces era un ingeniero importante con clientes del nivel de Michael Jackson, Tina Turner, y Barbra Streisand?

No todos relegaron a Gatica al segundo plano en sus últimos años. En mayo de 1990, volvió triunfante a Madrid, después de 10 años de ausencia. Su legado había sido alentado por el célebre realizador español Pedro Almodóvar, quien había usado la canción “Encadenados” de Gatica en la banda sonora de su película de 1983 Entre Tinieblas.

El cantante chileno, con 62 años, volvió a Florida Park, el sitio donde había estrenado tres décadas antes. El sitio zumbaba con las personalidades de la capital, quienes vinieron a verlo y a ser vistos.

“Desde el momento que Lucho empezó a cantar, todos se convirtieron en amantes,” escribió la crítica Maruja Torres en El País. “Aplaudieron al hombre que había comprobado que, con el tiempo, la sabiduría reemplaza el poder impecablemente. No canta como cantaba antes, y tampoco lo intenta. Al contrario, fue como si volviera a visitar a cada canción desde la perspectiva que proveen la ironía y la madurez.”

Fue un comienzo apropiado para una década que vería el resurgimiento de los viejos boleros que Gatica había popularizado. El renacimiento del género en la década de 1990 fue impulsado por una serie de fabulosos discos exitosos por un ídolo mexicano, el joven cantante Luis Miguel, quien presentó a una nueva generación de aficionados la música pop clásica de sus padres y abuelos.

La moda le trajo también nuevas audiencias a Gatica. En 1995, en la cumbre de su fase bolera, Luis Miguel invitó a Gatica a subirse al escenario en el antiguo Universal Amphitheatre en Los Ángeles, y saludó a su predecesor envejecido con un abrazo y un beso en la mejilla. El año siguiente, Luis Miguel se unió con una constelación de grandes estrellas en un tributo a Gatica televisado, producido por HBO en el James L. Knight Center de Miami. El especial de dos horas incluyó a Gatica en duetos con Juan Gabriel, José José, Julio Iglesias, y su vieja amiga de Cuba, Olga Guillot.

Para el fin del siglo, el Rey del Bolero había sido entronizado de nuevo, esta vez como un “estadista mayor” de la tradición musical romántica de Latinoamérica.

El Canto del Cisne

            Gatica recibiría más honores importantes en el nuevo milenio. En 2008, el año en que cumplió 70 años, se convirtió en uno de solo dos chilenos (el otro siendo el presentador de televisión Don Francisco) que habían recibido una estrella en el Hollywood Walk of Fame. Más tarde ese año, la Latin Recording Academy lo honró con un trofeo por logros de toda una vida.

Para Gatica, sin embargo, una cosa importante todavía faltaba: el aprecio total de sus paisanos. Muchos chilenos se sentían ambivalentes sobre su éxito internacional, que había requerido que él viviera la mayoría de su vida fuera del país. “Gatica será recordado en el país como el hijo perdido, quien murió como un héroe lejano,” declaró Chile Today en su obituario en inglés.

Sin embargo, Gatica recibió varios premios nacionales del gobierno y la comunidad artística chilenos: Gaviota de Oro en el famoso festival de música chileno en Viña del Mar (1992); Medalla de Oro de la Sociedad Chilena de Derechos de Autor, otorgada personalmente por la presidenta chilena Michelle Bachelet (2007); Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, que lleva el nombre del famoso laureado Nobel (2012).

Gatica recibió el premio cultural más alto de su país en 2002, en el 50º aniversario de su carrera profesional. Fue otorgado el Orden al Mérito Gabriela Mistral, uniéndose con ganadores previos, que incluían Paul McCartney.

Al reconocer el honor, Gatica rindió homenaje a su hermano, quien se había muerto en 1996. “Me hubiera gustado que mi hermano Arturo también estuviera aquí,” dijo, “porque él tuvo la culpa de que yo fuera un artista que ha dado alguna medida de reconocimiento a mi país.”

El año siguiente, con 72 años, Gatica colaboró con las estrellas de hip hop chileno Ana Tijoux y Víctor Flores en “Me Importas Tú,” una reimaginación contemporánea de su viejo bolero, “Piel Canela,” en la cual Gatica se limita a recitar en vez de cantar sus letras originales.

Gatica hizo su última grabación en 2013, con 85 años. Titulada “Historia de un Amor,” la obra fue de nuevo coproducida por su sobrino, Humberto Gatica. Incluyó duetos con varios cantantes contemporáneos, incluidos Luis Fonzi, Laura Pausini, Michael Bublé, Nelly Furtado, y Beto Cuevas de la banda de rock chilena La Ley.

El intento del cantante de encontrar una relevancia renovada no resultó. Aun así, estuvo contento en sus últimos años, como les contaría a los reporteros, porque había tenido una vida llena.

Siempre el romántico, Gatica se casó dos veces después de su divorcio inicial y tuvo dos hijas más, una con cada esposa. En 1986, el año que cumplió 58 años, se casó con su tercera y última esposa, Leslie Deeb, quien dio luz a su séptimo y último hijo. Sus dos hijas menores, Luchana (ahijada de Julio Iglesias) y Lily Teresa, trabajan en el mundo del espectáculo en los Estados Unidos.

El cantante celebró su 90º cumpleaños este año en la Ciudad de México, tres meses antes de morirse. Un informe de prensa describió una imagen triste del artista en sus últimos días, ya que sufría de la diabetes y sus capacidades mentales disminuían; tocaba discos y pasaba horas cantando en casa solo.

Sin embargo, las fotos de su celebración de cumpleaños lo muestran con una gran sonrisa, rodeado de sus once nietos. Los jóvenes habían preparado un regalo de sorpresa: una grabación de sus famosos boleros, con sus propias voces.

Ese mismo día, los líderes cívicos en su pueblo natal revelaron una estatua de bronce de seis pies que retrataba a los hermanos Gatica como habían empezado, con Lucho cantando en un micrófono y Arturo tocando la guitarra. El mismísimo Gatica estuvo bien consciente de su legado artístico, que una vez resumió sucintamente para un reportero de revistas.

“Mientras la gente se enamora,” dijo, “mis canciones serán populares.”

           

– Agustín Gurza

 

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