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Lupe Tijerina

Mi Memorable Saludo y Encuentro con Los Cadetes de Linares

A fines de los 1970, entre trabajos como periodista, trabajé en la industria de la música, por el lado de la venta, no de la producción. Con absolutamente nada de experiencia directa en el mercado, acepté un trabajo como comprador de música para Pickwick International, un importante distribuidor de música al nivel nacional. Con una bodega gigantesca en el Valle de San Fernando, la compañía operaba su cadena de tiendas de discos, Musicland, y suministraba discos a centenas de tiendas de discos en cadenas de tiendas nacionales, incluso Sears, Woolworths, Montgomery Ward y Kmart.

El problema era que la música latina no se vendía bien en esos puntos de venta, a pesar de tener una clientela altamente latina en muchas de las tiendas. Así que me contrataron a mí con la espera de que yo pudiera solucionar el problema. Los gerentes se arriesgaron conmigo porque en mi trabajo anterior como editor en Billboard, yo cubría el negocio y también seguía las ventas de los más vendidos en la música latina.

Fue entonces que descubrí que escribir sobre el negocio y estar, de hecho, en el negocio son dos cosas muy distintas. Yo estaba nervioso, pero para decir la verdad, no fue difícil encontrar la solución. Los discos no se vendían simplemente porque la compañía no distribuía el producto adecuado, por varias razones internas. En resumen, las tiendas no tenían los grandes éxitos por las grandes estrellas, así que los compradores perdieron el interés.

Mi trabajo era asegurarnos de poner los discos adecuados en los estantes y luego hacer suficiente promoción para recuperar a los clientes. A veces aun yo me sorprendía con nuestro éxito.

Una de nuestras promociones más grandes incluía una visita en persona por uno de los grupos norteños más importantes en la época, Los Cadetes de Linares. Estas promociones eran típicas en esos días. Un artista aceptaba visitar a una tienda y firmar autógrafos para los aficionados, mientras el distribuidor vendía una paleta de discos dentro de unas horas. Una situación beneficiosa para todos.

Los Cadetes eran calientes en esa época, así que sabíamos que atraerían un público. Pero nunca anticipamos las masas que llegaron a la tienda de Kmart en Delano, California, para conocer al dúo cantante, Homero Guerrero y Lupe Tijerina. Claro, esto era territorio de trabajadores agrícolas, la base de aficionados natural de la música norteña. La gente esperó en la cola por horas y los pasillos se llenaron tanto que los otros compradores no podían llegar a la pasta dental y los televisores. Fue una muchedumbre, pero una muchedumbre bastante ordenada y paciente.

Me quedé impresionado por el profesionalismo de los dos músicos. Se quedaron hasta firmar el último autógrafo. No eran lo que uno llamaría carismáticos; no sonreían, y no se les podría llamar extrovertidos. Pero tampoco se quejaban. Vestidos de un juego de guayaberas, eran serios y respetuosos, y eso fue todo lo que requerían sus aficionados. La gente se les acercaba con una mezcla de asombro y deleite. Aun los deslumbrados empleados de Kmart exhibían con orgullo sus carteles personalmente autografiados, como se puede ver en una de las fotos que saqué con mi vieja cámara manual de 35mm de Minolta (lo cual explica el enfoque tan penoso). En la otra foto, Tijerina recibe de un aficionado una copia del disco Pistoleros Famosos para firmarlo, mientras su pareja firma otra autografía con un muchacho curioso que mira por encima de su hombro.  

Ese día, los discos de Los Cadetes se vendieron como tamales calientes. Al final, promociones como ésta ayudaron a impulsar los discos de música latina a la cima de los rankings de Pickwick de la región oeste. Terminé siendo yo también una especie de estrella en esa compañía. Pero es fácil verse bien cuando se trata simplemente de hacer disponible la música por los artistas queridos por tanta gente.

Los dos miembros de Los Cadetes ahora han fallecido, pero su música todavía se toca y se vende. Se puede leer mi biografía completa de este duradero dúo norteño aquí.

 

-- Agustín Gurza

 

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Biografía de Artista: Los Cadetes de Linares

Los Cadetes de Linares eran un dúo norteño popular que consistía, en su apogeo, en Homero Guerrero y Lupe Tijerina, los dos de los cuales eran del pueblo de Linares, Nuevo León, al sureste de Monterrey, México. Eran particularmente bien conocidos por sus corridos populares, empezando con su primer sencillo, “Los Dos Amigos,” escrito por Tijerina. Su carrera como dúo duró unos breves ochos años, hasta la muerte prematura de Guerrero. De todas formas, dejaron un legado duradero a través de muchas grabaciones como también apariencias en películas que llevaban los títulos de sus baladas mejor conocidas de bravuconería y tragedia de bandido, incluso “Las Tres Tumbas,” “Cazador de Asesinos” y “Pistoleros Famosos.”

Aunque a menudo fueron suplantados por bandas que se apropiaron de su nombre, los Cadetes de Linares originales tenían un estilo inimitable que tuvo influencia en un gran número de conjuntos y grupos norteños, y muchas de sus canciones han sido grabadas por un sinnúmero de otros artistas. La Colección Frontera contiene unas 150 grabaciones auténticas de los Cadetes, muchas escritas por Guerrero y Tijerina como individuos o en equipo. Dejaron una huella tan singular en su música que llegaron a ser identificados como los auténticos intérpretes de ciertos éxitos, aunque muchas otras bandas populares hicieron sus propias versiones que no fueron tan memorables. Por ejemplo, hay casi dos docenas de versiones de “El Chubasco” en la colección, incluso grabaciones por otros duetos populares como Los Alegres de Terán y Carlos y José, como también Los Tremendos Gavilanes. Pero la que se recuerda, por sus armonías concisas y riffs irresistibles de acordeón, es el éxito por Los Cadetes de Linares.

El nombre completo del fundador de la banda es Homero Guerrero de la Cerda, un cantante que tocaba el bajo sexto y que nació el 10 de abril de 1937 en El Popote, Nuevo León. Su rancho queda en el distrito de Linares, un área mejor conocida por sus hijos nativos musicales. Guerrero de la Cerda era parte de una familia grande que trabajaba en el rancho que no tenía los recursos para apoyar los sueños de su niñez de ser músico. Sin poder comprar una guitarra, el muchacho construyó una a mano, hecha de madera y banditas elásticas. Su hermano mayor Benjamín le enseñó a tocar, e interpretaba en la escuela y en eventos familiares, como también en el zócalo de su pueblo natal.

Cuando tenía sólo 16 años, Guerrero se mudó a Monterrey, la capital estatal y una meca dinámica de la música norteña en los 1950. Aceptó un trabajo en una fábrica que producía pigmentos de pintura, pero continuó buscando una entrada al negocio de la música, y frecuentaba los garitos musicales conocidos de la ciudad. En esos lugares, se codeaba con otros músicos norteños que llegarían a ser de renombre, incluso Salomón PradoJuan SalazarLos Gorriones de Topo Chico.

Por fin, en 1960, Guerrero formó su propio grupo, juntándose con Adán Moreno, el primero en una serie de acordeonistas que trabajarían como su pareja. Moreno, quien también era de Linares, dejó la banda en 1967 debido a diferencias creativas. Luego Guerrero se puso en camino; viajó por el sendero de migrantes desde Luisiana hasta Ohio y Michigan, y luego retrocedió al sur de Tejas.

En 1968, el músico viajero se encontraba en el pueblo fronterizo de McAllen, donde trabajaba en la fábrica de impresión de discos Discos Del Valle, el famoso sello regional. El dueño, Cristóbal García, no sólo le dio un trabajo a Guerrero, sino también su primera oportunidad para grabar. En su primer disco, Guerrero se juntó con su segundo acordeonista, Samuel Zapata. Según una biografía por su siguiente sello, Ramex Records, este dúo fue bautizado Los Cadetes de Samuel y Homero, un nombre que usó el término militar por primera vez. Según la historia, se escogió el nombre “cadetes” porque cuando era joven, Guerrero aspiraba a asistir a la academia militar de México, pero le faltaban los recursos para proseguir sus ambiciones de una carrera militar.

Ese primer disco incluía canciones – como “La Menudita”, “Estoy Pagando”, “Las Puertas del Cielo” y “Ven a Buscarme” –  que Guerrero volvería a grabar luego como Los Cadetes de Linares. Pero no produjeron ningún gran éxito. Dentro de un año, los asuntos familiares le forzaron a Zapata a dejar el grupo.

Aún en busca del éxito en el negocio de la música, Guerrero volvió a mudarse, esta vez a Houston, donde hizo equipo con su tercer acordeonista, Candelario Villarreal, originalmente de Matamoros. La pareja interpretaba en salones de baile y clubes en el pueblo, y eventualmente los vio Emilio Garza, fundador de Ramex, el sello que por fin tendría un gran éxito con Los Cadetes. Pero antes de que eso podía ocurrir, Guerrero tendría que hacer un último cambio en su colaboración musical. Sus amigos le decían que el acompañamiento en acordeón por Villarreal no combinaba bien con su estilo, así que lo remplazó por Lupe Tijerina, el músico altamente respetado que sería su pareja hasta que la muerte los separó.

Ya que tanto Guerrero como Tijerina eran del mismo pueblo, nació un nuevo nombre afortunado: Los Cadetes de Linares. En 1974, Ramex imprimió sólo 200 copias de su primer disco, que llegó a ser un éxito desenfrenado que requiso varias impresiones más. El disco incluía el corrido de Tijerina que sería su primer gran éxito, “Los Dos Amigos,” escrito por Tijerina. Esto marcó el verdadero comienzo de Los Cadetes de Linares, quienes pasarían a disfrutar una serie de éxitos que eran entre los primeros en los rankings, como “El Chubasco,” “Las Tres Tumbas,” “Pueblito,” “Regalo de Reyes,” “Polvo Maldito,” “Cruzando el Puente,” “Pistoleros Famosos” y muchos más. Además de ser un dueto vocálico espectacular, Guerrero y Tijerina también eran pareja en la composición. Juntos compusieron 23 canciones, incluso “El Caballo Jovero,” “El Tejanito,” “Tu Nombre” y la ya mencionada “Cazador de Asesinos.” Individualmente, Guerrero compuso más de una docena de canciones más, incluso la tragedia de un hijo ya crecido que visita la tumba de su madre, “Dos Coronas a Mi Madre.”

Para los fines de los 1970, Los Cadetes habían recibido múltiples honores y discos de oro, y habían aparecido en programas televisados que les dieron publicidad internacional, como Siempre en Domingo de Raúl Velasco, el programa de variedades semanal emitido desde la Ciudad de México. Sus apariciones en varias películas mexicanas clásicas les ayudaron a amplificar su éxito musical.

Trágicamente, Guerrero se murió a la cima del éxito que tanto había buscado. El músico falleció en un accidente automovilístico el 19 de febrero de 1982, mientras viajaba el camino entre Monterrey y Reynosa en su estado natal de Nuevo León. Después de la muerte repentina de su pareja, Tijerina compuso un tributo conmovedor que llegó al corazón de los aficionados de la banda que estaban en luto. Fue un bolero con el título, “Adiós, Amigo del Alma,” que también llegó a ser un éxito.

Tijerina, admirado por sus pares como un acordeonista de los acordeonistas, pensaba en la posibilidad de jubilarse después de la pérdida del que había sido su pareja musical por tanto tiempo. Pero el clamor público lo convenció a continuar con Los Cadetes de Linares. Así que el baterista original de la banda, Ernesto Báez, asumió el papel de cantante principal, y también tocaba el bajo sexto. Tijerina y Báez seguían tocando ante estadios agotados y apareciendo en programas de variedades televisados que eran populares en la época.

Después de que Báez dejó la banda en 2006, fue reemplazado por Rosendo Cantú. Pero los días de gloria de Los Cadetes de Linares habían ya desvanecido, y el éxito de la banda recayó en una amargada disputa de negocios cuando Cantú reclamó los derechos al nombre del dueto original. Mientras tanto, Tijerina comenzó otra banda bajo un alias inconfundible, Los Cadetes de Linares de Lupe Tijerina. Ésta no fue la primera disputa sobre el nombre y el legado de la banda. Otros ex miembros también formaron grupos astilla que usaron el nombre Los Cadetes de Linares, lo cual le impulsó a Tijerina a aseverar que sólo dos personas podían, de hecho, llamarse “cadetes” legítimamente.

Así que, cuando el mismísimo Tijerina falleció inesperadamente más temprano este año, fue honrado como “El Último Cadete.” Por la noche del 4 de julio de 2016, Tijerina había apenas tocado dos canciones de un concierto en un pueblo a las afueras de la ciudad de San Luis Potosí, otra parada en un horario de gira ocupado, cuando de repente se enfermó y tuvo que abandonar el escenario, acompañado por su hija Yajaira, quien también es intérprete. Mientras sus músicos seguían tocando, lo llevaron por ambulancia al hospital, donde murió de insuficiencia cardíaca en las horas tempranas del día siguiente. Tenía 69 años.

Una nueva generación ahora continúa la música del famoso dueto, con un toque moderno. Yajaira Tijerina, con su cabello rubio y largo bajo un sombrero de vaquero y leggings de lycra ajustados, exhibe sus habilidades en el acordeón en este video durante un concierto en Florida. Además, publicó un video reciente de Facebook que les advertía a los aficionados sobre las estafas que fingen representar los intereses de su difunto padre. Mientras tanto, Homero Guerrero Jr. interpreta y graba música norteña bajo el nombre fundado por su padre, pero con una variación hip-hop en la ortografía, Los KDT’s de Linares. Uno de los videoclips de la banda sobre una aventura amorosa picante tiene más de 2 millones de visitas en YouTube. En otro video, el de la pegadiza canción de amor “Mi Niña Bonita,” se puede ver a la nueva banda que interpreta ante un público grande en la plaza abierta de la ciudad donde todo comenzó, Linares, Nuevo León.

El Guerrero menor también grabó una canción a la memoria de su padre, “Lágrimas de Tu Hijo,” que fue incluida en una compilación de Ramex Records que marcaba el 25º aniversario de la muerte del Guerrero mayor. El disco de tributo póstumo, que llevaba el título Homenaje A Homero Guerrero...25 Aniversario, también incluía dos canciones por su amigo y pareja musical Lupe Tijerina, quien compuso dos canciones de despedida, “Despedida con Mariachi” y  “Adiós Amigo del Alma.”

En la segunda, Tijerina visita la tumba de su amigo y colaborador para darle la última despedida:

 

Yo recuerdo aquellos tiempos que vivimos como hermanos. 
Las tristezas compartimos, y reímos y lloramos.

Adiós, amigo del alma.

En mi corazón no hay calma; ya me voy a resignar. 

 

-- Agustín Gurza

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