El Corrido Mexicano: Baladas de Adversidad y Rebelión, Parte 4: Corridos de la Revolución Mexicana
Parte 4: Corridos de la Revolución Mexicana
La Revolución Mexicana de 1910, con sus épicas héroes que se enfrentan con luchas de vida y muerte, marcó el inicio de una época dorada del corrido. En la introducción a su antología de 1954, “El Corrido Mexicano,” el historiador del corrido Vicente T. Mendoza asevera que la balada narrativa alcanzó su “carácter definitivo” durante la década de la Guerra Civil en México, adquiriendo así “su verdadera independencia, plenitud y carácter épico en el fragor de la batalla.”
El aventurero e historiador estadounidense Edward Larocque Tinker fue testigo de la creación de un corrido en ese campo de batalla revolucionario. En 1915, Tinker era observador civil con las tropas de Pancho Villa durante la legendaria Batalla de Celaya, una gran derrota para Villa que señaló un momento decisivo en la revolución. En la tarde después de la batalla, Tinker describe sus andanzas por los vagones de carga donde las tropas de Villa, cansadas y destartaladas, estaban alojadas: Escuchaba voces y guitarras. En busca de la fuente de la música, se encontró con un grupo de hombre y mujeres alrededor de una fogata, “escuchando en la luz de la luna como niños fascinados a tres hombres que cantaban.” Cuenta lo siguiente:
“Yo también quedé fascinado y pensaba y cantaban algún viejo cuento folclórico. Sin embargo, cuando percibí que verso tras verso, seguía el mismo patrón melódico, me di cuenta de que no era ninguna epopeya anciana, sino un relato recién estrenado de la batalla del día anterior…. Era un corrido—recién sacado del horno de su vívido recuerdo de la lucha entre Villa y Obregón—el primero que había escuchado.”
La batalla de Celaya está bien documentada en los corridos, con al menos una docena de versiones en la Colección Frontera, incluso tres grabaciones de dos partes en 78s. Varias de estas baladas sobre la batalla aparecen también en una compilación lanzada por Arhoolie Records en 1996 en una caja: The Mexican Revolution: Corridos about the Heroes and Events 1910-1920 and Beyond! En la colección aparecen corridos sobre otras batallas importantes, típicamente titulados por la ciudad tomada en la batalla, como “La Toma de Torreón” (mi pueblo y un centro de operaciones de Villa), como también las tomas de Zacatecas, Guadalajara y Matamoros. Existen también muchos corridos escritos sobre personajes revolucionarios, grandes y pequeños, por los dos lados de la guerra civil, incluso Emiliano Zapata, el icónico reformador agrario, y Porfirio Diaz, el dictador derribado.
Como hemos vistos en otras partes de mi serie sobre el género (enlace abajo), los corridos como una tradición oral datan de fechas anteriores a la invención del sonido grabado. Y los corridos grabados más tempranos datan de fechas anteriores a la rebelión de 1910. Esas grabaciones seminales, hechas en la Ciudad de México, incluyen dos corridos famosos, “Heraclio Bernal” y “Ignacio Parra,” sobre rebeldes activos a los fines de los 1880 durante la dictadura de Diaz. Los dos fueron grabados por el cantante Rafael Herrera Robinson en 1904, en cilindros para la compañía discográfica Edison.
Unos años más tarde, Herrera volvió a grabar muchas de sus canciones tempranas que estaban en cilindro para los sellos Victor y Columbia, los cuales habían armado sucursales en la capital mexicana. Sin embargo, el cantante no repitió sus grabaciones originales sobre los dos rebeldes, a quienes el gobierno había desacreditado como “bandidos vulgares”. ¿Por qué la omisión? El fallecido James Nicolopulos, uno de los expertos en corridos más importantes en los EEUU, argumentó que la presión política había forzado al artista a abandonar estas baladas de rebelde debido a su “trasfondo sedicioso”. En otras palabras, los corridos fueron censurados como una voz de disidencia.
En aquellos días, explica Nicolopulos, la naciente industria de grabación basada en la Ciudad de México estaba “orientada hacia los gustos de la clase dominante”. La industria y la élite social rechazaron el corrido por subversivo, por no hablar de indigno estéticamente. Este prejuicio social arraigado, combinado con el alto costo de los discos y del equipamiento tocadiscos, generalmente excluía al género de las listas de los estudios de grabación porque era considerado música inferior para las clases marginadas del país.
Dos factores, uno histórico y el otro tecnológico, convergieron para estimular la grabación comercial de los corridos, a la vez, convertir al Suroeste de los EEUU en una meca para esta forma artística folclórica.
Primero, la Revolución Mexicana contribuyó a la migración en masa del empobrecido norte del país a los Estados Unidos mientras la gente huía la violencia crónica y buscaba la estabilidad social. Durante el mismo periodo, simultáneamente, una revolución tecnológica transformó los viejos métodos mecánicos de grabar el sonido. Con el advenimiento del proceso de grabación eléctrica en la década de 1920, el equipamiento de grabación se hizo menos caro y mucho más portátil. Como resultado, los sellos discográficos podían llevar su equipamiento de grabación más fácilmente a donde se encontraban sus artistas y audiencias.
Estos desarrollos sociales y tecnológicos condujeron a una época de crecimiento para la grabación del corrido, entre 1928 y la década de 1940. Las ciudades a lo largo de la zona solar—El Paso, San Antonio, Los Ángeles—se convirtieron en las nuevas capitales de la industria de grabación del corrido. Un efecto secundario de este cambio transfronterizo fue la creación de un mercado para el corrido que fue inmune a las sensibilidades de la clase alta y la censura del mercado musical centralizado de la Ciudad de México.
Estos cambios les dieron a los compositores e intérpretes del lado estadounidense de la frontera una ventaja creativa que no habían tenido en su país natal—la libertad de expresión. “El desplazamiento de la tecnología al otro lado de la frontera había creado el espacio discursivo necesario para la expresión de sentimientos que no podían haber sido emprendidos en México,” escribe Nicolopulos, quien fue profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Texas en Austin.
Canciones sobre las hazañas de Pancho Villa, el líder revolucionario que operaba en el norte de México, constituyen un subconjunto entero del género conocido como “corridos villistas.” Según Nicolopulos, el más temprano de estos se hizo en Nueva York en 1918; como tal, también fue uno de los primeros corridos revolucionarios grabados en los Estados Unidos. La balada seminal sobre Villa llegó dos años después de que el líder revolucionario organizó su asalto atrevido en Columbus, Nuevo México, impulsando a los EEUU a enviar 10,000 tropas a cruzar la frontera para capturarlo. La canción celebraba la habilidad que tenía Villa de eludir las fuerzas americanas, como Zorro, guiado por el Gen. John J. “Black Jack” Pershing, de quien se burlaban por su fracaso a pesar de su fuerza militar superior.
Las baladas sobre Villa abarcan una gama amplia de temas. Describen a su caballo preferido (“El Siete Leguas”), su calvario de élite (“Los Dorados de Villa”), su uso estratégico de los trenes para transportar a sus tropas ("Ahí viene el tren"), sus astutas tácticas guerrilleras (“La Persecución de Villa”), y, claro, su emboscada y asesinato en 1923 (“La Muerte de Pancho Villa” y “La Tumba de Villa”).
La Colección Frontera también tiene un corrido de dos partes titulado “Pancho Villa and Carranza,” por el dúo Genaro Rodríguez y Juan Chavez, un precursor evidente de las canciones posteriores sobre la expedición Pershing. Como las otras baladas en dos partes de la época, esta grabación en 78 rpm en el sello Okeh incluye algunas estrofas adicionales que no aparecen en las versiones subsiguientes.
Con diferencia, la canción más popular sobre Villa es la icónica “La Cucaracha,” que se convirtió en himno revolucionario, “el equivalente mexicano del Yankee Doodle americano,” como lo explica un bloguero. La canción pegadiza está repleta de metáforas que se refieren a las rivalidades entre los campos revolucionarios y contrarrevolucionarios. Aunque tiene raíces en la España medieval, su adaptación durante la revolución añadió la mayoría de las estrofas que conocemos hoy. En las versiones pro-Villa, según una interpretación común, la cucaracha representa al Presidente Francisco Madero, el primer presidente revolucionario del país. Una interpretación alternativa, aunque rara, es que la cucaracha (que “ya no puede caminar”) representa el carro de Villa, el cual sus compañeros tuvieron que empujar cuando se le acabó la gasolina. En aun otras versiones, las letras fueron reescritas para favorecer a Huerta o alguna otra facción.
Una de las grabaciones más tempranas de la canción en la Colección Frontera es interpretada por la Mexican Bluebird Orchestra, un 78 rayado en el sello Bluebird. Las letras, cantadas por un coro, incluyen la famosa estrofa de abertura sobre la cucaracha que ya no puede caminar “porque no tiene, porque le falta, marihuana que fumar.” Con un arreglo orquestal refinado, la canción se burla de las fuerzas de Venustiano Carranza, un líder revolucionario que rompió con Villa y era a menudo el objeto de las letras satíricas de la canción.
Hoy, hay muchas grabaciones de la cancioncilla perenne, tanto con mensajes políticos como no políticos, y algunos instrumentales sin letra ninguna.
Otro clásico revolucionario, igualmente conocido entre la mayoría de los mexicanos, es “La Adelita,” un corrido sobre las guerrilleras que batallaron al lado de los hombres, también conocidas como soldaderas. Hay varias versiones del tema de Adelita, pero la más famosa tiene una melodía alegre tipo polca apropiada para los instrumentales y divertida en el baile. Las famosas letras de la canción—como interpretada en esta versión bien arreglada por Los Hermanos Zaizar con Mariachi México de Pepe Villa—reduce a la guerrillera hembra a un objeto de deseo para los varones en las tropas. El coro pegadizo hoy se consideraría un himno de acosador, como su sargento enamorado jura seguirla “por tierra y por mar” si ella se va con otro hombre. La canción aparece en una colección de canciones revolucionarias, “Cantares de la Revolución” en el sello mexicano Peerless, con una portada que subraya la sexualidad de la mujer y no su valentía en la batalla.
Una excepción notable es un corrido más reciente llamado “El Rebozo Balaceado,” sobre una soldadera que sacrifica su propia vida en la batalla de Villa por Torreón, derribada en el campo de batalla con su rifle y su rebozo ensangrentado. Es cantada como dueto de hombre y mujer por el compositor Víctor Cordero “y su Soldadera.”
La Colección Frontera contiene corridos sobre otros personajes revolucionarios, como Emiliano Zapata, Benjamin Argumedo y Valente Quintero. En un blog previo, escribí sobre las grabaciones fascinantes de Frontera relacionadas a la subida y caída trágicamente rápida de Madero. Algunos eventos son recreaciones históricas de eventos reales, como la triunfante entrada de Madero a la Ciudad de México. Pero también hay dos corridos que valen la pena subrayar.
En “El nuevo corrido de Madero,” por el dúo Camacho y Pérez, el primer presidente revolucionario de México se retrata como un hombre valiente que, entre sus primeros actos oficiales, fue a las prisiones y libertó a los prisioneros, presuntamente retenidos injustamente por la dictadura derrumbada. El audaz acto establece el carácter de Madero en la segunda estrofa, y el corrido sigue con recontar las traiciones políticas e intrigas que al final le costaron la vida. En su ensayo en que define el género, el experto en corridos y profesor de español en UCLA Guillermo Hernández utilizó esta canción para ilustrar el carácter del protagonista de los corridos, “quien generalmente sirve como modelo de conducta bajo circunstancias extraordinarias.”
Los archivos contienen tres grabaciones de la canción, Okeh 16696, Columbia 4863 y Vocalion 8696. Son en esencia la misma grabación hecha por el dúo en Los Ángeles por 1930. Se atribuye a Manuel Camacho, una mitad del equipo, como el compositor. Como con muchos corridos tempranos, el acompañamiento lo constituyen sencillamente dos guitarras.
La muerte heroica de Madero se recuenta en otro corrido, “El Cuartelazo.” Las tres versiones en los archivos—por Hermanos Chavarría, Dúo Atasoseno y el dueto de María y Juanita Mendoza —cuentan la misma historia general, con más o menos detalle. Todas incluyen la estrofa en que un funcionario del ejército adversario, el sobrino del dictador depuesto Porfirio Díaz, ordena a Madera a renunciar o ser ejecutado. Madero rehúsa desafiantemente, armado su trágica ruina. Más estrofas que describen más la resistencia de principios de Madera se ofrecen solo en la version por Hermanos Chavarría, un corrido más largo, de dos partes, en un disco de 78 rpm de Columbia. Esta versión añade dos estrofas que aumentan el heroísmo de Madero.
Madero les contestó,
“No presento mi retiro.
Yo no me hice presidente,
Fuí por el pueblo elegido.”
Madero answered them,
“I will not resign.
I did not make myself president,
I was elected by the people.”
Todas las versiones recuentan el horror del asedio para deponer al líder condenado, que duró diez días, y describen el temor que corría por la ciudad, con escenas de muertos y lesionados en las calles. Curiosamente, hay variaciones en la descripción de cuál parte de la población reacciona con lágrimas. Cuando las fuerzas gubernamentales empiezan a bombardear La Ciudadela, el Dúo Atasoseno menciona que “estaba gente llorando.” Sin embargo, la versión por las hermanas Juanita y María Mendoza dice que fueron solo las mujeres que lloraban al ver el mismo asalto: “Otro día por la mañana / las mujeres llorando / de ver la ciudadela / Que la estaban bombardeando.”
Los corridos de la revolución permanecieron populares por décadas después de que se calmó la guerra civil. Y la canción temática seguía capturando la imaginación mexicana. En 1956, Mendoza, el investigador de corridos, dedicó un libro entero a las baladas de esa época violenta: El Corrido de la Revolución Mexicana, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Grandes artistas mexicanos, incluso Antonio Aguilar y Los Alegres de Terán, seguían grabando discos de corridos hasta bien entrados los años 1970 y ’80, más de medio siglo después de los eventos. El actor mexicano Ignacio Lopez Tarso fue conocido por sus narraciones habladas de los corridos revolucionarios mexicanos, grabadas en los 1970 con acompañamiento musical para apoyar su realización emotiva en barítono.
Las grabaciones de Tarso ahora están disponibles en el servicio de streaming Spotify, un desarrollo digital que representa otro tipo de revolución.
--Agustín Gurza
Lecturas adicionales:
El Corrido Mexicano: Baladas de Adversidad y Rebelión, Parte 1: Definiendo el Género
El Corrido Mexicano: Baladas de Adversidad y Rebelión, Parte 3: Corridos de Dos Partes